martes, 28 de marzo de 2023

Taxus


En los anaqueles de la librería encuentro una nueva edición de la novelita de Agatha Christie Un puñado de centeno. ¡Qué portada tan bonita, qué tipografía tan legible!, sobre todo si las comparamos con aquellas, algo cutres, del milenio pasado.  Recuerdo que el misterio policiaco, hábilmente resuelto por la señorita Marple, comenzaba con un envenenamiento a base de taxina, el principal alcaloide del tejo.

No cabe duda de que su toxicidad es una de las razones del oscuro prestigio del Taxus baccata.  Era ya bien conocida en la Antigüedad, como lo muestra aquel pasaje del Bellum gallicum de César (guerra de los Gauls, para neobachilleres) donde el caudillo Catuvolco es acorralado por las tropas romanas; helo aquí, en la traducción dieciochesca del jesuita José Petisco, tal como la plagió el canónigo Muniain:  "Catuvolco, rey de la mitad del país de los eburones, cómplice de Ambiórix, agobiado por la vejez, no pudiendo aguantar las fatigas de la guerra ni de la fuga, abominando de Ambiórix, autor de la conjura, se atosigó con zumo de tejo, de que hay gran abundancia en la Galia y en la Germania".  En la severa prosa de Julio: taxo se exanimavit.

Tal vez la ponzoña del tejo (presente en todos sus tejidos, excepto precisamente en ese arilo cuyo color rojo parece una alerta) haya contribuido a la relación que el mundo antiguo estableció entre el tejo y el más allá, como se ve en Lucrecio y Ovidio; el último tacha al tejo de "funesto", y sombrea con él la senda que se hunde en el infierno (Metamorfosis 4 432): Est via declivis funesta nubila taxo...

Ese oscuro prestigio me alcanzó hace no mucho al visitar la tejeda de Tosande o Tosante (donde tomé la foto de arriba), pues cierta propaganda turística invitaba a disfrutar del "misterioso silencio" que, según el astuto seductor, era exclusivo de los bosques de tejo.  Subí hasta la tejeda, lo que fue un verdadero placer, porque nunca había visto junto tanto tejo añoso (dicen que el bosquecillo alberga setecientos u ochocientos) y comprobé que entre los viejos troncos rojizos flotaba un silencio relativo, aunque, dada la lejanía de las vacas y la ausencia de cualquier otro turista, no le encontré misterio alguno.

El nombre castellano del tejo proviene de su nombre latino, taxus, que la tradición botánica ha continuado.  Del antiguo nombre griego no me ocuparé, porque me costaría averiguar (en el supuesto de que pudiera) no ya las mil y una variantes de su forma más común, σμῖλαξ /smíi-lax/ (encontramos μῖλαξ, μῖλος, σμῖλος &c), sino lo que más perplejo deja, los heteróclitos significados de esa voz que al parecer, según los autores clásicos, nombra tanto a la encina (al menos en Arcadia) como a varias enredaderas espinosas (en particular la Smilax aspera, que se ha quedado con el nombre), al Convolvulus arvensis (quizá el milax de Plinio 24 82) y, no faltaría más, también al tejo.

Volviendo al latín, el problema de la voz taxus, cuya etimología se desconoce, radica en su aislamiento, pues esta voz carece de correspondientes verosímiles en otros idiomas.  Así pues, de taxum viene tejo, con una apofonía más o menos corriente (taxum da tejo como axem da eje), aunque también encontramos para el tejo la forma castellana tajo (y su variante gráfica taxo, por ejemplo en la versión de Andrés Laguna de De materia medica).  Esos tajos, creo yo, nada tienen que ver ni con el río de Toledo (Tagus en latín) ni con el corte al afeitarnos, aunque no falta quien afirme que el nombre del río caudal tiene relación con los tejos.

No obstante, tanto el tejo como la tejeda (el conjunto de tejos) han dejado mucha huella en la onomástica y en la toponimia, pues, además de los apellidos Tejeda, Tejera &c, llevan este nombre varias localidades: a los Tejo y Tejeda hay que añadir algunos Tejeros y Tejeras (así Tejera Negra, en Guadalajara) donde, en mi opinión, no están en juego las tejas sino los tejos.

Font Quer, importa subrayarlo, señala que el tejo no hace bosque, sino que se halla aislado entre otras especies, razón por la que a menudo se basta por sí para indicar un emplazamiento, identificado por este vegetal; y cita como ejemplos de topónimos o microtopónimos "Fuente del Tejo, Font dels Teixets, Pui-al-Teix, la Tajera (en Valdelinares, donde el tejo se llama tajo), la Tejera, la Tejosa, Sierra Tejeda, Cova del Teix...".

Bosquecillos como los de Tosande parecen contradecir el juicio, o quizá prejuicio, del ilustre botánico, y acaso expliquen por qué se da tan frecuentemente tejera por sinónimo de tejo (y lo mismo en idiomas próximos).  Yo hubiera dicho que tejera es sinónimo de tejeda, pero no cabe duda de que podría también significar el árbol aislado (como olivera significa "olivo"). 

Hay algo, por otra parte, que nadie duda, al menos entre las fuentes que he consultado: los tejos están en franca regresión en toda Europa, sobre todo si tomamos al pie de la letra la "gran abundancia" de ellos (magna in Gallia Germaniaque copia) aludida por César en 6 31.  Unos explican esta decadencia por causas internas, debido a que la planta es de crecimiento lento, es dioica y parece que le cuesta multiplicarse, para lo que requiere colaboración pajaril (me limito a repetir lo leído, porque yo no veo relación entre, por ejemplo, lentitud de crecimiento y rarefacción).  Otros creen que la regresión de la especie se debe a la presión humana, por el aprecio en que estuvo la madera de tejo, en particular para un fin que ya señalara el doctor Andrés Laguna:  "No tiene meollo ninguno este árbol, y por ser su madera maçiza, y tiesta, suelen hazer della los buenos arcos".

Hermoso adjetivo, ese tiesto: según Corominas es doblete de tenso por analogía con otros participios (puesto, visto &c); la Academia lo quiere derivar de un hipotético tensitus participio de tendere (lo que no es imposible): así pues, hay acuerdo en que viene de tendo "tender" o "tensar".  El DRAE da por desusada la acepción "que con dificultad se dobla o rompe": justo la cualidad que ha de tener la madera de un buen arco.

Veo que esto se alarga mucho, y aún me queda tajo.  O tejo.  Quédese aquí de momento.

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