tag:blogger.com,1999:blog-5089612847220891972024-03-23T07:10:35.416+01:00Latín y botánicaReflexiones en torno al latín como lengua de la botánica.
Rem herbariam non perficiunt nomina, sed observationes, et descriptiones accuratae (Pietro Bubani).Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.comBlogger175125tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-45497514662092870412024-03-18T12:21:00.005+01:002024-03-22T07:29:44.412+01:00De nominibus botanicis VIII: fitónimos honoríficos II<p>Me falta citar fitónimos honoríficos (y con esto concluyo) de época moderna y contemporánea. Puesto que la botánica habla latín, y los apellidos que ella autoriza pueden sonar en cualquiera de las restantes lenguas, un examen detallado del asunto pediría determinar las condiciones y modos en que se latinizan los nombres propios; pero dejo esa cuestión para otro momento, y me limito a enumerar, casi al azar, algunos ejemplos.</p><p>Claro es que los inmortalizados son a menudo, y con justicia diría yo, los mismos cuya atención y esfuerzos han contribuido a la ciencia del vegetal, esto es, los propios botánicos. Pero en esto, como en todo, Fortuna domina: véase, si no, cuán diferente suerte ha corrido La Condamine con su <b>Condaminea</b>, poco conocida, al menos por estos pagos, en comparación con el señor de Bougainville, cuyas llamativas flores (o brácteas, para que no me regañen) cuelgan de tantas tapias.</p><p>No tiene nada de extraño que fuera el marsellés Charles Plumier quien con más éxito practicara tal apofitosis (ya que no apoteosis), pues aunque él era un humilde fraile mínimo, fue botánico oficial de Luis XIV (en su tiempo el más pujante monarca), y con tal condición viajó varias veces a América, hasta que en 1704, en el Puerto de Santa María, una pleuresía canceló definitivamente sus viajes.</p><p>Así pues, fue Plumier quien dio a la <b>Fuchsia</b> el nombre del alemán Fuchs; a la <b>Magnolia</b> el del monspesulano Pedro Magnol; a la <b>Lobelia</b> el de Matías l'Obel o Lobel (éste latinizaba su nombre en <i>Lobelius</i>); a la <b>Clusia</b> el de Carlos de l'Écluse, quien firmaba <i>Carolus Clusius</i>. La wikipedia francesa afirma que Plumier fue el primero en dar nombres ilustres a las plantas: es evidente que exagera; quizá fuera el primero que lo hizo por sistema en la modernidad. Parece que también se le debe el bautizo de la <b>Dioscorea</b> en honor del médico griego. A su vez el nombre del fraile mínimo fue ensalzado mediante el franchipán, con el género <b>Plumeria</b> autorizado en 1753 por Lineo, si bien puede que antes ya lo usara Tournefort, en su variante <b>Plumiera</b>.</p><p>Sin duda Lineo contribuyó a enriquecer la fitonomástica a base de nombres de botánicos; además de la <b>Plumeria</b>, cito a título de ejemplo la <b>Gardenia</b>, que recuerda al escocés Alejandro Garden; o la <b>Loeflingia</b>, con la que el sabio sueco pretendía honrar la memoria de su discípulo Pedro Löfling (o Loefling), que murió jovencito, con veintisiete años, herborizando en Venezuela.</p><p>Los botánicos, gente pacífica y poco envidiosa, admiten en su compañía a toda suerte de vegetalinos, incluidos aficionados, apenas otra cosa que amables compañeros de viaje; no es el caso de rizótomos competentísimos, aunque sean pastores como Pierrine Gastón-Sacaze (a quien Spruce dedicó el pirenaico <b>Lithospermum gastonii</b>: lo cuentan Patxi Heras y Marta Infante en su librito sobre el briólogo inglés) o farmacéuticos como Bartomeu Xatart, quien apellidó a la <b>Xatardia</b> o <b>Xatartia</b>. Por cierto que a los boticarios los honra en cierto modo cada hierba nombrada <b>officinalis</b>, puesto que ese adjetivo alude a la <i>oficina de farmacia.</i></p><p>Ahora bien, no todo es paz en la república botánica. Lo ilustra el académico de Petrogrado Johannes Siegesbeck, quien "denunció enérgicamente el 'obsceno' sistema de Linné y la 'repugnante prostitución' que el Creador jamás habría tolerado en el reino vegetal" (cito de la biografía de Lineo por Wilfrid Blund, en la traducción de Manuel Crespo). "Siegesbeck es recordado hoy en día, escribe Stearn, 'sólo por la mala hierba, fea y con flores pequeñas, que Linné llamó <b>Sigesbeckia</b>', aunque para ser justo debería mencionar que la planta había sido bautizada así antes de que ambos se pelearan".</p><p>La lista, en fin, podría alargarse mucho. Pongamos punto final y dejemos aquí a los botánicos.</p><p>El otro grupo importante de apellidos inmortalizados en fitónimos es el de los primates, los personajes poderosos de quienes a menudo dependía el botánico para el satisfactorio ejercicio de su ciencia, sobre todo cuando mediaban costosos viajes de exploración. El propio Plumier había honrado en la <b>Begonia</b> el nombre de un alto funcionario: Michel Bégon, intendente de Saint Domingue (isla de la Española, o Haití), le había facilitado su trabajo en el Caribe.</p><p>Como también aquí el catálogo sería interminable, me limito a un par de casos, habiendo ya mencionado la <b>Josephinia</b>, la <b>Calomeria</b>, la <b>Napoleonaea</b> o <b>Napoleona</b>, la <b>Paulownia</b>, la <b>Carludovica</b> y otras tales.</p><p>Considero el caso de la <b>Cinchona</b> de especial interés, por un triple motivo. Por una parte, el origen del nombre no se discute, es el topónimo castellano Chinchón. Ahora bien, ahí termina el acuerdo, pues, si bien los europeos descubrieron la quinina (que los amazonios ya usaban como febrífugo) bajo Luis Jerónimo Cabrera, cuarto conde de Chinchón (virrey de Perú entre 1629 y 1639), los cuentos que explican el cómo varían hasta extremos cómicos: ora enfermó el conde y se curó con quinina, ora fue la condesa la doliente, ora doña Francisca de Rivera (la esposa de marras) fue una heroica precursora de la farmacia antipalúdica... En etimología no son de fiar los étimos anecdóticos, pero cuando son varias las anécdotas, la sospecha ya es vehemente. No digo que no sea alguna cierta, pero ¿cuál? Lo único que parece claro es que en la <b>Cinchona</b> se honra al condado de Chinchón.</p><p>En segundo lugar, está el problema de la transcripción latina. ¿Por qué <b>Cinchona</b>? Lo esperable sería <b>Chinchona</b> (aceptando la grafía original) o bien <b>Sinsona</b> o <b>Cinciona</b> (tratando de adaptar, mal que bien, la CH castellana a la fonética latina). Varios textos afirman que la grafía <b>Cinchona</b> es influjo de la lengua italiana (donde /<i>chi</i>/ se escribe CI), pero eso no tiene sentido: Chinchón en italiano se escribiría <i>Cincione</i>, con lo que el género sería <b>Cinciona</b>; puestos a italianizar, ¿por qué sólo a medias?</p><p>Y luego está el problema de la pronunciación. Aquí se topa uno de los escollos de la poliglosia y (permítanme el neologismo) la poligramia, quiero decir la variedad de sistemas gráficos que arbitran las lenguas, más o menos coherentes para cada una, pero contradictorios entre sí. Yo he propuesto aquí pronunciar sin más a la latina, con lo cual habría que pronunciar <b>Cinchona</b>, sin pensárselo dos veces, /<i>kin-kó-na</i>/. ¡Mas, ay, no me gusta, no me gusta! La Academia española se queja de que llamen <i>cinchona</i> a la quinina, y no como se debería, <i>chinchona;</i> consiento con los académicos, pero es fácil hablando en castellano, idioma (supongo) del conde de Chinchón. ¿Pero qué hacemos con el <i>cinchona</i> latino?</p><p>Lo más gracioso, y perdonen que me alargue, es que he encontrado en la red una serie de vídeos y páginas donde enseñan <i>how to pronounce</i> nuestro género, y los que he oído coinciden en algo así como /<i>sin-có-na</i>/. Imagino que establecen no <i>cómo se debe pronunciar,</i> sino <i>cómo se suele pronunciar entre angloparlantes</i> (que no es lo mismo).</p><p>Para terminar, citaré una especie que, acabo de comprobarlo con sorpresa, los estudios moleculares han deportado a un nuevo género: sí, queridos, el <b>Chenopodium bonus-henricus</b> ya no es el <b>Chenopodium bonus-henricus</b> sino que es ahora, por lo visto, <b>Blitum bonus-henricus</b>, si hemos de fiarnos de las distintas wikipedias. Pero dejemos a esos caballeretes con su afición de cambiar nombres, y vamos al hecho: ¿habrá algún botánico serio, o aficionado raso como yo, a quien no le choque ese curioso nombre, <b>bonus Henricus</b> que, como es fácil adivinar, significa "el buen Enrique"?</p><p>Menciono esta especie botánica por eso, y porque he leído más de una vez (sin ir más lejos hace un rato en la wikipedia española) que tal específico lo creó Lineo en honor de Enrique IV de Francia, <i>le bon roy Henri,</i> quien (y en esto se ve la astucia etimológica del autor de la idea) fue un gran protector de botánicos. Que el sueco albergara tiernos sentimientos de gratitud por un rey francés muerto un siglo antes ya es sospechoso. Pero para comprobar la falsedad de esa etimología basta con acudir al <i>New Kreüterbuch</i> (de 1543): Fuchs afirma que este género <i>würt allenthalben Güter Heinrich genent</i> "en todas partes lo llaman el buen Enrique"; y nótese que esto se publica diez años antes de que naciera el bueno de Enrique Borbón, que en su cuna de Pau ni soñar podía con la corona francesa.</p><p>Si usted, amiga mía, no quiere ir al <i>Kreüterbuch,</i> vaya usted al <i>Dioscórides renovado</i> de Pío Font Quer, cuya ciencia hace vanos nuestros balbuceos. Allí, sub voce <i>zurrón</i> (el nombre que propone para el <b>Chenopodium bonus-henricus</b>; en Aragón lo llaman también <i>serrón</i> y <i>sarrión</i>), se lee lo siguiente: "<i>bonus-Henricus</i> es una simple traducción del alemán <i>guter-Heinrich.</i> Según Marzell, la fidelidad con que acompaña al hombre en sus viviendas campestres le ha valido aquella dignificación, como si encarnase cierto grado de humanidad afectuosa". Así pues, ese Heinrich, Henry o Enrique es aquí un genérico, como el <i>Jean-foutre</i> con que los franceses motejan al charlatán, o el <i>Mijail Potápich,</i> o <i>Micha</i> ("Miguelito") que en los cuentos rusos designa al oso.</p><p>Me he alargado mucho, pero me importa un bledo. No quiero ser descortés, sólo aprovechar la ocasión de señalar que la voz latina <i>blitum,</i> que ahora sustituye a <b>Chenopodium</b> y los diccionarios suelen interpretar como <b>Amaranthus</b> (al igual que su correspondiente griega, <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">β</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ί</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τον /<i>bli-ton</i>/), está en el origen del <i>bledo</i> castellano, tan proverbialmente denostado. Sí, así es: <i>blitum</i> > bledo. Quizá todo esto a usted le importe un <b>Amaranthus</b>, pongamos, <b>blitum</b> o <b>blitoides</b>.</span></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-34859686254815451172024-02-04T12:53:00.005+01:002024-02-11T19:40:00.760+01:00De nominibus botanicis VII: fitónimos honoríficos<p> Hora es ya de abordar la tercera de esas clases en que he repartido, provisionalmente, los nombres de plantas: los que llamo fitónimos honoríficos u honorarios. Muy antigua es la asignación a plantas de nombres de personalidades, divinas o no. (Y nótese que hablamos de nombres, no de plantas que la devoción dedique a un ser, como la encina a Zeus, el laurel a Apolo o la rosa a los monjes benitos.) Encontramos muestras de aquello en fitónimos actuales que continúan voces grecorromanas. Enumeraré unas pocas a título de ejemplo.</p><p>Entre los fitónimos que honran a dioses empezaré (por respeto al jefe) por el <b>Dianthus</b>, que califica al clavel como <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Διὸς ἄνθος o </span>"flor de Zeus"; y pues ya escribí sobre ello no me repetiré aquí. También de Júpiter, el correspondiente romano de Zeus, se honra el numen en nombres de vegetales: el <b>Juglans</b> o nogal es la "bellota (<i>glans glandis</i>) de Júpiter", pues el raro nombre del dios (<i>Juppiter Jovis</i>) tiene la raíz <i>*di-</i> "brillar", apenas adivinable aquí en la primera sílaba: <i>ju-</i> (las otras dos sílabas de <i>Juppiter</i> son del vocativo <i>pater</i> "padre").</p><p>Es tal la majestad de Júpiter que hasta su barba ha dado fitónimos: en efecto, la <i>jusbarba</i> o <i>jovibarba,</i> la "barba de Júpiter" o siempreviva, <i>joubarbe</i> para nuestros vecinos del norte, es interpretada en general como <b>Sempervivum</b>. Sin embargo, no parece ese el sentido en la <i>Naturalis historia</i> 16 76, donde se alude a que la <i>barba Iovis</i> odia el agua, y en jardinería admite la poda: una nota en mi edición afirma que Plinio está hablando de la fabácea <b>Anthyllis barba-jovis</b> que, como se ve, conserva el apelativo. (He visto usar la voz castellana <i>jusbarba</i> para traducir el francés <i>joubarbe</i>, referida a una <i>barba Iovis</i> interpretada en nota como <b>Sempervivum globiferum</b>, también llamado, creo, <b>Jovibarba globifera</b>; pero veo que el DRAE, siempre sorprendente, trae la palabra <i>jusbarba</i> como nombre --si he entendido bien-- del <b>Ruscus aculeatus</b>.)</p><p>Por la cuota femenina mencionemos a Afrodita, la diosa <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Κ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ύ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ι</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> /<i>kú-pri-a</i>/ o "chipriota", así llamada por haber nacido en o junto a Chipre o </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Κ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ύ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος /<i>ký-pros</i>/; </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">y ahí tiene usted por qué el metal de Venus es el cobre o "(metal) de Chipre"</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">. Pues bien, ensalza su divino</span> calzado el <b>Cypripedium</b> o "planta de la Cipria", esto es, "planta de Afrodita". Por mucho que se empeñe alguna página, <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πεδίον </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/<i>pe-dí-on</i>/ significa "llanura", y sólo de modo traslaticio "planta del pie". No cabe pensar que el inventor del nombre genérico confundiera </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πεδίον</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> con </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πέδι</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/<i>pé-di-lon</i>/</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "calzado", o el latín <i>pes</i> con el griego </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πούς</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">. Donde está el "zapatito" es en el específico <b>calceolus</b>, diminutivo de <i>calceus</i> "calzado".</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">A la diosa Cipria los romanos la llamaban <i>Venus</i> --en origen nombre abstracto del "impulso" (</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">venus veneris</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">) </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">sexual: de ahí el </span><b>Adiantum capillus-veneris</b> ("cabello de Venus"), la <b>Scandix pecten-veneris</b> ("peine de Venus"), la <b>Legousia speculum-veneris</b> ("espejo de Venus"), y por último (de momento) el <b>Umbilicus erectus</b> que antes fue <b>Cotyledon umbilicus-veneris</b> ("ombligo de Venus").</p><p>Además de los dioses, también los héroes o entes semidivinos dan nombre a diversos vegetales: Hércules (a quien los griegos llamaban Heracles) al <b>Heracleum</b>, Aquiles a la <b>Achillea</b>, el semipenco Quirón a la <b>Centaurea</b> y el <b>Centaurium</b>, de todos los cuales hemos escrito algo y por ende nos detenemos aquí.</p><p>Cabe citar aquí a la ninfa Dafne, amada en vano por Apolo, cuyo deseo burló convertida en árbol: el dios la adoptó como planta de su numen, y no la mencionamos aquí por eso, sino porque su nombre (<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Δ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">η es el nombre griego de la muchacha, y </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">η /<i>dáf-nee</i>/ es en griego el nombre del laurel) ha servido para un género de las timeleáceas (creo), entre las que se cuentan la <b>Daphne</b><b> laureola</b>: ésta ostenta como específico el diminutivo de <i>laurus</i> "laurel" (claro está que la <b>Laurus nobilis</b> se quedó con el nombre latino del "laurel noble"); parece que ya Teofrasto y Dioscórides llamaban a esta planta </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ει</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ής ("semejante al laurel") y </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">χα</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ι</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">η ("laurel humilde"), aunque me parece que no hay consenso en esto. Pero basta de dioses y diosecillos.</span></p><p>Pasando de los dioses y los héroes a los simples mortales, incluso éstos han dado su nombre a yerbas. Claro que no mortales cualesquiera, sino sólo los poderosos, o los médicos de los poderosos. Así, por ejemplo, <b>Eupatorium</b> honra a Mitridate VI, rey del Ponto, de cuya inclinación por la botánica y las ponzoñas creo que hicimos mención. Muchas páginas de la red atribuyen el género <b>Artemisia</b> a la diosa Artémide (esto es, la Diana latina, diosa de la noche y hermana de Apolo), pero yo me atengo a lo que escribió mi agüelo Plinio en el libro 25, párrafo 73 de su enciclopedia: que la planta se nombra así por la esposa, luego viuda, de Mausolo, célebre por el Mausoleo.</p><p>En cuanto a médicos, hay acuerdo en que el género <b>Euphorbia</b> honra a Euforbo, médico del cultísimo rey de Numidia Juba II; ambos, monarca y galeno, reciben honra en el nombre de la <b>Euphorbia regis-jubae</b>, especie que habita Canarias y el Magreb. (En griego <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὐ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ορ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">βία significa "rico pasto"; <i>regis Iubae</i> es el genitivo, significa "del rey Juba".) </span>Y la <b>Musa paradisiaca</b> o platanero se ha atribuido al médico de Augusto, aunque no sin contradicción.</p><p>Y basta por ahora de antigüedades. Vayamos a fitónimos de bautizo más reciente.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-19391831640722935912024-01-20T07:10:00.001+01:002024-01-20T07:21:57.617+01:00De nominibus botanicis VI: nombres descriptivos<p>Muchos son los fitónimos forjados para describir un carácter de la planta, o el vegetal en su conjunto. Así <b>Saxifraga</b> o <i>rompepiedras;</i> así quizá <b>Plantago</b>, que Meillet interpreta como metáfora formal (las hojas del llantén tendrían forma de <i>planta</i> del pie), aunque me pregunto si no tiene el nombre más que ver con el hecho de ser una hierba especializada en ser <i>pisable.</i></p><p>Pero más que en los nombres de género, el esfuerzo descriptivo se concentra, tengo esa impresión, en los nombres específicos: <b>repens</b> "reptante", <b>humilis</b> "humilde" o "próxima al suelo", <b>graveolens</b> o "de olor pesado"... Y no hay claro indicio, en mi opinión, de un reparto racional, a la hora de describir, entre el uso del latín (<b>parviflora</b> "de flor pequeña") y el del griego (<b>micrantha</b> "de flor pequeña"); ambos han sido los idiomas preferidos por los botánicos, al menos en el pasado milenio.</p><p>Latín y griego (quizá éste sobre todo) han sido cantera de tecnicismos botánicos, no necesariamente integrados en algún binomio lineano. Es el caso, pongamos, de <i>mesophilum</i> y <i>mesophyllum,</i> voces de formación griega cuya forma en latín todavía diferencia entre <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φίλος /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">fí-los</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "amigo" (mesófilo: vegetal de ambiente intermedio) y </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φύλλον /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">fýl-lon</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "hoja" (mesofilo: hoja de enmedio), mientras que en castellano sólo las distingue un rasgo tan problemático como el acento de palabra.</span></p><p>Omito aquí distinguir entre fitónimos heredados de la botánica antigua y neologismos creados por la botánica moderna, digamos del Renacimiento para acá. Creo que sería interesante esa distinción, pero estoy verde para hacerla. Barrunto que muchos términos de la nueva botánica han nacido con el propósito de describir la planta, si no es que fueron derechamente largas descripciones, como las de Bauhin y Plukenet.</p><p>A menudo hallamos en el fitónimo descriptivo un solo elemento léxico (como en <b>Plantago</b>): lo hemos visto en las geraniáceas, cuyo nombre es de origen griego y alude al parecido de sus frutillos con el largo pico de ciertas aves: así el <b>Geranium</b> (<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">γεράνιον </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ge-rá-ni-on/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "grullita", diminutivo de</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">γέρανος </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/gé-ra-nos/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "grulla"), el </span><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;"><b>Pelargonium</b> (de </span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πελαργός </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/pelargós/</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "cigüeña") o el </span><b>Erodium</b> (<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἐρῳδιός </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/e-roo-di-ós/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "garza").</span></p><p>Sin embargo, lo más frecuente en la terminología descriptiva son, si no me equivoco, las voces compuestas de dos elementos (como en <b>Saxifraga</b>, de <i>saxum</i> y <i>frángere</i>). Parecerá una tontería, y quizá lo sea, pero sospecho que nuestra oreja tiende a reconocer la composición léxica principalmente en palabras tetrasílabas, como ocurre con <i>soplamocos, cascanueces</i> o <i>pelagatos.</i> En cualquier caso, creo que las inquisiciones etimológicas se concentran en este tipo de palabras: con una de ellas, <b>Centranthus</b>, inauguré estas páginas.</p><p>¿Cómo abordar el rico caudal de fitónimos de este tipo? Los enfoques son infinitos. Arrastrado por mis hábitos, he escrito páginas sobre nombres que contienen la idea de "grande", "pequeño", "rojo", "verde", etcétera, esto es, las voces compuestas de <i>magnus</i> y <i>parvus,</i> o de <i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">μακρός</span></i> y <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μικρός</span>, de <i>ruber, viridis, luteus</i> y demás: es decir, tiendo a organizar las voces por sinónimos o elementos de composición, un criterio más filológico que botánico.</p><p>Se me ocurre que quizá sería mejor usar criterios de botánico y, por ejemplo, agrupar por un lado las voces que describen un detalle anatómico de la planta (caso de los mencionados <b>Geranium</b> &c, alusivos a la forma del fruto; o <b>Himantoglossum</b>, que expresa un detalle de la flor, y en ese caso clasificar según el nombre dibuje la flor, el fruto, la semilla, la hoja, etc.) y por otro lado agrupar las voces que describen la figura entera del vegetal. Claro en este supuesto me encuentro con dificultades.</p><p>Así, por ejemplo, <b>chamaecyparissus</b>, específico de una <b>Santolina</b>, parece describir la planta como un "ciprés enano" o "ciprés de suelo" (<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">κυπάρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ι</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σος</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> /</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ky-pá-ris-sos</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "ciprés", en latín <b>Cupressus</b>; </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">χα</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">αί</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ja-mái/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "en el suelo"), pero</span> la mención del ciprés en el fondo alude a la forma de la hoja, de igual modo que <b>chamaedrys</b>, aun significando "roble de suelo" (δρ<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ῦ</span>ς /<i>drýys</i>/ "encina"), en realidad compara las hojas festoneadas de la labiada con las del roble (pienso en el <b>Teucrium</b>: me parece que la observación falla para la <b>Verónica</b>): lo único que representa al conjunto de la planta es la idea de <i>chamae-</i> o <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">χα</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">αί</span>: esto es, "de dimensiones humildes" (como también lo expresa el específico <b>humilis</b>).</p><p>Ahora encuentro que hay unos árboles asiáticos y americanos que han recibido el nombre botánico de <b>Chamaecyparis</b>, supongo que por apócope de <b>chamaecyparissus</b>; aunque el <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">χα</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">αί</span> no les va nada, porque alguno alcanza, al parecer, los setenta metros.</p><p>Como se ve, la cabra tira al monte: de nuevo agrupo las palabras por coincidencia de significantes y significados; uno es más filólogo (sin serlo mucho) que botánico (en yerbas). Así, los fitónimos citados me recuerdan a la "manzana de suelo" o <b>Chamaemelum</b><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">, donde al conocido </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">χα</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">αί, que indica humildad o pequeño tamaño, se une en este caso </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ῆ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">mée-lon</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "manzana" (el correspondiente griego del <i>malum</i> latino). También en castellano la manzanilla toma el nombre de la manzana: opino que lo comparado en esta ocasión no es ninguna forma, sino el aroma de las cabezuelas florales.</span></p><p>De igual manera, todos estos <i>chamae-</i> me llevan, aun sin quererlo, al camaleón, que al fin y al cabo es una fiera, como el león, pero pequeñita y humilde cual tierna verónica: es un "león de suelo" (eso significa su nombre genérico, y también el específico en el caso del camaleón común que tenemos por aquí, <b>Chamaeleo chamaeleon</b>: si no me equivoco en la transcripción, el uno va a la latina, y el otro a la griega). [Nota sobre acentuación: <i>/ka-máe-le-o ka-mae-lé-oon/</i> para el reptil; /<i>ka-mae-cý-pa-ris</i>/ para los árboles, /<i>ka-mae-cy-pa-rís-sus</i>/ el teucrio, y /<i>ka-mae-mée-lum</i>/ la manzanilla.]</p><p>Antes de abandonar este apartado, quiero recordar que también entre estas voces se oculta la trampa: palabras hay que parecen significar algo, y probablemente nada significan, quiero decir que nunca sabremos qué significaron en su origen: así <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">καρυόφυλλον y las <b>Caryophyllaceae</b> tienen poca probabilidad, creo yo, de hallar su origen en las hojas del nogal. Pero Alá es más sabio.</span></p><p><br /></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-18492274713034718822024-01-07T15:14:00.006+01:002024-01-21T16:29:49.601+01:00De nominibus botanicis V: nombres no descriptivos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA4Y1gapLWPhsTzOhyphenhyphentUuHXyu7-7uxtC5mQ2wyeyzbX8ubrIir_cKO9MK1hY_kAvxiFsRUJBGvaEDBxtiC3Fn8c2Y1pZThFlZCR4VU8d0Yj0ATwsm09xWDYXFqibqzbURqW31nBmf9tZg2XDSI9_7qQCQS873bx0ZvqthppjdCh5EUpW8712F_r2bJx2sc/s2048/128_2803.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1536" data-original-width="2048" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA4Y1gapLWPhsTzOhyphenhyphentUuHXyu7-7uxtC5mQ2wyeyzbX8ubrIir_cKO9MK1hY_kAvxiFsRUJBGvaEDBxtiC3Fn8c2Y1pZThFlZCR4VU8d0Yj0ATwsm09xWDYXFqibqzbURqW31nBmf9tZg2XDSI9_7qQCQS873bx0ZvqthppjdCh5EUpW8712F_r2bJx2sc/s320/128_2803.JPG" width="320" /></a></div><br /><p> Decidido, pues, a circunscribirme a los binomios lineanos (o binómina o binómines o binómenes, que tan varias lecturas he encontrado), y con el fin de darme un aire más científico (hacer parada de sabio sin serlo), necesitaba ordenar y clasificar mi materia. Y en mi desamparo no se me ocurrió otra cosa que hablar de términos A) no descriptivos, B) descriptivos, C) honoríficos. No estoy orgulloso, pero no encontré nada mejor. ¡Qué añoranza del mundo medieval, donde todo se encasilla y numera! Cuatro elementos, siete planetas, doce meses, veinticuatro ancianos... Si los objetos tienen un número preciso, el discurso se vuelve apodíctico, incontestable.</p><p>Empiezo, pues, con los "no descriptivos". De este tipo son muchos de los nombres genéricos que la ciencia botánica hereda de la tradición clásica: <b>Pinus, Fagus, Rosa</b>... En general, estos nombres no son descriptivos, o al menos no nos lo parecen, en nuestro estado de conocimiento. No siempre, claro está, pues algunos de ellos sí implican cierta definición: caso de <b>Saxifraga</b>, cuyo nombre expresa el don de "romper piedras" (sean las que habita, o las renales). Ahora bien, a falta étimo seguro no ha faltado quien lo inventara: véase como prueba lo dicho sobre <b>unedo</b> (<i>unum edendi</i> según Plinio el Viejo), o sobre <b>Populus</b>, tan cándidamente confundido por los sacristanes con la voz "pueblo" latina.</p><p>Pero, aun sin étimo seguro, la historia de estas palabras suele tener interés. Tomo el caso de la voz <i>pastinaca,</i> ya en latín ambigua, pues (como <i>planta</i>) designaba a la vez una especie de zanahoria silvestre y un pez (hoy llaman pastinaca a cierta raya, por Lineo bautizada como <b>Dasyatis pastinaca</b>). El étimo de la voz latina <i>pastinaca</i> es problemático. Lo único evidente es el sufijo -aca, propio del habla popular, el mismo que hallamos en <i>lingulaca</i> (de <i>lingua</i>) o <i>verbenaca</i> (de <i>verbena</i>). ¿Acaso es <i>pastinum</i> (una especie de azadilla para plantar) el étimo de <i>pastinaca?</i> ¿Una metáfora formal justifica la aplicación del nombre al vegetal y al pescado? Es mera conjetura.</p><p>Ahora bien, la zanahoria silvestre en cuestión era, al parecer, la que hoy conocemos como chirivía, o también pastinaca, apio de campo, zanahoria blanca... Ésta recibió de Lineo el nombre clásico de <b>Pastinaca sativa</b>, aunque el basiónimo es, creo, <b>Daucus visnaga</b>, y fue asimismo llamada <b>Apium visnaga</b>. El nombre latino ha derivado en catalán a <i>pastinaga,</i> que en Cataluña designa a la zanahoria común o <b>Daucus carota</b>.</p><p>Ese nombre específico de <b>visnaga</b> tiene su interés: recuerda la voz <i>biznaga,</i> que en el sur de España denominó al mondadientes; yo la conocía por mi afición a Góngora, en una de cuyas letrillas más simpáticas la biznaga denuncia la triste dieta de un hidalgo pobretón:</p><p> <i>Que se ufane don Pelón<br /></i> <i>de haber comido un capón,<br /></i> <i>bien puede ser;<br /></i> <i>mas que la biznaga honrada<br /></i> <i>no diga que fue ensalada,<br /></i> <i>no puede ser.</i></p><p>Pues bien, resulta que esa voz, <i>biznaga</i> o <i>bisnaga,</i> es el resultado de <i>pastinaca</i> en el llamado romance mozárabe de la península, donde la P- inicial se hace sonora y la palabra queda registrada en varias formas, entre ellas <i>bastinaq, bistinaqa, bisnaqa</i>. ¿Y qué tiene que ver la zanahoria con la biznaga? La respuesta la encontré en el zoco de Marraquech, donde hallé a la venta cabezuelas secas de cierta umbelífera: cada radio de la umbela era un práctico escarbadientes (así los llaman en Argentina, al menos los Luthiers) y como tales se vendían.</p><p>Luego supe que la umbelífera del zoco marroquí era conocida en botánica como <b>Ammi visnaga</b>. ¡Prodigioso! Así que resulta que la voz latina <i>pastinaca</i> ha parido un doblete, y dado lugar a dos fitónimos distintos, el genérico <b>Pastinaca</b>, y el específico <b>visnaga</b> que define una especie de <b>Ammi</b>. Para más certidumbre, encuentro que el <b>Ammi visnaga</b> recibe en Portugal, entre otros, el nombre de <i>paliteira,</i> y en Cataluña el de <i>escuradents.</i> (Por cierto que es otro el significado de <i><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Biznaga_malague%C3%B1a">biznaga</a></i> en la Málaga de hoy, y ahora nombra famosamente un premio cinematográfico.)</p><p>Así pues, <b>visnaga</b> ejemplifica el hecho de que no sólo el latín o el griego, sino las mismas lenguas vivas han aportado su léxico al caudal botánico; yo diría que un ejemplo de ello es también <b>Merendera</b>, que creo tomada del castellano (pues en latín habría sido más bien <i>merendaria</i>), y algo parecido hemos visto con <b>eskia</b>, que Luis Ramond adoptó de una lengua pirenaica, o con el <b>azedarach</b>, voz persa que especifica a la <b>Melia</b>, y, en fin, con tantas plantas tomadas de varios rincones del mundo, para cuyo ejemplo me limitaré a mencionar la <b>Nicotiana tabacum</b>, donde el genérico inmortaliza a un filólogo y diplomático francés, pero el específico (<b>tabacum</b>) está tomado de algún vocablo americano, no hay acuerdo sobre cuál, de qué lengua, o con qué significado, pero sí que está tomado de un nombre vernáculo del Nuevo Mundo.</p><p>Habiendo mencionado fitónimos tomados del latín y de otras lenguas, debería aportar ejemplos tomados del griego, lengua que es quizá la más fértil en la fitonomástica: acabamos de mencionar <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">με</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ία o </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μελίη </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/me-lí-aa</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> o <i>me-lí-ee</i>/ (que significaba "fresno" y se aplicó al árbol nacional persa); y podríamos aducir mil más. Mas para que no se crea que todo lo griego tiene dos mil años, quiero aludir a la <b>Euphrasia</b>: nadie dudará de que </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὐ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ία es griego (significa "alegría"), pero este fitónimo está documentado, si no me equivoco, sólo desde el siglo XVII.</span></p><p><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;">Lo malo con el griego es que algunos lo tienen tan remoto que parece darles igual lo que signifique o cómo se transcriba: acabo de encontrarme con una culebra americana a la que han bautizado <b>Agkistrodon</b>, horrible vocablo que prueba que el buen zoólogo que la describió ni sabía ni tuvo la fortuna de encontrar quien alcanzara unas nociones elementales de griego.</span></span></p><p><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;">[Ya sabía yo que la tenía por algún lado: añado la foto marroquí de las que creo ser biznagas, o cabezuelas secas de <b>Ammi visnaga</b>. El pie (no el pie de foto, sino el pie humano que en ella aparece) es de mi amiga Isabel B.B., la fotógrafa, que no me ha dado permiso para reproducirla pero me lo va a dar.]</span></span></p><p><br /></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-46625565862226989472023-12-27T19:54:00.000+01:002023-12-27T19:54:11.428+01:00De nominibus botanicis IIII: de los nombres comunes y vernáculos<p>Es curioso, pero no se pregunta por el sentido de <i>pino, clavel</i> o <i>margarita:</i> voces que damos por sabidas, cuya genealogía no necesitamos averiguar. En parte por eso hice el propósito, de buen comienzo, de no tratar aquí de los nombres comunes o vernáculos entre los vegetales. En efecto, las preguntas de los amigos no se orientaban ni a las voces comunes ni al idioma propio, sino a las específicas lineanas, y al latín o al griego.</p><p>No es que no sea interesante la etimología de esas voces. Una niña de seis años me sorprendió con una pregunta insólita para su edad: ¿por qué llamamos <i>plantas</i> a los geranios, y también a las de los pies? La respuesta, que no supe, la leí en el diccionario etimológico de Meillet: parece que lo que une a ambas <i>plantas</i> es el hincarse en la tierra: la <i>planta</i> (vegetal) se <i>planta,</i> igual que la otra. Y la filología demuestra que la voz castellana es un cultismo, en cuanto conserva el grupo PL- inicial; en cambio, la voz patrimonial ha mudado ese grupo en LL-, de ahí las <i>llantas</i> de nuestros vehículos, que también <i>plantan</i> sus huellas en la tierra.</p><p>Otra causa de mi desvío es que me siento más inseguro con los nombres vernáculos castellanos. Los nombres vernáculos en general tienden a formar selvas inextricables, y ahí me pierdo. No es que sepa mucho más de latín o de griego: es sólo una cuestión de comparación. Un amable lector dijo que mis escritos eran muy eruditos: no quise averiguar si era halago o censura. En todo caso, siendo infinita nuestra ignorancia, es mucho más probable que ésta se transparente más en nuestras palabras que la supuesta ciencia. El que osa abrir la boca siempre hace más alarde de necio que de sabio, pero, ¿qué amistad se sostiene sobre el mutismo?</p><p>Pero, insisto, los nombres comunes, sean objeto de curiosidad o no, son de gran interés, al menos a mí me lo parece. En griego, por ejemplo, la planta recibe no el nombre genérico de <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φυτόν /</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">fy-tón</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/, adecuado a todo el reino vegetal (algo escribí aquí sobre el verbo </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φύω)</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">, sino </span>el de<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">β</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">η</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> /<i>bo-tá-nee</i>/, que se circunscribe a las plantas útiles por sus virtudes médicas o alimenticias: una prueba evidente del interés estricto con que nació la botánica.</span></p><p>Es de notar, por lo demás, que muchos de los términos aludidos no responden a un étimo claro o, aun teniéndolo latino o griego, éste facilita poca o ninguna información sobre el vegetal y su función. Y en castellano abundan los nombres de plantas que, a falta de etimología clásica, se exornan con la consabida etiqueta de "prerromano", esto es, averígüelo Vargas: arándano, meruéndano, piruétano, árgoma, escaramujo...</p><p>Además, no pocos de los nombres botánicos que en las guías pasan por nombres "populares", no son sino una mera traducción de los nombres latinos o griegos. Caso muy conocido es el de la gayuba, a la que algunas guías dan como nombre castizo el de "uva de oso"; ahora bien, puesto que en griego el oso se llama <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἄρκτος </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/árc-tos/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">, y el racimo de uvas </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span>σταφ</span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">υ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span>λή <i>/stá-fy-leé/</i> (razón por la cual los cocos que se arraciman se llaman estafilococos), el presunto casticismo se reduce a traducción mera del griego, como ya lo es el nombre latino <i>uva ursi</i> (que la ortodoxia gráfica de los binomios lineanos exige unir con guión): <b>Arctostaphylos uva-ursi</b>.</span></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Como último argumento diré que me disgustan los nombres piadosos que abundan en los presuntos nombres populares: la piedad del monje o del párroco herborista ha plagado nuestra nomenclatura vernácula de nazarenos, zapatitos de la virgen, varitas de san José, candelillas de san Juan, píos nombres a menudo bañados en almíbar de diminutivos, como menús en restaurante de vanguardia. Pero, en fin, esto ya entra en la psicopatología...</span></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-30700083721702542902023-12-27T19:51:00.000+01:002023-12-27T19:51:20.279+01:00De nominibus botanicis III: sobre lo correcto y lo incorrecto<p> Filólogo, el nombre lo dice, es amigo de las palabras. De todas: de las finas y de las rudas, de las antiguas y de las modernas. Eso quizá explica por qué con frecuencia el filólogo lamenta el desdén con que los hablantes arrinconan palabras elegantes, breves y precisas, a menudo en favor de otras vagas, cacofónicas, o sesquipedálicas. Si estuviera en su mano defender con éxito una sola palabra, ahora mismo devolvería la vida a <i>eficaz,</i> hermoso adjetivo que, en este momento mismo, está siendo asesinado por <i>efectivo</i> (de muy otro significado), igual que la horrible <i>efectividad</i> está dejando moribunda a la clara y simple <i>eficacia.</i></p><p>¿Acaso está el filólogo para decirle al ciudadano, como al niño el maestro, lo que está bien y lo que está mal dicho? No. No es mi objetivo, en todo caso. No pretendo fijar lo correcto o lo incorrecto, sino sólo proponer la mejor forma, en caso de ser aceptadas ciertas premisas. No obstante, aclarar esto a cada paso es bien aburrido, y como odio aburrirme, estoy ya resignado a que alguno me tome por un dómine.</p><p>Anda, que no es poco el trabajo el de castigar el idioma (así se decía antaño a <i>purificar</i>). Un lector, o lectriz, creo, tuvo la amabilidad de comparar esta página con el excelente <i>Dardo en la palabra</i> de Lázaro Carreter, obra necesaria, pero empeño de Sísifo: vano, aun con el prestigio de don Fernando. Cierto que el <i>Dardo</i> nos entretuvo a muchos y, aunque no hubiera tenido otro efecto, le estamos por ello agradecidos.</p><p>Importante argumento que añadir, y que todo filólogo conoce: ¿qué otra cosa es la historia de la lengua, sino una historia de errores? No metafórica o figuradamente, sino errores simples y meros. Todas esas pretendidas leyes fonéticas, eso de que el grupo PL- da LL- o que la -T- entre vocales sonoriza en -D-, o que el significado de <i>calidus</i> "caliente" evoluciona a <i>caldo</i> "manjar líquido", ¿son acaso otra cosa que acumulación secular de pequeños errores de imitación? Pues los hablantes aprendemos, de niños, imitando, y seguimos imitando de mayores. Pero fallamos, no como escopeta de feria, pero, con el tiempo, en medida muy notable.</p><p>Y no todo error es negativo. Como en la vida misma, el error es la materia prima de la evolución, que tiende a sostener los errores útiles, e incorporarlos al torrente vital, y a descartar los desaciertos y hacerlos perecer. Esto nos reanima. ¡Hemos visto nacer y morir tantas palabras! Hace cuarenta años nos asfixiaban de <i>en base a</i> y <i>a nivel de,</i> que hoy ya ni recordamos.</p><p>Más de una vez he oído protestar, por ejemplo ante la censura de un barbarismo: "¡Eh, caballero! ¡Que la lengua se adapta! ¡Si no fuera así, seguiríamos hablando latín!" Cierto, cierto. O griego. O frigio, como pretendió un faraón, según Heródoto; o hebreo, o vascuence... En fin.</p><p>Se puede estar de acuerdo con la protesta; pero acuerden también conmigo en que una cierta fijación de la lengua (como la Academia pretendía otrora) es conveniente para la comunidad. Cuanto más lábil el idioma, tanto mayor desamparo del ciudadano ante el poder y la ley. Por otra parte, ¿es posible el gobierno sin un idioma común consolidado?</p><p>Ea, pues, dejemos un rato ir las cabras al trigo. ¿Es decente que una ministra portavoz del gobierno confunda <i>vergonzante</i> y <i>vergonzoso?</i> ¿Es de recibo que los locutores, en vez de decir <i>suele</i> o <i>es frecuente,</i> machaquen con ese híbrido horrible y carente de significado, <i>suele ser frecuente?</i> ¿Qué creerán algunos que significa <i>mantener,</i> cuando minuciosamente lo sustituyen por la pesada locución <i>seguir manteniendo?</i> ¿Tendrá el cuajo la Academia de aceptar algún día la expresión agramatical "yo soy de los que opino que..."?</p><p>Y luego ese desaforado amor a la hipérbole, esa pasión por lo dramático que este mundo publicitario fomenta. ¿No basta dar la alarma, que a la mínima han de <i>saltar todas las alarmas?</i> ¿No hemos de <i>poner atención, tener cuidado, andar con ojo</i>, sino que todo ha de ser <i>extremar las precauciones?</i> Y dígame, señora, ¿qué significa su <i>extremar,</i> cuando me pide que <i>extreme mucho las precauciones?</i></p><p>Vale, ya me he desfogado. Es de observar que toda innovación teleñólica tiene como característico el ser no sólo más vaga, sino también más larga. Al político le encanta apesadumbrar el idioma con largos vocablos. De todas las memeces que produce el teleñol, la única que estoy por admitir, pese a ser aburrida como toda reiteración, es ese <i>sí o sí,</i> que al menos tiene la ventaja de ser más rápida o eficaz que <i>a la fuerza, por necesidad, quieras que no</i> o cualquier otra expresión equivalente.</p><p>Pese a todo lo dicho, quiero afirmar solemnemente que lo mejor de la lengua es, en mi opinión, que cada cual puede usarla como le salga de la boca, y no poca ventaja es que nadie puede poner puertas a ese campo, por más que se haya intentado: no recuerdo mayor ridículo de nuestro parlamento (y mira que los hizo y hace) que la pretensión de algunos congresistas de legislar sobre el uso de la palabra <i>nación</i>. Hoy vienen las censuras del otro bando, y los hoscos paladines del progreso pretenden avergonzarnos por usar tal o cual frase. Goebelillos, diestros o zurdos: que os den morcilla.</p><p><br /></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-85058421922533589642023-12-27T19:37:00.000+01:002023-12-27T19:37:33.256+01:00De nominibus botanicis II: de etymologia<p>Si la filología, ocupada en asunto tan etéreo como las palabras (puro aire al fin), es saber resbaladizo, mucho más lo es la etimología, proclive al resbalón y aun al batacazo.</p><p>El problema es que todos, queramos o no, somos etimólogos. Para sustentar nuestra débil memoria, necesaria para hablar, buscamos, aun sin saberlo, el parecido entre las palabras, y hallamos parentescos y filiaciones entre ellas: no en vano se llamó <i>analogía</i> a lo que hoy conocemos como <i>morfología.</i> Esos parentescos forjados, y nuestros fallos de memoria, crean graciosos solecismos, como el de la modelo que ya no estaba en el <i>candelabro,</i> o el edil corrupto que, ignorando quién fuese Esténtor y pensando en la ostentación, decía <i>ostentóreo</i> en lugar de <i>estentóreo.</i></p><p>Ahora bien, si formulamos en serio, y no al calor del discurso, una etimología, deberíamos al menos respetar la gramática y la fonética.</p><p>Tengo un ejemplo cercano. La loma entre Tarazona y Borja está documentada desde antiguo como <i>la Ciesma,</i> nombre que le daban los naturales. Pues bien, a un erudito local, en posesión de un latín de sacristía, le ocurrió creer que Ciesma era una deformación de su auténtico nombre, <i>Diezma</i> según él, derivado de <i>Decima,</i> explicable en el hecho de que los pastores subían allá para separar el diezmo del obispo. Tal etimología es absurda desde el punto de vista filológico (¿de cuándo acá D- da C-?, por decir sólo lo más chocante de esa propuesta), pero también desde el sociológico: ¡qué extraordinaria costumbre pastoril, la de subir al otero a clasificar el ganado!</p><p>Por tonta que fuera, tal etimología agradó a las autoridades (que ignoran quién fue Tácito pero han visto todas las de Liz Taylor), y en el camino a la Ciesma pusieron el cartel: "A la Diezma". Y lo gracioso fue que la población, en lugar de poner el grito en el cielo, <i>prona veluti pecora,</i> aceptó lanarmente el dictamen oficial y pasó a considerar <i>Ciesma</i> como su propia corruptela. Una vez más gana Humpty Dumpty: no importa qué significan las palabras, sino quién manda aquí.</p><p>¿De dónde viene la palabra Ciesma? No se sabe. ¿Tan difícil es reconocer esto? El volumen de lo desconocido es infinito, no nos agobie desconocer una cosa más. Es el error de la educación: enseñamos a conocer, cuando deberíamos enseñar a ignorar (que requiere no poco estudio). Por lo demás, no se preocupe el pedagogo: los alumnos verán salir su ignorancia por todas las costuras. Ahora bien, a las autoridades dales latín y cuentos chinos: como a los de Daroca, que se tragaron lo del tributo anual de la oca en cuanto sonó en idioma del Lacio: <i>dare aucam.</i> ¡Ay, latín, cuántas tonterías se dicen en tu nombre!</p><p>No, no basta buscar los parecidos. Un buen estudio etimológico exige un seguimiento histórico de la palabra lo más preciso posible. Naturalmente, eso es lo que el etimólogo anhela, pero a menudo no está a su alcance. Ha de conformarse, entonces, con conjeturas, o, simplemente, con decir con Sócrates y Francisco Sánchez: "No sé".</p><p>En resumen: la etimología es ciencia conjetural y muy inclinada a error, y el etimólogo serio debe limitar su aspiración a no decir demasiadas bobadas.</p><p>Por último, un malentendido quiero deshacer. El propio término <i>etimología,</i> nacido de la voz griega <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἔ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">υ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον /<i>é-ty-mon</i>/ "auténtico", invita a pensar que la etimología provee el "auténtico" significado de la palabra. Pues no. El auténtico significado de una voz depende, ay, del acuerdo de los hablantes y a veces, por lo que vamos viendo, del capricho del señor alcalde: no de la historia de la palabra. Eso sí, esa historia es a menudo muy divertida, y nos enseña no pocas cosas sobre nuestro pensamiento y las circunvoluciones del humano hablar.</span></p><p><br /></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-7281648905443517072023-11-30T16:03:00.002+01:002023-11-30T16:06:05.938+01:00De nominibus botanicis I<p> Me piden unos amigos que hable un rato sobre nombres botánicos, y con esa excusa doy un repaso a estas páginas y me entretengo en reflexiones, cándidas y prolijas, que sería sádico asestar a una audiencia apresada por la urbanidad y las convenciones sociales, pero que impunemente puedo airear en este lugar, de donde al lector le basta hacer un clic para salir corriendo.</p><p>La botánica se puede definir, huyendo de lo académico, como la amorosa atención dedicada al vegetal, una atención aguda y perseverante si que quiere avanzar en ello. Claro es que interesa identificar a cada vegetal para su estudio, identificación representada en su bautizo con este o aquel nombre. Cómico sería que comenzáramos por estudiar una prímula y al día siguiente, por confusión, siguiéramos la descripción con una peonía: nos saldría ese monstruo de Horacio, medio pez medio primate. Pero el nombre viene a ser como el paso previo para el conocimiento: la ciencia viene después.</p><p>Por eso quise encabezar estas páginas con la sentencia de Bubani: no son los nombres los que hacen la botánica, sino la observación diligente de las plantas, y su exacta descripción. El identificar a una planta con un nombre viene a ser el grado cero del conocimiento sobre el vegetal.</p><p>Das nombre a una hierba y ya parece que sabes algo. Si en vez de llamarlo "pino" lo llamas <b>Pinus uncinata</b>, el vulgo te doctora en pinología, y tú puedes pasar del pinito en cuestión y desentenderte de su fisiología, de su modo de enfrentar las dificultades, de averiguar si almacena sus recursos, de conocer cómo seduce a los distribuidores de semillas y, en fin, el número infinito de cosas que ignoras del pino. El principal enemigo del estudioso es la ilusión de saber. El espejismo del conocimiento es, en general, la más insidiosa fuente de error. Si amas la botánica, empieza por conocer las plantas por sus nombres, pero no te quedes en ello.</p><p>La ciencia, en efecto, está en los detalles.</p><p>Quienes esto lean (imagino serán sobre todo aficionados a las plantas) echarán de ver aquí más de un error, causado por la ignorancia, pues la botánica, como ciencia, necesita la mayor precisión, y por ende una nomenclatura específica difícil, tal vez imposible de poseer con plenitud. Glumelas, úrnulas, bractéolas, sépalos, apomixis, matriclina... Todos estos términos a los profanos nos resultan excesivos, porque miramos a las plantas de lejos, como elementos del paisaje, pero parecen necesarios al fitólogo, que echa mano de la lupa y del microscopio, que acerca sus narices al tubérculo, que contempla la flor por delante y por detrás: otorga, en fin, toda la atención a su objeto de estudio.</p><p>Por la misma razón, en estas páginas, que aúnan, en proporción modesta, botánica con filología, los lectores han de soportar a menudo términos abstrusos (aféresis, diptongación, properispómena), y aun así debieran agradecer la contención de quien escribe, pues, si dejase a sus cabras libre el trigo, pasaría el rato entregado a sus objetos favoritos, las interdentales, las aposiopesis, las asimilaciones de grado...</p><p>Porque, estando la ciencia en los detalles, el filólogo ha de mirar atentamente las palabras, como atentamente mira el botánico una lamiácea o un abedul.</p><p>La observación atenta hará notar que lo llamado <i>pluvia</i> por los romanos recibe entre nosotros el nombre el de <i>lluvia,</i> y del mismo modo al <i>plantago</i> lo llamamos <i>llantén,</i> y de un cubo que los romanos darían por <i>plenus</i> nosotros lo vemos <i>lleno.</i> Llegaríamos así a la importante conclusión de que toda PL- inicial romana resulta en una LL- inicial castellana. A esa observación le daríamos el respetable título de "ley fonética", cosa que nos encanta a los aficionados a las palabras.</p><p>Así podríamos observar, viendo que la <i>vita</i> romana es nuestra <i>vida,</i> y un <i>mutus</i> latino es un <i>mudo</i> castellano, y un <i>latus</i> de Roma es un <i>lado</i> de Soria, que toda -T- intervocálica latina da en nuestro idioma una -D-; o emparejando <i>rapidus</i> con <i>raudo, hominem</i> con <i>hombre</i> y <i>dominum</i> con <i>dueño</i> alcanzaríamos a ver que el español ha perdido la sílaba débil de las esdrújulas, la que sigue al acento: así se explica que lo que en latín se decía <i>cálidus</i> "caliente", se diga en español <i>caldo.</i> Obsérvese que el significado también ha evolucionado; se conserva, sin embargo, en <i>cálido,</i> palabra no evolucionada del latín, sino tomada en préstamo.</p><p>Bien, este es mi vicio privado, y procuro en estas páginas contenerlo en lo posible. Pero las cabras...</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-58053468907960322402023-10-28T19:15:00.006+02:002023-11-01T06:54:58.833+01:00Piedras II<p>Razón tiene Daniel sobre la palabra griega <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/lí-zos/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "piedra", más o menos equivalente de </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ς y más viva que esta última en la actual literatura científica. De hecho, nuestra lengua o, mejor dicho, las lenguas europeas en general (que de continuo se han enriquecido a base de griego y latín) están llenas de términos como <i>monolito</i> (</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">μόνος </span><i style="font-style: italic;">/mó-nos/</i><span style="font-style: normal;"> "único") o </span><span><i>litosfera</i> (</span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σφαῖρα </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/sfái-raa/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "esfera"): la segunda sigue reducida a su ámbito originario de la geología, mientas que la primera, en cambio, ha saltado al uso común y se habla, por ejemplo, de una "fe monolítica" o un "apoyo monolítico". La enseñanza pública ha vulgarizado términos como <i>paleolítico</i> o <i>neolítico</i> creados para designar períodos históricos (o prehistóricos). Y para la técnica de grabado sobre piedra caliza (que Francia puso de moda en el siglo XIX) se creó el latinismo <i>lithographie,</i> en español <i>litografía</i> (</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">γρά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φω </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/grá-foo/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "dibujar"). Baste con estos ejemplos.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Usa la botánica muchas voces derivadas de </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος, y basta consultar el <i>Diccionario de botánica</i> de don Pío Font para pescar unas cuantas en su orden alfabético. Por ejemplo, <i>litófito</i> (</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φυτόν </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/fy-tón/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "planta"), </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">que describe al vegetal capaz de crecer sobre la roca viva (como musgos y líquenes). Curiosamente, si invertimos los términos obtenemos </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">fitolito,</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> que designa el vegetal fósil, de igual modo que </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">litofilo</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> y </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">litóxilo</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> son aplicados a la hoja y a la madera, en ese orden, petrificadas o fósiles.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Me sorprende encontrar la palabra </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">litíasis</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> (con qué probidad acentúa don Pío) que para mí era el nombre que la patología daba a la formación de piedras (por ejemplo en el riñón): pero veo que también se forman piedras en los frutos (por ejemplo en las peras, por la picadura de un tal </span><b style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Calocoris fulvomaculatus</b><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">, un hemíptero más esbelto y </span><a href="https://www.alamy.es/salto-femenino-bug-calocoris-fulvomaculatus-capside-obras-de-arte-este-depredador-especie-vegetal-bug-mide-entre-5-8-7-0-mm-tiene-muy-pequenas-alas-m-image335465915.html" style="font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">elegante</a><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> --con las manchitas amarillas que su nombre anuncia-- que la mayoría de las chinches). Con ello la litiasis entra de lleno en la botánica.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">En cambio, nombres de género basados en </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος he encontrado pocos. Supongo que habrá más, pero me limito a los que tengo registrados en mis papeles.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">El que mejor conozco es <b>Lithospermum</b>, hierba bastante común (por mi pueblo al menos abundan las especies <b>arvense</b> y <b>officinalis</b>, si no me equivoco). En ese término, consagrado por Lineo a mediados del XVIII, la voz examinada se combina con </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σπέρμα /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">spér-ma</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "semilla" en un nombre descriptivo, alusivo a la dureza, verdaderamente pétrea, de la bolita germinal de esta boraginácea.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Boraginácea es también la <b>Lithodora fruticosa</b> Griseb 1846, una planta que abunda no menos por los secos tomillares de mi entorno, de los que a menudo, como esta pasada temporada, es, con sus abundantes embudos azules y violetas, la única ilustración floral destacada. Este arbusto siempre lo recuerdo por el curioso nombre de "hierba de las siete sangrías", porque, vaya usted a saber por qué, me falla la memoria con el binomio botánico; espero que escribir esto me ayude en el futuro.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">En mi opinión, en <b>Lithodora</b> se combina </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος "piedra" con </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δό</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α /<i>dó-ra</i>/ "pellejo" (de la misma raíz *der-/dor- que </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μα /<i>dér-ma</i>/ "piel")</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">. He visto en la red que el basiónimo es </span><b style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Lithospermum fruticosum</b><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> L 1753, por lo que la voz </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">lithodora</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> la debió de crear Grisebach, supongo, para distinguir el género sin alejarse mucho de la forma original dada por Lineo, y describir a la vez la que parece característica de este arbusto: la rígida dureza de sus ramillas.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Por cierto que he leído en la red alguna explicación falsa, en mi opinión, del específico <b>fruticosa,</b> como si aludiera a los frutos; pero esa palabra, como creo haber escrito ya, no tiene nada que ver con el término latino para decir "fruto", sino con <i>frutex</i> "arbusto". <i>Fruticosus</i> significa, pues, "arbustivo".</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">No conozco, pero parece que habita las costas españolas, el alga </span><b style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Lithophyllum incrustans,</b><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> con la que no recuerdo qué trato he tenido. Pero es hermosa, según se puede ver en una página de la </span><a href="https://www.asturnatura.com/especie/lithophyllum-incrustans" style="font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">red</a><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;">. Ese <i>lithophyllum</i> es la forma latina del <i>litofilo</i> arriba mencionado, y deriva, claro es, de </span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος "piedra" y </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φύλλον "hoja".</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Por mi parte ya tendría que viajar a África, a Namibia y por ahí, para encontrar otras derivados de </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος, aunque a nuestros viveros llegan hace tiempo no pocos ejemplares de esas plantitas que por vivir disfrazadas de piedra reciben el adecuado nombre de "pinta de piedra" o </span><b style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Lithops</b><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> (</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὤψ /</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">oóps</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "apariencia"). Según</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> la </span><a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Lithops" style="font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">wikipedia</a><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;"> son de la familia de las aizoáceas.</span></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">No quiero abandonar esta página sin darme el gusto de mencionar, aunque caiga fuera ya de la botánica, a esa especie de fino mejillón llamado por la ciencia "comepiedras", esto es,</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><b style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Lithophaga lithophaga.</b><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> La litófaga excava galerías en la caliza disolviéndola con ácido, tal que se diría que come piedra. En su nombre zoológico, al primer componente, </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ίθ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος "piedra", se une el conocido aoristo griego</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἔφ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">γον /<i>é-fa-gon</i>/ "comí".</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Mi primer encuentro con ese mejillón litófago ocurrió en un artículo de Jay Gould que (acabo de comprobarlo) ha desaparecido de mi biblioteca; pero tuve el capricho de apuntar lo que el traductor, Joandomènec Ros, indicaba en nota: que eran un manjar exquisito. La wikipedia informa ahora de que la ecologista Europa tiene ya prohibido su consumo. Pero en octubre de 1654 el cardenal Retz tuvo ocasión de probarlos en Mahón, Menorca, por gentileza de un tal Fernando Carrillo. Más que el sabor de las litófagas, al cardenal debió de llamarle la atención el trabajoso procedimiento de extraerlas de la roca, pues es lo que describe con más demora en sus famosas memorias. La </span><a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Lithophaga_lithophaga" style="font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">wiki francesa</a><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> nos informa de ello, y de que también figuran estos lamelibranquios exquisitos en la novela de Jules Verne <i>L'île mystérieuse</i> con el nombre de <i>lithodomes.</i></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> Si la wiki lo dice...</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><br /></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><br /></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><br /></span></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-80877586220619324682023-09-30T20:59:00.000+02:002023-09-30T20:59:29.576+02:00Piedras<p> Como es sabido, nuestra palabra <i>piedra</i> viene de la voz <i>petra</i> usada por los romanos. Pero en latín la palabra castiza para "piedra" es <i>saxum,</i> étimo de <i>saxífraga</i> (creo haberlo escrito aquí). Las buenas latinistas (dice Meillet; yo lo pongo en femenino en homenaje a Sandra Ramos) evitan usar <i>petra,</i> viejo préstamo popular del griego <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα</span> /<i>pé-traa</i>/ y forma de éxito en romance, como lo atestiguan la propia voz <i>piedra,</i> san Pedro desde los altares, y los que gastan aceite de piedra (esto es, petróleo) cuando viajan a Petrogrado.</p><p>La voz griega <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif;">π</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif;">έ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif;">τ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif;">ρα</span> </span>está también presente en la nomenclatura botánica, así como su variante <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ς /<i>pé-tros</i>/ y el adjetivo derivado </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">αῖ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος /<i>pe-trái-os</i>/, latinizado </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><i>petraeus</i> y en esta forma presente en no pocos nombres botánicos. Ese adjetivo cuadra a ciertas plantas que prefieren desarrollarse sobre sustrato rocoso, afición que se denomina </span><i>petrophytia.</i> Por su parte la planta se calificaría de <i>rupícola,</i> voz en este caso derivada de <i>rupes</i> (otra forma latina de llamar a la roca, que da a su vez el adjetivo <i>rupestre</i> aplicado a la pintura sobre piedra).</p><p>De los géneros que contienen la voz <span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα</span> el primero que se presenta es <b>Petrocallis</b>, donde parece estar esa voz como primer componente. El segundo me resulta más difícil de adivinar. Leo en una página de la red que se trata de <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span>κ</span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">άλλ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span>ος</span></span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/<i>kál-los</i>/ "belleza"; no lo veo claro, pero no tengo opción mejor. Desde luego la</span> <b>Petrocallis pyrenaica</b> es una hermosa florecilla: yo la he visto en el pic de Midi de Bigorre.</p><p>En cuanto a <b>Petrocoptis</b>, creo haber escrito ya aquí que el nombre de ese género se creó sobre el patrón de <i>saxifraga:</i> los calcos latinos de voces griegas abundan; aquí tenemos el caso inverso, el calco de una voz latina con elementos griegos. Claro es que, mientras <i>saxum</i> se traduce en <span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα</span>, el verbo <i>frango</i> se vierte con el equivalente griego <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">κό</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">πτ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ω /<i>kóp-too</i>/ "cortar". </span>Esta etimología la provee correctamente <a href="http://www.floraiberica.es/floraiberica/texto/pdfs/02_049_28_Petrocoptis.pdf">Flora Ibérica</a>.</p><p>Idéntico principio ha guiado la formación de <b>Petrorhagia</b>, aunque el segundo elemento es en este caso el verbo <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ῥ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ή</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">γ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">υ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ι /<i>reég-ny-mi</i>/ "romper", el mismo implicado en <i>hemorragia</i> (significa "ruptura de sangre", y quizá debiera haber sido </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">angiorragia,</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> ya que se refiere a la ruptura de un vaso sanguíneo). En resumen, todos estos géneros son más o menos sinónimos de </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">rompepiedras,</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> que viene a ser el calco en castellano de </span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">saxífraga</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">.</span></p><p>También está <span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα en el nombre del género</span> <b>Empetrum</b> (y de su entera familia, las empetráceas): <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἔμ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον /<i>ém-pe-tron</i>/ significa más o menos "en la roca", esto es, "rupícola". </span>Ya en Dioscórides (4 14) el <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἔμ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον designa, en opinión de algunos, a la <b>Pimpinella saxifraga</b>. una umbelífera. Pero el </span><b>Empetrum nigrum</b> no es una umbelífera; si no me equivoco, yo lo he visto no hace mucho en el Pic des Moines, con sus hermosas bayas negras.</p><p>Más o menos sinónimo del anterior es <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἐπ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ί</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν /</span><i>e-pí-pe-tron</i>/ "sobre piedra": en griego, según Amigues, era el nombre del <b>Sempervivum reginae-amaliae</b>, que, si nos fiamos de wikipedia, es una de las cuatro subespecies del <b>Sempervivum marmoreum</b> (<b>marmoreum</b>, <b>blandum</b>, <b>matricum</b>, y el de la reina Amalia)</p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"></span></p><p>Formado a partir de <span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα</span> está, en fin, el género <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">σέλ</span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ιν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον /<i>pe-tro-sé-li-non</i>/, que es el del</span> <b>Petroselinum crispum</b> (<b>P hortense</b>, <b>P sativum</b>), esto es, el perejil. El perejil se denomina en griego, según Amigues, <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὀ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">σέλ</span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ιν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον /</span><i>o-re-o-sé-li-non</i>/ (<i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;"><i><span style="font-style: normal;">σέλ</span></i><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif;">ιν</span><span style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif;">ον /</span><i style="background-color: transparent;">sé-li-non</i><span style="background-color: transparent;">/ "apio": </span></span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὀ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">σέλ</span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ιν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον significa "apio de monte").</span></p><p>Puesto que <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">σέλ</span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ιν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ον significa "apio de piedra", </span>Isidoro, obispo de Sevilla, propuso en sus <i>Etymologiae</i> (17 11 2) el neologismo <i>petrapio,</i> calco de la voz griega, <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">para sustituir al helenismo <i>petroselinum.</i> La idea no está mal, pero parece evidente que no obtuvo ningún éxito.</span></p><p>Me queda enumerar los nombres específicos basados en <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">π</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">έ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα: tenemos el</span> <b>Erodium petraeum</b>, la <b>Hornungia petraea</b>, la <b>Quercus petraea</b> y, en fin, el <b>Ribes petraeum</b>. Seguramente habrá más, pero no los tengo registrados.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-78538013680571273062023-08-26T08:21:00.000+02:002023-08-26T08:21:37.425+02:00Púrpura y purple<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4S1XCp2G1eHYSW4gRRsEoIOsKUKvQLE1opgjhcdMWXf077rM2gBhaLZmxDRl-YnvFtPV1D3YM-WdGA5yKQ2e7Wb_pKLcITTvccIbe9be95l2lYcAV38DKidIFdY1MjRx4hugFncKLDrawXIF8M1D1BKz75rMD0JOY42VYm0_cKkXW_O5EMJAdN2chWfvb/s2560/P1000254.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1920" data-original-width="2560" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4S1XCp2G1eHYSW4gRRsEoIOsKUKvQLE1opgjhcdMWXf077rM2gBhaLZmxDRl-YnvFtPV1D3YM-WdGA5yKQ2e7Wb_pKLcITTvccIbe9be95l2lYcAV38DKidIFdY1MjRx4hugFncKLDrawXIF8M1D1BKz75rMD0JOY42VYm0_cKkXW_O5EMJAdN2chWfvb/s320/P1000254.JPG" width="320" /></a></div><br />En su último correo, Y.F. insiste en su idea favorita, repitiendo, con su habitual humor, que cuanto aquí escribo lo invento, sacando alegremente del magín fuentes y documentos. No me atrevo a negarlo, pues ¿quién sabe cuánto de lo que uno ve, lee, piensa, escribe no es pura invención? Pero acabo de mantener una de esas curiosas discusiones sobre colores (mi oponente defendía cierta opinión que juzgo errónea sobre el significado de <i>púrpura),</i> pues se da la casualidad de que en mi ociosa lectura de estos días encuentro documentado tal error. Pues bien, cabalgaré de nuevo a deshacer tuertos, sean reales o fruto de mi sola imaginación.<p></p><p>En <i>Personas decentes,</i> novela de Leonardo Padura ambientada en la Cuba postfidelina, cierto personaje llamado Osmar viste indumentaria extravagante: en su primera aparición (página 85) ostenta "batón blanco", pendiente en la oreja, pelo teñido: aspecto que cierta literatura calificaría de <i>equívoco,</i> pese a su inequívoca significación. Unas páginas más allá "Osmar había cambiado el color de su atuendo. Del blanco había pasado a un violeta pálido" (página 133). Mario Conde, el detective de esta novelita policiaca, se encuentra con él, y, en palabras de Padura, "el purpúreo Osmar lo invitó a pasar al comedor del apartamento".</p><p>Conque es "purpúreo", ¿eh?, un "violeta pálido"... ¡Anda allá! He aquí lo que se me ocurrió comentar, para desgracia mía, pues ese fue el origen de la tonta discusión veraniega. Tonta, porque versaba sobre colores, que es asunto de lo más subjetivo que quepa imaginar. Pero, al mismo tiempo, y quizá precisamente por su carácter subjetivo, encuentro que sería interesantísimo alcanzar con palabras una definición inequívoca de color: pero es no menos difícil que interesante aquilatar el significado de los términos cromáticos.</p><p>Una palabra como <i>púrpura</i> se presta, claro está, a más confusiones de las ya ordinarias en la lengua. Pues se puede entender por tal, como mínimo, un molusco, una industria, un tinte, un color. Yo me vi precisado a definir claramente el sentido de mi protesta: no me quejaba porque el tinte púrpura, el extraído de las cañaíllas, no pudiera tomar tonos violetas pálidos (que están, naturalmente, entre los que puede adquirir un tejido con tal colorante, fácilmente degradable como todos los de origen biológico), sino que tal color se diera como significado legítimo (tal como pretendía mi contrincante) de la palabra castellana <i>púrpura.</i></p><p>Por supuesto, mi protesta es tiempo perdido, porque hace tiempo que el castellano dejó de ser patrimonio de Castilla. Los significados cambian, y habría que precisar lugar y tiempo, lo que es poco menos que imposible. Por otra parte, un cubano como Padura estará sin duda más expuesto al poder avasallador del inglés que un paleto mesetario, quien puede, no obstante, atisbar por dónde van las cosas, sólo con consultar la lista de colores que provee la wikipedia hispánica: ahí comprueba (creo que ya lo señalé aqui) que <i>púrpura</i> se ha convertido en mera traducción (y por ende sinónimo) del inglés <i>purple.</i></p><p>Sin embargo, la palabra <i>púrpura</i> ha designado en los últimos siglos, en castellano (esta es mi opinión), un color menos pálido y más rojo, y lo mismo cabe decir de los correspondientes francés e italiano, <i>pourpre</i> y <i>pórpora.</i> No se busque en diccionarios bilingües, porque los lexicógrafos, esclavos del significante más que del significado, de ordinario se prendan más de la forma de las palabras que de sus contenidos: difícilmente se hallará diccionario (o traductor) que dé para <i>pourpre</i> o <i>porpora</i> otra traducción que <i>púrpura.</i> Pero define, por ejemplo, Zingarelli: <i>pórpora: colore vermiglio;</i> y el Petit Robert: <i>pourpre, coleur rouge vif</i> (en uso literario: como uso <i>courant</i> admite que el sustantivo se refiere a un <i>rouge foncé, tirant sur le violet</i>).</p><p>Para el castellano encontré un curioso apoyo a mi doctrina casera sobre el púrpura en el <i>Dioscórides</i> del doctor Laguna: hablando de la simiente de la <b>Paeonia officinalis</b> (libro 3, página 364 de la edición de Amberes, 1555), escribe el médico segoviano que "antes que esté perfectamente madura es roxa; y ansí como se va madurando, se vuelve púrpura, quiero decir roxa escura". Es decir, un rojo denso, un rojo saturado, <i>foncé.</i></p><p>Pero, en fin, son ganas de discutir. Pongo ahí la simiente aludida por el galeno de su santidad (supongo que será la misma), de una imagen tomada en Fóia, en el Algarbe, en agosto de 2019. Quién sabe si entre ese rojo y el negro no pasa por un auténtico <i>purple.</i></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-63786944168665957252023-08-22T19:36:00.002+02:002023-08-22T19:39:28.949+02:00Demontre con las hierbas<div>Por si ya es poca mi familiaridad con los nombres llamados populares o vernáculos, me veo en la mayor perplejidad cuando trato de precisar el significado de "tomates del diablo": pues encuentro que además del <b>Solanum nigrum</b> (al que yo tenía por principal candidato a esa denominación), también llaman así al <b>Cucubalus baccifer</b>, una cariofilácea, y a otra solanácea más bien exótica, la <b>Withania somnifera</b>, cuyo nombre específico ya indica sus virtudes, mientras que el indio, <i>ashwagandha</i> según la wikipedia <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Withania_somnifera">inglesa</a> (para quien la planta es más bien asiática), proclama que apesta a equino. Pues bien, las tres hierbas son, al parecer, "tomates del diablo".</div><div><br /></div><div>Y acabo de encontrar una más, también solanácea, el <b>Solanum linneanum</b>, cuya diablería mitigan algunas páginas de la red con un diminutivo: "tomatillos del diablo". ¡Cuánto demonio escondido entre las hierbas!</div><div><br /></div><div>Como muchas gentes comparten la consoladora idea de que gozamos de la cariñosa vigilancia de un ser superior (superior también en su ubicación física: <i>such ihn überm Sternenzelt,</i> cantó Beethoven con las palabras de Schiller), nada extraña que, aunque sólo sea por equilibrio estético o justicia poética, nos crean sujetos a las asechanzas de un poder malévolo que hace juego, por la otra banda, con el benéfico <i>lieber Vater:</i> el maligno, el enemigo, el calumniador (que así se ha traducido el griego <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">δι</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">β</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ς</span> /<i>di-á-bo-los</i>/, origen de nuestra voz <i>diablo</i>), reside, como lo pide el equilibrio estético-teológico, en los bajos de este mundo, en las regiones inferiores, en el espacio que los romanos llamaban justamente <i>inferi,</i> y un poco más tarde <i>inferni</i> e <i>inferna</i> (siempre en plural), aunque los autores eclesiásticos se referirán a él ya en ese singular que nosotros hemos heredado: <i>infernus.</i></div><div><br /></div><div>El idioma demuestra que no miramos el mundo con razonable frialdad, sino con positivo o negativo apasionamiento: poco ocupados, en general, por entender, amamos y odiamos antes que nada. De ahí que a las plantas que nos curan, o simplemente tienen una figura, unos colores o un aroma que nos agrada, las ensalzamos emparentándolas con célicas figuras ("varita de san José", "zapatitos de la virgen") mientras que a las que nos disgustan les encalomamos concomitancias infernales ("pepinillo del diablo", "higuera del infierno"). De nuestro escaso fundamento da cuenta, por ejemplo, el absurdo con que a esas hebras con que ciertos insectos planean las llamamos ahora "babas del diablo", ahora "hilos de la virgen".</div><div><br /></div><div>La expresión "pepinillo del diablo" se ha aplicado al <b>Ecballium elaterium</b>; mientras que "higuera del infierno" ha sido apodo de <b>Datura stramonium</b>, que también ha recibido el de "berenjena del diablo" y "nueza del diablo", compartido este último con el <b>Tamus communis</b>. llamado ahora, por lo que veo, <b><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dioscorea_communis">Dioscorea communis</a></b>.</div><div><br /></div><div>Redacto estas notas a partir de las tomadas en los últimos tiempos; en caso de sacar datos de internet habría para volverse turulato: acabo de ver que al <b>Tamus</b> o <b>Dioscorea</b> común lo llaman también (una de cal) "uvas del diablo" y (otra de arena) "sello de Nuestra Señora". Yo tenía registradas las "uvas del diablo" como denominación del <b>Solanum dulcamara</b>, mientras que su pariente <b>S nigrum</b> recibía el de "tomatitos del diablo". En fin, por no alargarme en vano haré constar que la "jara del diablo" es el <b>Halimium atriplicifolium</b>, el "nabo del diablo" la <b>Oenanthe crocata</b>, y el "estiércol del diablo" la <b>Ferula assa-foetida</b>, mientras que son, creo yo, los peculiares frutillos del <b><a href="https://it.wikipedia.org/wiki/Rhagadiolus_stellatus#/media/File:Rhagadiolus_stellatus_kz2.jpg">Rhagadiolus stellatus</a></b> los que han valido a éste el apelativo de "uñas del diablo".</div><div><br /></div><div>No me cabe duda de que la muestra recogida en esta página es diminuta en comparación con el volumen de diabólicos bautizos atesorado por el saber herbario en lenguas vernáculas. Y claro es que no sólo la botánica, sino cualquier otra ciencia o paraciencia habrá sido asiduamente visitada por el maligno. Ahora me estoy acordando de Algol, la estrella más brillante de la constelación Perseo, estrella que para los griegos representaba la cabeza de Medusa: una cabeza donde, quizá lo recuerde el lector, había serpientes en vez de cabellos, y era capaz de petrificar con su mirada al más pintado. Pues bien, la astronomía árabe no supo interpretar el mito heredado de Grecia, y confundió la cabeza de la Gorgona con la del diablo, y así la estrella fue bautizada <i>al ghul</i> o <i>ras-al-ghul,</i> esto es, "el diablo" o "la cabeza del diablo".</div><div><br /></div><div>Y como no temo aburrir al lector o a la lectriz, dado que puede irse de aquí cuando le plazca, alargaré un poco más este asuntillo, modestamente infernal, con un par de datos de zoología. Porque el hipopótamo o caballo de río, de los grandes animales africanos el más peligroso para los <b>Homines sapientes</b>, fue bautizado por los egipcios con el nombre de <i>pehemú</i> que al parecer significaba "buey de agua"; dice la <i>Biblia de Jerusalén</i> (he olvidado anotar dónde) que ese nombre egipcio se convirtió en el hebreo <i>Behemot,</i> que significó "la bestia", y fue otro apelativo del enemigo de la humanidad.</div><div><br /></div><div>Ahora bien, mi palabra favorita del Averno es aquella cuya etimología se ha buscado precisamente en el infierno, al que los griegos llamaban Tártaro, habitado, claro es, por el <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ο</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ῦ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">χ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος</span> /<i>tar-ta-rúu-jos</i>/ el "poseedor del Tártaro" (la palabra se forma con el verbo <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἔχ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ω /<i>é-joo</i>/, como <i>daduco</i> "portaantorchas", o <i>cleruco</i> "poseedor de una parcela"). Pues bien, el arqueólogo austríaco Rodolfo Egger propuso en 1930 esa palabra griega como etimología del castellano <i>tortuga,</i> del italiano <i>tartaruca,</i> y resto de parientes, basándose no sólo en hechos lingüísticos, sino en la consideración de animal demoníaco en que la edad media tuvo al pobre quelonio. La hipótesis no deja de tener detractores (parece que las formas sincopadas, <i>tortuga, tartuca,</i> son más antiguas que las polisílabas), pero no me dirán que, como hipótesis, no es simpática y verosímil.</span></div><div><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><br /></span></div><div><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Al diablo con las dudas.</span></div>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-22487937490922647772023-07-18T21:36:00.008+02:002024-01-15T08:38:36.289+01:00El pájaro de los cardos<p> Una chica muy ducha en truchas pregunta por el <b>Carduelis carduelis</b>, alias jilguero: ¿cómo es que en todos los idiomas ha recibido este pájaro su nombre a partir del cardo, excepto en castellano? Encuentro la mar de interesante la pregunta, que me recuerda cuánto se deben entre sí hierbas y pajaritos. Pues en botánica abundan las denominaciones de origen aviar, desde las geraniáceas (bautizadas por garzas, grullas y cigüeñas) hasta la <b>Silene flos-cuculi</b> o "flor de cuco", pasando por el pampajarito y otras muchas que no voy a rebuscar ahora. Porque tengo en la punta de la lengua la etimología de la palabra <i>jilguero,</i> comunicada, si la memoria no me falla, con el portugués <i>pintassilgo</i> que nombra a la misma ave canora, pero no acabo de recordarla bien. Ahora, en casa, con la muleta de los librotes, la memoria se recupera de maravilla.</p><p>Dos rasgos caracterizan al jilguero: su relación con los cardos, y sus colores vivos. Como señalaba la joven, los jilgueros se ven muy a menudo posados en los cardos, de cuyas semillas, precisó Ismael, se alimentan con gusto y habilidad. Ese rasgo explica tanto su nombre zoológico, <b>Carduelis carduelis</b>, evidente derivado del latín <i>carduus,</i> como el que recibe en una porción de idiomas (no en todos, claro está).</p><p><i>Cardelina</i> llamamos en Aragón al jilguero. <i>Caderneres</i> los llama Gaziel en sus memorias: influido por el nombre aragonés, yo leía al principio <i>cardeneres,</i> que supongo es la forma original (conservada dialectalmente según la <a href="https://ca.wikipedia.org/wiki/Cadernera">wikipèdia</a>). <i>Chardonneret</i> es el jilguero francés (de <i>chardon</i> "cardo" con la típica evolución gabacha de C- inicial a CH-). El gran poeta italiano Luis Ariosto se compara en su tercera sátira (un menosprecio de corte) con pájaros que no soportan la cautividad:</p><p> <i>Mal può durar il rosignuolo in gabbia,<br /></i> <i>più vi sta il gardelino, e più il fanello;<br /></i> <i>la rondine in un dí vi mor di rabbia.</i></p><p>Según el Zanichelli ese <i>gardelino</i> es la primera documentación de <i>cardelino,</i> la forma ahora usual de llamar en Italia a nuestro pájaro. (Por cierto que el <i>fanello</i> es, si no me equivoco, el pardillo común, y ese nombre se supone resultado de un <i>*faganellus</i> proveniente de <i>fagus</i> "haya".) Incluso los alemanes acuden al cardo (<i>Distel</i>) en el nombre del jilguero: <i>Distelfink</i> o "pinzón de cardo" (aunque allí lo llaman también <i>Stieglitz,</i> préstamo, por lo visto, del checo).</p><p>Ahora bien, además de su afición a los cardos, del jilguero llama también la atención su colorido manto, en especial la brillante máscara bermeja y la amarilla pincelada alar. Un amigo indicó que en la Rioja llamaban al pájaro "colorines" o "coloritos" (no recordaba bien), pero buscando en la red veo que la forma <i>colorín</i> para designar al jilguero está bastante extendida por la Península (aunque no falta quien sostenga con patrio orgullo que <i>ése</i> es el nombre que recibe en <i>mi</i> tierra). Quizá la policromía explique también el nombre <i>goldfinch</i> que le dan los ornitófilos británicos: "pinzón de oro".</p><p>Pues bien, el rasgo cromático está en el origen de las palabras <i>jilguero</i> y <i>pintassilgo,</i> y ese origen, a su vez, nos conduce nada menos que al misterioso y lejano oriente. (Suene en este punto, amigo lector, lectriz amiga, una ondulante melodía pentatónica, preferiblemente misteriosa.)</p><p>Se afirma en general que los romanos no conocieron a los chinos. No sé a usted, pero a mí me resultan sospechosas las afirmaciones generales que toman por sujeto a "los romanos" o "los chinos". ¡Anda, que no ha habido romanos ni chinos! Como para meterlos a todos en un saco. Con tantos, raro sería que no hubieran coincidido. Consta que unidades enteras del ejército romano acabaron en el extremo oriente; y cabe imaginar que otro tanto sucediera al revés. En cualquier caso, en la Roma de los césares abundaban eslavos y judíos, pero no hubo igual frecuencia de asiáticos del oriente extremo.</p><p>Ahora bien, sabido es que los chinos producían y exportaban seda, y esto desde el primer milenio antes de la era. Esa lujosa mercancía, quizá el más rico tejido de la antigüedad, llegaba desde el lejano oriente hasta el Mediterráneo. Parece ser que en tumbas del Cerámico (la necrópolis ateniense) hay sedas datadas en el siglo VI aE. Qué se yo. En cualquier caso, la ruta de la seda es anterior a Alejandro el macedonio.</p><p>Pues bien, como tantas otras veces, con la mercancía vino el nombre, y el de la seda proviene, si aciertan los que saben, del chino <i>sii,</i> que era al parecer como la llamaban los inventores; éstos, a su vez, fueron llamados por el nombre del producto que vendían. Los griegos les decían <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ῆ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ς</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span><span style="background-color: transparent;"><span style="font-style: normal;"> /</span>sée-res<span style="font-style: normal;">/, que podríamos traducir por "chinos", y </span></span></span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ηρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ικ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ή /<i>see-ri-keé</i>/ significaba alternativamente "seda", "chino" y "China". Los romanos (entiéndame: al menos algunos, y probablemente no todos) llamaron <i>Seres</i> a los chinos, y <i>serica</i> a los trajes de seda. El nombre duró mucho tiempo: aún</span> el <i>Libro de Alexandre</i> llama <i>seros</i> a los chinos: <i>alárabes e turcos, otros que dicen seros.</i></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Ese adjetivo <i>sericum</i> /<i>sée-ri-cu(m)</i>/ origina la voz castellana para la seda, esto es, <i>sirgo:</i> sonoriza la K intervocálica, cae la I breve postónica; en cuanto a la E larga, no es raro que evolucione a I (como en <i>cereum > cirio, completum > cumplido, racemum > racimo</i> &c), pero es que ya en latín existe la variante <i>siricus,</i> de la que <i>sirgo</i> sale sin esfuerzo ninguno.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Y como la seda era antonomasia de la riqueza, y en los siglos medios riqueza era color (lo ha sido, en general, en toda la historia, hasta que la ciencia química y la industria alemana del tinte empezaron a abaratar los colorines del vestir, ya bien avanzado el siglo XIX), no es extraño que un pájaro de tan notable colorido recibiera, a partir de <i>sirgo,</i> el nombre de <i>sirguero</i> o "sedero", por el tejido que simbolizaba el lujo y el color otrora privilegio de muy pocos.</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Nada hay que notar a <i>sirguero</i> como derivado de <i>sirgo,</i> con el añadido del sufijo <i>-ero</i> (tan vivo en castellano), pero a mí me hace gracia pensar que pudiera ser el resultado de <i>sericarius,</i> con lo que <i>sirguero, silguero</i> y <i>jilguero</i> habrían significado en origen "sedero", esto es, "vendedor de sedas" o "fabricante de sedas".</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">La forma se halla también en gallego (<i>sílgaro, xílgaro</i>), y en Portugués adopta la forma <i>pintassilgo,</i> en la que Corominas ve un cruce de <i>sirgo</i> con el nombre <i>pintadillo</i> que también recibió el pájaro, similar al de <i>colorín</i> arriba comentado.</span></p><p><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;">Una curiosidad que no me resisto a consignar: <i>serica</i> da en francés <i>serge,</i> que nombró la tela de seda. Pero luego, por una de esas curiosas evoluciones de significado, acabó designando a una tela basta, que pervive en castellano en la voz <i>sarga:</i> el lector aficionado a las artes recordará que en los siglos dorados de la pintura española <i>sargas</i> describía la pintura sobre ese material: con lo que de nuevo, como en el jilguero, vemos bien casados seda y colores.</span></span></p><p><span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;">En fin, que las flores toman nombres de pájaro, y también los pájaros nombres de flores.</span></span></p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-24950854863655956372023-07-06T09:57:00.005+02:002023-07-06T20:49:28.913+02:00Hojas de borde espinoso<p> Una simpática señora pregunta, con acento dulcemente platense, por el significado de la palabra <i>aquifolium,</i> que con el Ilex o acebo comparte una especie decorativa encontrada en mi pueblo, la Mahonia aquifolium. Mira por dónde me entero así del nombre de esos arbustos del parque, a los que ya había echado yo el ojo aunque sin gran interés por conocerlos mejor (he conseguido restringir mi racismo a solamente las plantas ornamentales, en especial a las muy invasoras como la Cortaderia de la pampa o la Phytolacca americana).</p><p>Mientras improviso la respuesta, que creo conocer (al fin y al cabo las hojas del acebo son pinchosas, como las de la mahonia), un sordo malestar empieza a aquejarme: ¿no estaré metiendo la pata al atribuir a ese <i>aqui-</i> el significado de "pinchoso"? En efecto, <i>aqui-</i> sólo puede significar "agua", como he hecho constar aquí en relación con la voz <i>aquilegia</i> "cangilón" o "recoge-aguas".</p><p>Ya en casa, comido aún por la duda, acudo al amparo de los diccionarios, refugio seguro para ganapanes de la filología como yo. Y lo que aprendo me confirma en mi sospecha: <i>aquifolium</i> es una forma poco defendible de la más adecuada voz <i>*acuifolium</i> o <i>acrifolium,</i> donde aparece correctamente reflejada la idea de agudeza propia de la raíz <i>*ak-</i>, que indica "punta", "sumidad".</p><p>Esa raíz es muy productiva, y provee innumerables voces. El latín tiene los sustantivos <i>acus</i> "aguja" y <i>acies</i> "frente de batalla", y los adjetivos <i>acutus</i> "puntiagudo" y <i>acer acris acre</i> "agudo", "picante" o "amargo". La aplicación al sentido del gusto lo encontramos también en <i>acidus</i> "ácido" y en <i>acetum</i> "vinagre". En el ámbito botánico la raíz la hallamos en <i>acúleo,</i> latín <i>aculeus</i> "espina", y en el adjetivo <i>aculeatus.</i></p><p>En griego, por su parte, la punta de la ciudad recibe el nombre de <i>acrópolis,</i> y el de <i>acróbata</i> quien camina por las puntas; la misma raíz <i>*ak-</i> está en <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ἄκανθα /<i>á-kan-za</i>/ "espina" (étimo, como ya dijimos, del Acanthus mollis); y </span>con vocalismo distinto aparece en <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὀξύς </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ok-sýs/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "puntiagudo": así que la especie de majuelo a la que Dioscórides llama </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ὀξ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">υ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">κανθα, así como</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> los epítetos <i>oxyacantha</i> u <i>oxyacanthoides</i> que encontramos en un Crataegus y cierto gorgojo, son un poquillo redundantes.</span> También parece ser que explica ciertos topónimos orientales, allá donde llegaron los "pueblos del mar", por ejemplo el nombre del puerto fenicio de Akko o Akkon, que los cruzados cristianaron con la pía gracia de San Juan de Acre. </p><p>Aclaremos que el <i>acer</i> "agudo" tiene A larga, mientras que el <i>acer</i> "arce" tiene A breve; esto no impediría establecer una relación entre ambos términos, pero no hay etimólogo serio que lo haga. El nombre del arce en latín tiene un origen tan oscuro como el de la mayoría de nombres de árbol.</p><p>Así pues, nada justifica ese apéndice labial que representa la U en <i>aquifolium</i>. Pero, por más que protestemos y condenemos las voces <i>aquifolia</i> y <i>aquifolium,</i> ambas están documentadas en textos clásicos; y en Plinio<span style="color: #222222; font-family: Times New Roman, Times, FreeSerif, serif;"><span style="background-color: white; font-size: 15.4px;">, según los diccionarios, designan al acebo. Para Meillet <i>aquifolium</i> </span></span>se explica a partir de <i>*acu-folium.</i> Puede ser.</p><p>Ahora bien, la voz castellana <i>acebo</i> (y las galaicoportuguesas de <i>acibo,</i> <i>azevo</i> y <i>azevinho</i>) reposan, como señala Corominas, no sobre <i>aquifolium</i> (de donde se esperaría un castellano <i>*agüebojo</i> o algo similar) sino sobre una forma <i>*acifolium,</i> sin esa molesta U, probablemente incorrecta.</p><p>En cuanto a <i>agrifolio,</i> sinónimo de <i>acebo,</i> deriva de <i>acrifolium,</i> y caben pocas dudas de que ésta es una corrección tardía, en las que se basan el aragonés <i>crébol</i> y el catalán <i>grèvol.</i></p><p>Cuestión distinta es por qué el botánico atribuyó al acebo el género Ilex, cuando el latín <i>ilex</i> designaba a la encina. Bubani se queja de Lineo por cambiar el género Aquifolium en Ilex (<i>Aquifolium in Ilicem,</i> en el prólogo de su flora pirenaica).</p><p>De hecho, la voz castellana <i>encina</i> proviene (como ocurre a menudo en el caso de los árboles) del nombre de la madera de roble, esto es, del adjetivo <i>ilicina</i> (sobreentiéndase <i>materia</i> "madera": este es el origen, asimismo, del nombre de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Carrasca_milenaria_de_Lecina">Lecina</a>, el pueblo oscense caracterizado por un hermoso ejemplar de Quercus ilex).</p><p>Si me preguntan mi opinión, yo diría que la juntura <i>ilex aquifolia</i> (que se encuentra en la <i>Naturalis historia</i> de Plinio, 16 32: <i>parvae aquifoliae ilicis</i> "de la pequeña encina de hojas pinchudas") no designa el acebo, ni mucho menos, sino nuestra coscoja o Quercus coccifera.</p><p>Pero Alá es más sabio.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-70116758562289466972023-06-09T11:28:00.004+02:002023-08-26T16:37:33.184+02:00Dufour, à travers un siècle<p> La primera noticia sobre León Dufour me llegó, creo, con los <i>Recuerdos entomológicos</i> de Fabre, quien cita largamente las páginas donde "le savant des Landes" cuenta cómo cazó en Valencia, en mayo de 1812, una tarántula, y la domesticó hasta el punto de que acudía a comer de su mano las moscas vivas que el doctor le facilitaba. (Quizá ese relato se refleja en la escena carcelaria de <i>Tais-toi</i> entre Depardieu y Reno.)</p><p>Luego, por una página sobre <a href="https://viatgesbotanics.blogspot.com/2019/03/">viajes de botánicos</a>, supe que Dufour había escrito unas memorias y, como aficionado a este género literario, anduve buscándolas sin éxito. El otro día, en cambio, por sorpresa, una librería francesa me las prometió y, en efecto, en pocos días tuve en mis manos <i>Souvenirs d'un savant français. À travers un siècle (1780-1865),</i> con el sello editorial Hachette y de la Biblioteca Nacional, que han reimpreso la colección de escritos autobiográficos de Dufour publicada en 1888 por sus hijos.</p><p>Pues en verdad la edición recoge escritos de circunstancias y finalidades diferentes, por lo que el conjunto resulta muy desigual: sólo la primera parte fue redactada como unas memorias, aunque no destinadas a la publicación sino, así lo explicita, para uso de la familia. Dufour interrumpió abruptamente su redacción en 1862, con ochenta y dos años, al morir su amigo el general Durrieu: quién sabe si este militar no fue el lector ideal de Dufour, pues en el fondo escribimos para un par de amigos, cuya ausencia deja sin sentido la escritura.</p><p>Leyendo estos <i>souvenirs</i> he caído en la cuenta de que Dufour fue maestro de Fabre en algo más que entomología: el brillo de la descripción, el estilo ágil y a la vez rico en detalles, que caracteriza al profesor de Aviñón, ilumina ya las páginas del médico de Saint Sever, lugar donde León Dufour vino al mundo. He disfrutado mucho con estas páginas, que dan una imagen de cuerpo entero de este médico, dotadísimo para la ciencia y la observación, y a la vez hombre bueno y de excelente humor, sobre todo ese humor blanco, y a veces un poco marrón, que gasta el galeno con su paciente.</p><p>Así pues, en 1789, la revolución francesa en marcha, el pequeño León tiene nueve años, y enseguida sabremos que tiene también los ojos muy abiertos, una curiosidad omnívora, buena memoria y talento narrativo. Traduzco, para muestra, unas páginas de sus recuerdos de infancia: "En el 93, se alzó la guillotina en Saint Sever, sobre la plaza del Tour-du-Sol, y a plena luz fueron allí ejecutadas veintidós personas... He visto los <i>repas republicains:</i> cada familia era obligada a comer al aire libre, ante la puerta de su casa; se veía uno constreñido a no comer muy bien, por no ofender la miseria pública... Los grandes banquetes llamados <i>repas civiques</i> tuvieron lugar varias veces en el paseo público de Morlanne, cuando a nuestras puertas llegaba la noticia de alguna hazaña parisina: cada ciudadano aportaba su modesto condumio, y lo depositaba en largas mesas rústicas dispuestas al efecto. He asistido de niño a tres o cuatro de éstos: los chillones demagogos se hacían los amos de estos banquetes."</p><p>"La iglesia parroquial se llamó entonces <i>Temple à l'Être suprême.</i> En el 93 yo he visto esta inscripción sobre el frontón de la puerta mayor: <i>El pueblo francés cree en el Ser supremo y en la inmortalidad del alma,</i> idea caída políticamente de la boca del famoso convencional Robespierre. No obstante, se crearon las <i>Diosas de la libertad:</i> se las paseaba por el pueblo sobre un pavés triunfal, tocadas del gorro frigio, precedidas de la banda, rodeadas de una muchedumbre de todo sexo y edad, sobre todo muchachos, en cuyo número todavía me contaba. Tras esta procesión republicana... la diosa entraba en el templo y quedaba allí expuesta a las miradas ávidas de sus escasos fieles, que fingían una especie de adoración. Entonces un coro vocinglero entonaba la Marsellesa, y al versículo <i>amour sacré de la patrie</i> nos arrodillábamos".</p><p>Me encanta esta versión, para mí nueva, de una revolución francesa en provincias vista con ojos infantiles. "Mi madre, tachada de aristócrata, figuró entre los sospechosos; mi padre fue exceptuado porque era el médico gratuito del hospital y de los pobres; a menudo le he oído decir que esta excepción le avergonzaba, en atención a que la medida había afectado a toda la gente honrada".</p><p>Veo que si me dejo llevar copiaré aquí todo el libro. Es que es interesantísimo, sobre todo en estos recuerdos de infancia, tal vez porque no los esperaba. Luego Dufour se enroló en el ejército que metieron en España los napoleónicos subterfugios, y en Madrid le alcanzó la rebelión del dos de mayo: con esta parte de las memorias sí contaba, pero aun así el relato de lo vivido en España por un francés sin responsabilidades militares no tiene desperdicio, porque aplica al fenómeno histórico su hábito de científico, avezado a anotar sobre plantas e insectos.</p><p>Carácter de notación científica tienen los retratos que salpican el texto de Dufour, otro de sus atractivos. He aquí una pequeña muestra. De Cuvier, <i>l'Aristote de nos jours,</i> escribe: "era de talla mediana, cuerpo grácil a principio de siglo, aunque luego cogió quilos; cabello rubio, liso, ralo, nariz larga, boca grande, vista baja, rostro ovalado, alargado, grave, palabra fácil". Agustín de Candolle "era más o menos de mi edad, pequeño, moreno, de barba y cabellos negros muy espesos, de aspecto meridional y macilento aunque de Ginebra, fisionomía seria, fría y hasta un poco ruda, de buenas maneras y excelente educación".</p><p>Retratos rápidos, briosos, eficaces: Ramond "tenía en 1802 cincuenta y dos años, una talla por debajo de la media, cuerpo ágil, fisionomía móvil, eminentemente espiritual, conversación amable e instructiva"; y remata con esta pincelada: "este académico era de tal susceptibilidad cuando leía sus memorias en el Instituto, que a menudo lo he visto pararse en seco si no se le prestaba completa atención".</p><p>Claro está que el de Lagasca figura entre estos retratos, ya que "hicimos juntos muchas y fructíferas excursiones botánicas" por las cercanías de Madrid. Cuando "las provincias se rebelaron", Lagasca salió de Madrid para enrolarse en el ejército de Andalucía: "carácter muy exaltado en política o en patriotismo, lo que ha perjudicado singularmente su carrera".</p><p>Y se añaden los de muchos otros, Fabricius, Duméril, Carnot, Saint Bernardin, Moncey, Suchet, Thiers, Guizot... Pero no abusemos. Voy a concluir con un par de <i>plaquettes</i> de su experiencia en la guerra de independencia: se apreciará cuán excelente pareja hace la prosa de Dufour con los aguafuertes de Goya.</p><p>El 22 de noviembre de 1808 "vivaqueamos en un olivar frente a Milagro. La noche era fría: ¡qué guerra cruel se declaró a este árbol símbolo de la paz! Veinte minutos bastaron para destruir cien olivos que en llegar a su apogeo exigen veinte años de cultivo inteligente. En la guerra, los sentimientos de humanidad y de respeto por la propiedad no son más que teoría: ante el rigor del frío, el jardín de las Hespérides se vería fatalmente condenado a las llamas".</p><p>Tras el desastre de Bailén, los franceses se apresuran a cruzar de nuevo Guadarrama, esta vez hacia el norte, y Dufour va con la tropa: "Nuestros soldados, pese a la retirada, rompen, saquean, matan sin piedad; el espanto les precede, la destrucción les acompaña, el odio y el ansia de venganza les siguen. Los campesinos arruinados y maltratados se refugian en las montañas y se vengan en los soldados aislados: en una garganta de Somosierra se hallaron cinco corazas en el camino, y más abajo los cadáveres de los coraceros".</p><p>Y por último este cuadro de la toma Tarragona, en junio de 1811, que entona con los <i>Desastres de la guerra:</i> "¡Que espectáculo atroz! Los miles de cadáveres mutilados que obstruyen las calles, el barro sangriento que ensucia el pavimento, los techos hundidos por el incendio no son el aspecto más penoso de esta escena de desolación; lo es esta mujer desgreñada, los ojos atormentados y delirantes, el rostro de una espantosa palidez, que con paso inseguro implora el socorro de cualquiera que no sea soldado; lo es esta infortunada criatura, viva aún sobre el seno de su madre agonizante: he aquí los episodios más crueles de la toma al asalto de una ciudad".</p><p>En fin, un párrafo más, que dice mucho, en lo que niega, sobre lo que significó, también a los ojos de este buen doctor, el paso por la península del ejército francés: "Mi botín de guerra durante mi campaña de casi un septenio no consistió en cajones de duros de oro, ni en lingotes de plata, ni en piedras preciosas, ni en cuadros valiosos. Simplemente he recolectado paquetes de plantas y cajas de insectos, despojo del suelo español que nadie me disputó jamás, y que a nadie costó ni una queja ni una lágrima".</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-52621904161346345572023-05-28T18:52:00.007+02:002024-01-16T19:38:47.706+01:00Bellezas botánicas<p>No sé qué sino afecta en mi pueblo a las plantas, al menos a las ornamentales, que no duran mucho vivas. Cada dos por tres desaparecen, y otras brotan en su lugar. Estos días se ha llenado el paseo de escobillones de un hermoso color púrpura, brillantes al contraluz que da gusto. Busco algo parecido en mi librito de plantas de jardín y, aunque parezca increíble, por azar sale la página donde están pintadas estas plantitas de tiesto: porque aquí crecen en unos grandes y cementicios, pero al fin tiestos son.</p><p>Si la guía no miente o yo no me confundo, son arbustillos solemnizados con el nombre de "limpiatubos" (cierto, las inflorescencias recuerdan un poco a la escobilla de enjugar el clarinete), género <b>Callistemon</b>, familia, al parecer, del mirto. El librillo muestra diversas variedades de <b>Callistemon</b>, pero no soy capaz de discernirlas aunque, si el color fuera importante para la determinación, apostaría por el <b>C phoeniceus</b>.</p><p>Me pregunto hasta qué punto esta hermosa floración extranjera (porque la guía dice que el <b>Callistemon</b> proviene de Australasia, que no sé dónde está pero calculo que bastante más allá de Reus) tiene que ver con las necesidades propagandísticas que imponen las próximas elecciones municipales. Mi calle, que yo creía olvidada de las autoridades, luce ahora limpísima, tras su tercer barrido en sólo dos semanas. ¡Qué bella es la democracia!</p><p>No me cabe duda de que el nombre botánico de los limpiatubos hace referencia a los hermosos y largos estambres de color rojo oscuro que dan a la rama florida su aspecto de escobilla. Así pues, en <b>Callistemon</b> tendríamos el adjetivo griego <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">καλός <i>/ka-lós/</i> "bello" y la voz griega </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">στή</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ω</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> <i>/steé-moon/</i> "estambre", sinónimo de la latina <i>stamen</i></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> (que a su vez es étimo de <i>estambre</i>).</span></p><p>El adjetivo <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">καλός</span> me recuerda una anécdota que se contaba en Zaragoza. Federico Torralba, autoridad ciudadana en cuestiones de arte, abrió una galería que quiso bautizar con un nombre alusivo a sus aspiraciones de elegancia. Mi admirado Serafín Agud, catedrático de griego, le propuso la voz griega "belleza", esto es, <i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">κ</span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λλ</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">ος</span></i> <i>/kál-los/;</i> pero hubo de ser apresuradamente sustituida porque el vulgo pronunciaba, sin más, <i>callos,</i> lo que se alejaba no poco de la exquisitez buscada. La galería, que no sé si perdura, acabaría llamándose <i>Kalós</i> "bello", nombre menos peligroso.</p><p>El caso es que, siendo <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">καλός</span> un adjetivo tan fructífero en palabras (en español tenemos, por ejemplo, <i>calígrafo,</i> "que escribe bonito", <i>calidoscopio,</i> "vista hermosa", o <i>calología,</i> esto es, "doctrina de lo bello" o "estética"), se me ocurre pensar que "bello" o "belleza" podrían ser un buen componente para nombres botánicos (de memoria recuerdo al menos un par de ellos), sobre todo para plantas de ornato, así que busco en mis papeles y encuentro, qué decepción, muy poquica cosa.</p><p>La que más me llama la atención es una familia de plantas, más bien tropicales, llamadas <b>Calophyllaceae</b>, lo que parece indicar que la especie tipo tuvo hojas de verdadera hermosura. Yo tenía aquí el <b>Calophyllum calaba</b>, por nombre común calambuco, que no encuentro en la red, y después de perderme un rato por ahí (parece que en Extremadura llaman <i>calambuco</i> a un cubo de lata en mal estado, mientras el DRAE sostiene que es un árbol de las gutíferas del que se extrae el "bálsamo de María") caigo por fin en <b>Calophyllum antillanum</b>, que parece ser el nombre aceptado del calaba (aceptado al menos por los internautas).</p><p>En el ínterin doy con la palabra <i>calofilo,</i> pariente de <i>mesofilo</i> (y algo menos de <i>mesófilo:</i> de ambas me he ocupado aquí). Definen <i>calofilo</i> como "vegetal de hoja hermosa". Tomo nota, para presumir por ahí de palabra griega.</p><p>De <i>callitrichum, callithrix</i> y <i>callitriche</i> algo escribí hace tiempo: todas ellas significan "bellopelo" (más o menos) y el que unas veces aparezca T y otras TH no es una errata sino un rasgo fonético del griego que quizá no merezca la pena explicar en detalle; pero observe que a la TH le falta la H justamente cuando en la palabra aparece una CH: disimilación de aspiradas lo llaman.</p><p>Me resulta curioso que dos algas rodofíceas lleven el adjetivo <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">καλός. Parece repetirse una asociación que se da en ruso entre "rojo" y "hermoso": de hecho, la famosa "plaza roja" moscovita (y esta opinión es de una traductora rusa) sería mejor verterla como "plaza bonita". Pues bien, las algas rojas también tienden a ser "bonitas": tengo aquí la <b>Callophyllis laciniata</b> (supongo que formada a partir de </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">φύλλον </span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/fýl-lon/</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> "hoja"), y también el <b>Callithamnion roseum</b> (¿qué va a ser una rodofícea más que rósea?).</span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">Si <b>Callithamnion</b> significa, como creo, "arbusto bello", la palabra está formada a partir de </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">καλός (muchos de cuyos compuestos empiezan por </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">κα</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">λ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ι</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">-, con la L geminada) y de la voz</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">θ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">μ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος /<i>zám-nos</i>/ "arbusto" (o "soto"). <b>Callithamnion</b> es, pues, pariente de <b>Acanthothamnus</b> ("arbusto espinoso"), <b>Antithamnion</b> (que es otra alga, creo), o <b>Sarothamnus</b> ("arbusto escoba": </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος /<i>sá-ros</i>/ "escoba"). Al <b>Sarothamnus</b>, por cierto, yo lo conocía como <b>Cytisus scoparius</b> (pronuncie Vd., si a bien lo tiene, <i>ký-ti-sus sco-pá-ri-us</i>) o cítiso de escobas, donde el nombre específico deriva del latín <i>scopa</i> "escoba" (el equivalente del griego </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">σ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ά</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ος</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">); la evolución regular de <i>scoparium</i> daría en castellano <i>escobero.</i></span></p><p>En fin, por último encuentro que llamaron los romanos <i>callipetalon</i> (y antes los griegos) a una potentila, probablemente la <b>Potentilla reptans</b>.</p><p>No sé qué pensar de un helecho al que llaman <b>Pellaea calomelanos</b>: la busco en la red y es, desde luego, una belleza, con unas hojuelas muy cucas, que recuerdan a la yedra, el raquis de un elegante color negro: "bello" y "negro" son buenas palabras para bautizar a este helecho, africano al parecer, y con una localidad en Cataluña, si no miente una <a href="https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/inventarios-nacionales/1210_tcm30-99503.pdf">página de la red</a>. Ahora bien, el calomelano fue una sal mercuriosa que se usó como antisifilítico ("una noche con Venus, y una vida entera con Mercurio" se decía): la sal era al parecer un polvo negro muy aparente, lo que justificaría ser bautizado a partir de los adjetivos helénicos <i>kalós</i> "bello" y <i>mélas mélanos</i> "negro", aunque esa etimología no carece de problemas y, por mi parte, confieso que no me gusta nada. Pero al helecho éste no le cae nada mal.</p><p>Hoy se sustancia el ascenso (y descenso) de ediles. Yo temo por los calistémones: ¿sobrevivirán a la nueva corporación? Las plantas ornamentales no saben que su vida está edificada sobre algo más liviano aún que el polvo y la arena: sobre cabezas de concejales.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-83323611028679293302023-04-20T17:07:00.000+02:002023-04-20T17:07:12.730+02:00Taxus III<p>En nombre actual del tejo en francés, ese <i>if</i> que ya leíamos en el siglo XIV en Gastón Febo, proviene de la forma <i>ivo,</i> correspondiente galo, si no me equivoco, del celta <i>eburo.</i> De la amplia difusión de ese término, frente a <i>taxus,</i> da cuenta una glosa muy interesante, aunque no he podido averiguar su localización o su fecha (Meillet, de quien la tomo, no precisa más): <i>taxus arbor quam vulgus iuum vocat</i> "tejo, árbol que la gente llama ivo".</p><p>Esa voz <i>ivo</i> (o <i>iuum</i> o <i>ivum</i>) da nueva dimensión al prestigio del tejo, pues se conserva no sólo en el <i>if</i> galo, sino en el nombre francófono de Yves, cuyo femenino es Yvonne; en Italia este nombre adopta la forma Ivo (o por lo menos así se llama en Roma al bretón Yves de Tréguier, santo patrón de San Ivo alla Sapienza). En castellano, el antropónimo derivado del tejo sería Ivón e Ivona, pero no conozco a nadie con esa gracia.</p><p>Todas estas formas provienen, al parecer, del antiguo germánico <i>ihwa</i> (con I larga), que explicaría la actual forma alemana <i>Eibe</i> (o <i>Eibenbaum</i>) y la inglesa <i>yew</i> (o <i>yewtree</i>). Se me ha ocurrido buscar el origen del término <i>yeoman,</i> que se aplicó también a los arqueros ingleses, y veo que nadie está muy seguro de su origen, aunque propenden a hacerlo venir de <i>young man;</i> aprovechando esa vacilación general, echaré mi cuarto a espadas y propondré como étimo <i>yew man</i> "hombre del tejo", en la casi total seguridad de que no empeorará mi concepto ante las lectoras de este blog, y, lo más importante, que esta propuesta no me llevará al estaribel.</p><p>En cuanto al nombre específico del tejo, <i>baccata,</i> esto es, provista (puesto que femenino, como la mayoría de árboles) de <i>baccae</i> o bayas, proviene de una observación ya formulada por Plinio en 16 50: <i>taxus minime virens gracilisque et tristis ac dira, nullo suco, ex omnibus sola baccifera</i> "el tejo, apenas verde, mezquino, triste, funesto, carente de savia, el único con bayas de todos ellos"; el <i>nullo suco</i> habrá que interpretarlo, creo yo, por comparación con las otras coníferas, dotadas todas ellas de resinas aromáticas; y a diferencia, también, de todas éstas (<i>ex omnibus sola</i>), el tejo es <i>baccifera,</i> lleva bayas: o sea, <i>baccata.</i></p><p>Confieso que me acabo de enterar de que el tejo es una conífera, debido quizá (aderecemos nuestra ignorancia) a deformación de filólogo, ya que <i>conífera</i> significa "que lleva piñas" ("piña" se dice <i>kóo-nos</i> en griego). El adjetivo <i>conifera</i> (con O larga, como corresponde a la ómega original) lo emplea ya Virgilio, y alterna con su sinónimo <i>conigera,</i> usado por Catulo de Verona.</p><p>Ya que estamos en confesión, estaba yo muy contento de haber puesto en relación el <i>taxus</i> (como árbol que da excelente madera para el arco) con el griego τόξον /<i>tó-xon</i>/ "arco", y con el adjetivo <i>toxicus</i> "venenoso" (étimo de nuestro doblete castellano <i>tóxico</i> y <i>tósigo:</i> de ahí el significado original del <i>atosigar,</i> bien usado por Petisco, "envenenar"). Pues bien, mi gozo en un pozo, al leer la <i>Historia natural</i> 16 51: después de mencionar el cuento de que perecen quienes duermen bajo tejo (cuento difundido por Dioscórides en 4 79), Plinio añade: <i>sunt qui et taxica hinc appellata dicant venena quae nunc toxica dicimus, quibus sagittae tingantur</i> "hay quien dice que de aquí se llaman táxicos los venenos, que ahora llamamos tóxicos, con que se imbuyen las flechas". Menos mal que, tratándose de latín, no podría haberlo dicho un chino hace seis mil años.</p><p>Por último, en el pasaje citado afirma Plinio que toda la fuerza mortífera del tejo desaparece hincando en él un clavo de bronce: <i>si in ipsam arborem clavus aereus adigatur.</i> No hagan la prueba en casa.</p><p> o - O - o</p><p>Hay en mi pueblo una rotonda pionera (muy anterior a la fiebre rotondífera que ha llenado de <i>points ronds</i> nuestros arrabales) que recibe el apropiado nombre de <i>el circuito.</i> En su centro hay un jardinillo con un arbolito solitario, popularmente conocido como <i>el pino.</i> El nombre, esta vez, es muy inadecuado: se trata de un <i>Taxus baccata</i>.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-5978246904406084382023-04-07T12:26:00.002+02:002023-07-09T11:12:17.942+02:00Taxus II<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNJxoV18bXA1NWY1U4KVvZmiUUY5Tcny6eAkejNCJoAgxW9kTPDj5jjC-PhVvxLOEGiX3g3_lX0kiLvx8o8RfWBv_iC1WLdiuo7uBfs-PbL-vrMgJzwLBcfWvxtJYWoegxLWc2WMGQ1cdc7Yr7UIWB3890CTTUXCPFArJVLs51jdKgFINyG4LWrQI3kw/s2592/10vii19%20310.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1944" data-original-width="2592" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNJxoV18bXA1NWY1U4KVvZmiUUY5Tcny6eAkejNCJoAgxW9kTPDj5jjC-PhVvxLOEGiX3g3_lX0kiLvx8o8RfWBv_iC1WLdiuo7uBfs-PbL-vrMgJzwLBcfWvxtJYWoegxLWc2WMGQ1cdc7Yr7UIWB3890CTTUXCPFArJVLs51jdKgFINyG4LWrQI3kw/s320/10vii19%20310.jpg" width="320" /></a></div><br /><p> El 19 de septiembre de 1991 los montañeros Erika y Helmut Simon vieron asomar lo que parecía un cadáver de entre los hielos del Hauslabjoch, en la frontera tirolesa entre Italia y Austria, no lejos del refugio de Similaun. Pronto se supo que se trataba, en efecto, de un antiguo cadáver y, esto era lo más extraordinario, que estaba momificado y conservaba enteros, si bien en cecina, todos sus órganos. Mientras un equipo científico se consagraba al estudio del hallazgo, la prensa se divertía de lo lindo bautizando al muerto, que fue <i>mummia de Similaun</i> para los italianos, <i>Hibernatus</i> para los galos, <i>Otzi</i> para los austríacos, <i>Frozen Fritzi</i> para los estadounidenses... Unos meses después se publicaban los primeros resultados del estudio, por los que supimos que el difunto había sido víctima de un asesinato datable cinco mil años atrás, que vestía el traje de pieles más antiguo de Europa (aunque esto lo discute la ciencia moscovita), y que su arco estaba fabricado en madera de tejo.</p><p>Y parece que la madera de tejo persistió en ser elegida para los arcos de elevada calidad. El célebre <i>longbow</i> inglés, que dominó los campos de batalla europeos durante el siglo XIV, era de tejo, aunque ahora no logro recordar de dónde me he sacado esta idea. El general Fuller, por lo que veo, sostiene que eran de olmo, pero sospecho que yerran o el general o el traductor de sus <i>Decisive battles;</i> y el canciller Ayala, que sufrió a los <i>frecheros</i> ingleses en Nájera, nada dice sobre la madera de quienes le apresaron. Me complace, en cambio, encontrar que Gaston Fébus, señor del Bearne, contemporáneo de Ayala y de Crécy, en su <i>livre de la chasse</i> describe con detalle <i>l'arc de main que on apèle anglois ou turquois</i> con las siguientes palabras: <i>l'arc doit estre de if ou de boix et doit avoir de long, de l'une ousche où la corde se met, jusques à l'autre, vingt poigniés... la corde doit estre de soye...</i> Así pues, sin duda el arco inglés "ha de ser de tejo <i>(if)</i> o de boj".</p><p>Pero volvamos a la filología. A primera vista, pues, la herencia onomástica del tejo en la península ibérica proviene toda, con la excepción del vascuence, del <i>taxus</i> latino: por ejemplo en gallego, donde resulta en <i>teixo,</i> y abundan en apellidos y topónimos tanto el árbol cuanto su bosque (si lo es, a saber, <i>teixera, teixeira, teixeiro</i> o <i>teixido</i>). Como todo el mundo sabe y el dicho advierte,</p><p> <i>a San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo,</i></p><p>de modo que de nuevo encontramos al tejo (<i>teixido,</i> en este caso) mano a mano con los muertos; y adviértase, por lo que luego se dirá, que este Teixido está en el Finisterre, hogar de celtas y cornamusas.</p><p>No de otro modo ocurre con el <i>teix</i> y la <i>teixera</i> catalanes (de los que Font Quer proyevó algunos ejemplos). Y también en Italia ha dejado huella el <i>taxus:</i> aparte de los no pocos topónimos, ¿no dio el <i>tasso</i> apellido al mayor de los poetas italianos del siglo XVI, quitando al Ariosto?</p><p>En cuanto a la excepción vascuence, parece que en ese idioma el tejo se llama <i>agin, hagin,</i> o <i>hagintze,</i> y que de ahí provienen muchos apellidos y topónimos, empezando por Aguinaga ("conjunto de tejos", esto es, "tejeda"), y quizá terminando en Abendaño o en Acín.</p><p>Ahora bien, la dimensión simbólica del tejo en la vieja Europa sólo se percibe si abandonamos el <i>taxus</i> latino y nos adentramos en el nombre dado a este árbol por los celtas, que fue, al decir de los sabios, <i>eburo.</i> (Muchas veces se afirma que los celtas fueron un pueblo sin estado pero, dejando de lado el resbaloso concepto de <i>pueblo,</i> no debería olvidarse que el latín fue un dialecto celta: ¿acaso el imperio romano no fue ese "estado celta" que la nostalgia, apenas consolada por las gaitas, echa de menos?)</p><p>Éburo, éburo... ¿no le suena? ¿No eran los eburones ésos cuyo jefe, Catuvolco, se suicidó con tejo? No fue casualidad, pues... Hubo eburones, y hubo eburovices (otro pueblo celta consagrado al tejo). Árbol cuyo vigor simbólico se aprecia con sólo echar una ojeada a los nombres de ciudad que nos ha legado el mundo antiguo: Ebura, Eburo, Eburacum, Eburobriga, Eborobritum, Eburobrittium, Eburodunum, Eburomagus... En todos ellos se celebra a nuestro Taxus baccata: Eburóbriga significaría "Castillo del Tejo", Eburoduno "Otero del Tejo", Eburómago "Feria del Tejo".</p><p>Perviven muchas de esas ciudades, y sus nombres: Eboracum o Eburacum es la actual York, y en la palabra <i>York</i> perdura la palabra <i>Eboracum;</i> así que, mira por dónde Nueva York, la capital de este mundo según la firme opinión de Rocky el barbero, lleva en su nombre al tejo celta.</p><p>Un Eburodunum es hoy Yverdon, la ciudad balnearia junto al lago de Neuchâtel (que recibió en tiempos el nombre de lacus Eburodunensis), y otro Eburodunum, no muy lejos del anterior, se llama hoy Embrun. El moderno Évreux continúa el Mediolanum Eburovicum, capital de esos galos eburovices antes mencionados. Y de igual modo el tejo está en la base de los nombres de Ivry, Ebersberg, Ebrach...</p><p>Hay quien añade a los anteriores los nombres de la italiana Ivrea y de la belga Ypres. Si la voz Ypres o Iprés viniera de <i>eburo,</i> tendría en cierto modo doble parentesco con el tejo, pues en la batalla de Yprès, verano de 1917, el ejército alemán utilizó por vez primera el gas mostaza, que de la ciudad recibió el ominoso nombre de <i>ypérite:</i> la iperita, mortífero gas que remontaría su nombre al viejo veneno celta... Pero probablemente Ivrea e Ypres se explican mejor a partir de <i>epo-,</i> equivalente celta del latino <i>equus</i> "caballo".</p><p>Évora, la ciudad portuguesa donde aún podemos ver en pie un hermoso peristilo romano, conserva casi idéntico su nombre original, alusivo al tejo, que encontramos escrito Ebura o Ebora o Aebura. Y ese mismo Ebura se desperdigó por la península en varios lugares donde sufrió los consabidos cambios "castellanos" (E breve tónica da ié, la breve interior postónica se pierde) y resultó en Yebra: hoy apellido, y denominación también de varias localidades, entre ellas pueblecito oscense en el valle del río Basa.</p><p>Basta por hoy. Pongo arriba otra foto palentina de un tejo añoso, esta vez con fondo de jóvenes hayas.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-26506853008751103962023-03-28T11:59:00.004+02:002023-03-28T12:02:49.003+02:00Taxus<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-EF-VakqYKjKNuFdKSUuxViUahodnxCp9MKjAiVM10TyLruh3EGz3jSDKsMTZ131XLvWuMQSZdBcuSpIonDg08bxFacw3xpTwTPCaCX8HTcnltajohn1zH2xfj3HBERB4CqT6ceqCeA9GRUjCYfTCnaCuUOsP1VP-q5TK2SjqxW8NddRYTNOblUAKLA/s2592/10vii19%20296.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1944" data-original-width="2592" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-EF-VakqYKjKNuFdKSUuxViUahodnxCp9MKjAiVM10TyLruh3EGz3jSDKsMTZ131XLvWuMQSZdBcuSpIonDg08bxFacw3xpTwTPCaCX8HTcnltajohn1zH2xfj3HBERB4CqT6ceqCeA9GRUjCYfTCnaCuUOsP1VP-q5TK2SjqxW8NddRYTNOblUAKLA/s320/10vii19%20296.jpg" width="320" /></a></div><br /><p>En los anaqueles de la librería encuentro una nueva edición de la novelita de Agatha Christie <i>Un puñado de centeno.</i> ¡Qué portada tan bonita, qué tipografía tan legible!, sobre todo si las comparamos con aquellas, algo cutres, del milenio pasado. Recuerdo que el misterio policiaco, hábilmente resuelto por la señorita Marple, comenzaba con un envenenamiento a base de taxina, el principal alcaloide del tejo.</p><p>No cabe duda de que su toxicidad es una de las razones del oscuro prestigio del Taxus baccata. Era ya bien conocida en la Antigüedad, como lo muestra aquel pasaje del <i>Bellum gallicum</i> de César (guerra de los <i>Gauls,</i> para neobachilleres) donde el caudillo Catuvolco es acorralado por las tropas romanas; helo aquí, en la traducción dieciochesca del jesuita José Petisco, tal como la plagió el canónigo Muniain: "Catuvolco, rey de la mitad del país de los eburones, cómplice de Ambiórix, agobiado por la vejez, no pudiendo aguantar las fatigas de la guerra ni de la fuga, abominando de Ambiórix, autor de la conjura, se atosigó con zumo de tejo, de que hay gran abundancia en la Galia y en la Germania". En la severa prosa de Julio: <i>taxo se exanimavit</i>.</p><p>Tal vez la ponzoña del tejo (presente en todos sus tejidos, excepto precisamente en ese arilo cuyo color rojo parece una alerta) haya contribuido a la relación que el mundo antiguo estableció entre el tejo y el más allá, como se ve en Lucrecio y Ovidio; el último tacha al tejo de "funesto", y sombrea con él la senda que se hunde en el infierno (<i>Metamorfosis</i> 4 432): <i>Est via declivis funesta nubila taxo...</i></p><p>Ese oscuro prestigio me alcanzó hace no mucho al visitar la tejeda de Tosande o Tosante (donde tomé la foto de arriba), pues cierta propaganda turística invitaba a disfrutar del "misterioso silencio" que, según el astuto seductor, era exclusivo de los bosques de tejo. Subí hasta la tejeda, lo que fue un verdadero placer, porque nunca había visto junto tanto tejo añoso (dicen que el bosquecillo alberga setecientos u ochocientos) y comprobé que entre los viejos troncos rojizos flotaba un silencio relativo, aunque, dada la lejanía de las vacas y la ausencia de cualquier otro turista, no le encontré misterio alguno.</p><p>El nombre castellano del tejo proviene de su nombre latino, <i>taxus,</i> que la tradición botánica ha continuado. Del antiguo nombre griego no me ocuparé, porque me costaría averiguar (en el supuesto de que pudiera) no ya las mil y una variantes de su forma más común, σμῖλαξ /<i>smíi-lax</i>/ (encontramos μῖλαξ, μῖλος, σμῖλος &c), sino lo que más perplejo deja, los heteróclitos significados de esa voz que al parecer, según los autores clásicos, nombra tanto a la encina (al menos en Arcadia) como a varias enredaderas espinosas (en particular la Smilax aspera, que se ha quedado con el nombre), al Convolvulus arvensis (quizá el <i>milax</i> de Plinio 24 82) y, no faltaría más, también al tejo.</p><p>Volviendo al latín, el problema de la voz <i>taxus,</i> cuya etimología se desconoce, radica en su aislamiento, pues esta voz carece de correspondientes verosímiles en otros idiomas. Así pues, de <i>taxum</i> viene <i>tejo,</i> con una apofonía más o menos corriente (<i>taxum</i> da <i>tejo</i> como <i>axem</i> da <i>eje</i>), aunque también encontramos para el tejo la forma castellana <i>tajo</i> (y su variante gráfica <i>taxo,</i> por ejemplo en la versión de Andrés Laguna de <i>De materia medica</i>). Esos tajos, creo yo, nada tienen que ver ni con el río de Toledo (<i>Tagus</i> en latín) ni con el corte al afeitarnos, aunque no falta quien afirme que el nombre del río caudal tiene relación con los tejos.</p><p>No obstante, tanto el tejo como la tejeda (el conjunto de tejos) han dejado mucha huella en la onomástica y en la toponimia, pues, además de los apellidos Tejeda, Tejera &c, llevan este nombre varias localidades: a los Tejo y Tejeda hay que añadir algunos Tejeros y Tejeras (así Tejera Negra, en Guadalajara) donde, en mi opinión, no están en juego las tejas sino los tejos.</p><p>Font Quer, importa subrayarlo, señala que el tejo no hace bosque, sino que se halla aislado entre otras especies, razón por la que a menudo se basta por sí para indicar un emplazamiento, identificado por este vegetal; y cita como ejemplos de topónimos o microtopónimos "Fuente del Tejo, Font dels Teixets, Pui-al-Teix, la Tajera (en Valdelinares, donde el tejo se llama tajo), la Tejera, la Tejosa, Sierra Tejeda, Cova del Teix...".</p><p>Bosquecillos como los de Tosande parecen contradecir el juicio, o quizá prejuicio, del ilustre botánico, y acaso expliquen por qué se da tan frecuentemente <i>tejera</i> por sinónimo de <i>tejo</i> (y lo mismo en idiomas próximos). Yo hubiera dicho que <i>tejera</i> es sinónimo de <i>tejeda,</i> pero no cabe duda de que podría también significar el árbol aislado (como <i>olivera</i> significa "olivo"). </p><p>Hay algo, por otra parte, que nadie duda, al menos entre las fuentes que he consultado: los tejos están en franca regresión en toda Europa, sobre todo si tomamos al pie de la letra la "gran abundancia" de ellos (<i>magna in Gallia Germaniaque copia</i>) aludida por César en 6 31. Unos explican esta decadencia por causas internas, debido a que la planta es de crecimiento lento, es dioica y parece que le cuesta multiplicarse, para lo que requiere colaboración pajaril (me limito a repetir lo leído, porque yo no veo relación entre, por ejemplo, lentitud de crecimiento y rarefacción). Otros creen que la regresión de la especie se debe a la presión humana, por el aprecio en que estuvo la madera de tejo, en particular para un fin que ya señalara el doctor Andrés Laguna: "No tiene meollo ninguno este árbol, y por ser su madera maçiza, y tiesta, suelen hazer della los buenos arcos".</p><p>Hermoso adjetivo, ese <i>tiesto:</i> según Corominas es doblete de <i>tenso</i> por analogía con otros participios (<i>puesto, visto</i> &c); la Academia lo quiere derivar de un hipotético <i>tensitus</i> participio de <i>tendere</i> (lo que no es imposible): así pues, hay acuerdo en que viene de <i>tendo</i> "tender" o "tensar". El DRAE da por desusada la acepción "que con dificultad se dobla o rompe": justo la cualidad que ha de tener la madera de un buen arco.</p><p>Veo que esto se alarga mucho, y aún me queda tajo. O tejo. Quédese aquí de momento.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-29919051828365947562023-02-27T08:35:00.002+01:002023-04-24T07:23:57.898+02:00ExsiccataEn la entrada anterior usé la palabra <i>exsiccata,</i> cuyo sentido creo conocer, por oírlo a menudo de los botánicos que me rodean, leerlo en los libros del ramo que ahora frecuento, y, en suma, porque es puro latín y de eso me suena.<div><br /></div><div>Por si acaso, aventuro aquí mi propia definición: son <i>exsiccata</i> las preparaciones de vegetales para su estudio y conservación, consistentes principalmente en disponerlos entre papeles secantes como conviene para que sus caracteres resalten al examen visual, prensarlos a continuación y así, al fin, secarlos al efecto de conseguir la mayor duración posible. Lo de los papeles secantes creo que me lo he inventado, arrastrado por el significado de <i>exsiccata:</i> porque al fin y al cabo el verbo <i>exsiccare</i> no significa nada más que secar totalmente.</div><div><br /></div><div>Me animo a escribir esto porque en una <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Exsiccata">página inglesa</a> de la red he visto algo que considero erróneo: afirman que el genitivo de <i>exsiccata</i> es <i>exsiccatae</i>, y que también su plural es <i>exsiccatae.</i> Yo no lo veo así; si he entendido bien el uso de esta voz por los botánicos, <i>exsiccata</i> ha de entenderse principalmente como un neutro plural, esto es, algo así como "(cosas) secas"; de ahí que se use con determinantes en plural, y no se diga la <i>exsiccata</i> (como se deduce del texto inglés) sino los <i>exsiccata.</i></div><div><br /></div><div>De modo que el genitivo de <i>exsiccata</i> no es <i>exsiccatae</i> sino <i>exsiccatorum.</i> Meter la pata en esto es fácil para los ingleses, porque los pobres dicen <i>the</i> y con eso ya han dicho <i>el, lo, la, las</i> y <i>los,</i> todo junto. ¡Qué malo es el inglés para aprender latín, y qué mérito tienen los no muchos anglosajones que lo consiguen!</div><div><br /></div><div>Como no tienes más remedio, paciente lector, vas a permitirme una digresión. La generación actual blasona de conocer inglés, y leer en inglés, e incluso hablar castellano en inglés. Pero el inglés es un idioma de morfología paupérrima, todo lo contrario que las lenguas clásicas, de manera que los conocimientos que de éstas se adquieren a través del inglés suelen estar muy deteriorados. La magnífica novela de Thornton Wilder <i>The ides of march</i> se tradujo mal al castellano <i>Los idus de marzo.</i> ¿Tiene un traductor del inglés obligación de saber latín? No, señor mío; pero, claro, para un latinista esa traducción es una patada en el mismísimo género, porque en latín no hay <i>los idus</i> sino <i>las idus.</i></div><div><br /></div><div>En resumidas cuentas, con <i>exsiccatus</i> estamos ante uno de esos que se han llamado adjetivos de tres terminaciones, <i>exsiccatus, exsiccata, exsiccatum</i> (masculina, femenina, neutra), esto es, el participio pasivo del verbo <i>exsiccare.</i> Como tal adjetivo, o participio, nada impide que usemos la forma femenina sustantivada, por ejemplo sobreentendiendo <i>(herbae) exsiccatae;</i> pero cuando un adjetivo (o participio) se sustantiva, en buen latín se emplea el género neutro: <i>exsiccatum</i> en singular (una planta seca, pues), y <i>exsiccata</i> en plural (una colección de plantas, o de las cosas que sean, secas).</div><div><br /></div><div>En la propia página inglesa citada un libro muestra el adjetivo usado tal cual lo describimos aquí, pues su título es <i>Lichenes helvetici exsiccati,</i> esto es, en traducción literal, "líquenes suizos bien secos" o, si se prefiere, "exsiccata de líquenes suizos".</div><div><br /></div><div>En cuanto a la confusión entre el femenino y el neutro a la que alude la citada página inglesa, es una trampa ínsita en la propia lengua: todos los que hemos tratado de enseñar latín hemos dado con esa dificultad, el hecho de que los sustantivos neutros acaben su plural en A, igual que los femeninos singulares. Una clase de latín viene a ser, en este sentido, como un laboratorio de historia de la lengua: en lo que meten la pata nuestros alumnos, en eso han metido la pata nuestros antepasados al hablar latín.</div><div><br /></div><div>De hecho, la trampa ha sido tan eficaz que hemos caído todos en ella, y las lenguas romances están llenas de palabras femeninas que fueron en tiempo formas en -a de neutro plural: berza (de <i>viridia</i> "verduras"; todavía en Andalucía se llama <i>berza</i> a una menestra); maravilla (de <i>mirabilia</i> "prodigios"), leña (de <i>ligna</i> "leños")... no hay espacio en una paginilla para que quepan todas. Y da igual que se trate de hablantes municipales y espesos, o de finos científicos que han profesado el latín: ahí tienen <i>bacteria,</i> que era un colectivo, un plural (significa "las bacterias") y en español ha sustituido al más correcto <i>bacterio</i> (de <i>bacterium</i> "una bacteria").</div><div><br /></div><div>Compruebo mi definición de exsiccata con el diccionario de Font Quer, y veo que el sabio catalán tiene la amabilidad de darme la razón en cuanto al uso de la voz latina y, qué sorpresa, en el empleo de papel secante; pero don Pío añade un importante corolario: unos exsiccata decentes no sólo han de contener plantas bien presentadas, sino que también han de aparejarse con toda la información pertinente: lugar y fecha de recogida, nombre de la planta, del colector, etcétera. Según los autores de <i>Spruce, un botánico en el Pirineo,</i> el inglés descollaba también en la precisión y saciedad con que informaba en sus etiquetas.</div><div><br /></div><div> - o - O - o -</div><div><br /></div><div>Ya que ha surgido hablar de liquen, he tratado de escribir aquí el origen de la palabra, que es griego, pero topo con una dificultad inesperada: desde la última actualización del antivirus, ay qué risa, las letras griegas se niegan a salir. Es decir, consigo que el teclado escriba en alfabeto griego, pero los tipos surgen aleatoriamente: pulso la A y no sale una alfa, sino, qué sé yo, una omega mayúscula; vuelvo a pulsar la misma letra A, y la segunda vez sale, pongamos, una ji. Bravo, antivirus; ahora eres también antihelénico. A menos que me equivoque una vez más, y el antivirus no sea el culpable.</div><div><br /></div><div>En fin, la cosa no tiene mayor secreto. En griego hay una palabra que suena <i>lei-jeén</i> y significaba "lepra" y también "sarpullido"; pero ya en el poeta Nicandro, y luego en Dioscórides, tiene el actual significado de liquen. Del griego se tomó la voz latina <i>lichen</i> que, por el étimo, tiene la I y la E largas, de lo que deduzco, ay qué caray, que en castellano la pronunciación ajustada al étimo debería ser <i>liquén</i> y <i>liquenes,</i> y no <i>liquen</i> y <i>líquenes</i> como ahora pronunciamos; yo por lo menos.</div><div><br /></div>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-40810198640785075542023-02-13T19:46:00.007+01:002023-02-14T07:16:47.789+01:00Spruce en el PirineoAlguien hizo notar que Schultes (cuenta la anécdota Davis en <i>El río</i>) había seguido casualmente los pasos de Richard Spruce por el Amazonas; el botánico de Boston rectificó: sí los había seguido, pero no por azar sino con plena intención: se había propuesto recorrer el itinerario de Spruce por América del Sur, lo que constituyó para ambos la principal y más conocida de sus aventuras botánicas. De ahí la curiosidad por leer el libro que acaba de publicar, en 2022, Libros del Jata: <i>Richard Spruce, un botánico inglés en el Pirineo romántico.</i><div><div><br /></div><div>En el libro se aprende que la aventura pirenaica de Richard Spruce fue el primer viaje científico fuera de Gran Bretaña de este joven, hijo de maestro y nacido en 1817 en Ganthorpe, pueblecito del distrito de York. William Hooker, director de los jardines de Kew, fue quien aconsejó a Spruce el viaje a España (muy de moda entre los románticos ingleses, díganlo Richard Ford y don Jorgito el Inglés), aunque nuestro Richard hubo de cambiar el plan y limitarlo a la cara francesa del Pirineo, debido a que los españoles estábamos otra vez, qué sorpresa, en guerra civil.</div><div><br /></div><div>Así pues, entre mayo de 1845 y marzo de 1846, Spruce exploró la flora del Pirineo central, sobre todo en su vertiente francesa, con unas pocas incursiones en territorio español, en Panticosa y el Hospital de Benasque principalmente. Lo crudo del invierno lo pasó en la ciudad balnearia de Bañeras de Bigorra: allí puso en orden sus colecciones y redactó unas notas sobre sus hallazgos. La principal fuente de financiación del inglés era el envío de <i>exsiccata</i> a los suscriptores, en lo que demostró una competencia y una meticulosidad que fueron rasgo perpetuo de su personalidad.</div><div><br /></div><div>Todo esto lo narran Patxi Heras y Marta Infante, autores del libro, con una amenidad encomiable y una precisión que deja poco que desear. Además de las noticias botánicas, los autores enriquecen el relato con un panorama, muy bien pintado, de la región durante esos años de auge del termalismo, y para ello recurren a relatos de viajeros, singularmente el casi coetáneo de Sarah Stickney-Ellis <i>Invierno y verano en el Pirineo.</i></div><div><br /></div><div>Los autores han acopiado asimismo abundante información paralela, oportunamente reducida a notas a final del texto, sobre geologia pirenaica, indumentaria y culinaria pastoril, hostelería y muchos asuntos más. Muy acertadas son las pequeñas biografías de aquellos personajes con quienes Spruce tuvo trato o cuya actividad afectó a la zona recorrida por el inglés. De este modo, junto a botánicos más conocidos, como León Dufour o Ramond de Carbonnières, me ha encantado saber de las vidas de Pierrine Gaston-Sacaze, el pastor botánico, paradigma de sabio sin formación académica, o de Xavier Philippe, militar, taxidermista, experto, guía, marchante y conservador del museo de Bagnères, y compañero de Spruce en alguno de sus trayectos.</div><div><br /></div><div>Se reirá usted del calor con que elogio las notas o los marginalia: pero uno, que es curioso, agradece muchísimo a los autores que hayan sido aún más curiosos que él y ofrezcan tan jugosa copia de erudición.</div><div><br /></div><div>La cosa no acaba aquí. A la riqueza del relato corresponde la del aparato gráfico. Por no parecer un panegirista, me limitaré a señalar fríamente que si las páginas del texto se adornan con adecuadas reproducciones de grabados de época, las de papel satinado contienen fotografías en color, de muy buena calidad, tanto de los paisajes y lugares que Spruce pisó, cuanto de las flores, los musgos y las hepáticas que identificó y recolectó.</div><div><br /></div><div>Conviene mencionar que los autores son briólogos, esto es, expertos en vegetales no vasculares (gracias a este libro me empiezo a enterar de lo que son los musgos y las hepáticas), y por tanto, sin descuidar la información florística, dan muy precisa cuenta de los briófitos pirenaicos, cuyo conocimiento nuestro botánico inglés casi triplicó: las 169 especies conocidas subieron, con el trabajo de Spruce, a 475, a saber 384 musgos y 91 hepáticas (página 176).</div><div><br /></div><div>Por último señalaré un detalle que, en mi opinión, evidencia el cariño, el mimo con que ha sido elaborado este volumen: para cada tramo de la investigación botánica de Spruce un mapa muestra las poblaciones, montes, ríos, fuentes y demás accidentes aludidos en el texto, con gran contento de los maniáticos que solemos echar mano del atlas cada vez que se menciona un lugar desconocido. Así que todo esto redunda en beneficio del cándido lector y en honra de los diligentes autores.</div></div><div><br /></div><div>Fíjese, señora mía, si me tienen contento Marta y Patxi que, aunque he leído el libro gracias a un amistoso préstamo, he encargado a mi librero traerlo, por el gusto de acomodarlo en mi biblioteca.</div>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-88549971753110748112023-01-30T19:33:00.004+01:002024-01-24T13:11:52.599+01:00Cuatro y pico<p> Mirando el arriscado sendero, me resistía yo a subir al Pic des Moines, pero me convenció un amigo de que el ascenso era más cómodo de lo que parecía: por fortuna era así, y además de joyas botánicas encontramos arriba una espléndida vista sobre el Midi de Ossau. Mientras almorzábamos, de regreso, Víctor Ezquerra, estrella de la divulgación (pronto de primera magnitud, y es profecía), aludió a la etimología de la voz <b>tetraquetra</b><i>.</i> Me quedé pensando en la palabra, cuyo primer elemento parece griego, pero ¿cuál era el segundo? Podía haber pedido a Víctor que me iluminara, pero preferí guardarme la cuestión, por la ilusión de resolverla: una pregunta siempre es más divertida que una respuesta, esto es, lo que sigue: un tedioso resumen de mis ociosos entretenimientos.</p><p>El griego clásico τέσσαρες /<i>tés-sa-res</i>/ o τέτταρες significa "cuatro" (en género animado: el neutro es τέσσαρα o τέτταρα; ya el latino <i>quattuor</i> no distingue géneros, como el <i>cuatro</i> castellano). Ahora bien, en los nombres compuestos la idea de "cuatro" se expresa con el prefijo τέτρα- /<i>té-tra</i>/, que conocemos bien porque en nuestro idioma llamamos <i>tetracromía</i> o "cuatrocolores" a la impresión con cuatro tintas (la usual para imprimir en color), <i>tetramorfos</i> o "cuatroformas" a los animales evangélicos, y <i>tetraedro</i> o "cuatrocaras" al sólido formado por cuatro triángulos regulares. He elegido aposta esas palabras, porque ninguna de ellas se usó en griego clásico, indicio de la vivacidad del prefijo <i>tetra-</i> en la historia de nuestros idiomas.</p><p>Se comprenderá que lo primero que uno piense es que <i>tetraquetra</i> sea griego, y que el primer elemento signifique "cuatro". Pero ¿qué significa el segundo elemento? Pues no lo sé. No lo he encontrado.</p><p>Recordaba, sí, que Horacio llama a Sicilia <i>Triquetra</i> (<i>Sermones</i> 2 6 55), denominación que le cuadra a la isla por su forma triangular (a Sicilia también se la llamó <i>Trinacria,</i> que significa "Tres puntas"). En vano se buscará equivalente a Triquetra en griego (en cambio, Τρινακρία figura en Teócrito y en Tucídides). Si uno va a los diccionarios a buscar <i>triquetra</i> fácilmente da con el adjetivo <i>triquetrus</i> "triangular", que parece de formación puramente latina. Meillet lo recoge y, por toda etimología, menciona que el sufijo tiene correspondencia en germánico.</p><p>La que no encuentro por ningún lado en los repertorios de lenguas clásicas es la voz <i>tetraquetra</i> (o <i>tetraqueter</i> o <i>tetraquetrus</i> o cualquiera de las formas verosímiles con que pudiera buscarse). A cambio el griego clásico sí posee nuestro <i>tetrágono</i> (en latín <i>tetragonus</i>, con la primera O larga y por ende acentuada, véase lo dicho sobre <i>polígono</i> y <i>poligono</i>). Eso justifica el nombre que Lineo dio al <b>Epilobium tetragonum</b> (acentuado <i>tetragónum</i>). Si añadimos un lóbulo o lobo, tendremos el <b>Tetragonólobus maritimus</b> Roth, es de suponer que de "lóbulo tetragonal" (sinónimo, creo, de <b>Lotus maritimus</b>).</p><p>Yo sospecho (en mi ignorancia, no me queda más que la sospecha) que la palabra <i>tetraquetra</i> fue creada por analogía con <i>triquetrus</i> (con el significado, pues, de "cuadrangular"), si bien el neólogo no advirtió que aplicaba un prefijo griego a una forma latina. Algo monstruoso, para un filólogo finústico. En cualquier caso, ahí está la <b>Arenaria tetraquetra</b> L.</p><p>Ignoro por qué, los diccionarios que manejo dan para <i>triquetrus</i> la E breve, a pesar de que la sílaba cuenta como larga tanto en Lucrecio como en Horacio (aunque eso puede explicarse por licencia ante <i>muta cum liquida</i>). Si hacemos caso a los diccionarios, habría que pronunciar <i>tríquetrus</i> y <i>tetráquetrus;</i> si a Lucrecio y Horacio, esas palabras serían llanas.</p><p>No faltan en la onomástica botánica las formas con prefijo <i>tetra-:</i> la <b>Euphorbia tetraceras</b> Lange (en Lineo es <b>E segetalis</b>) sería una euforbia "cuatrocuernos" (<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">κέρ<span style="color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium;">α</span>ς /</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ké-ras</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "cuerno"</span>). Supongo que también tendrá cuatro cuernos la <b>Tetracera</b>, planta americana. En cambio, la <b>Vicia tetrasperma</b> habrá de tener cuatro simientes. Por su parte el <b>Hypericum tetrapterum</b> gozará de cuatro alas. El árbol que los franceses llaman <i>thuya de Barbarie</i> es un <b>Tetraclinis</b>, por la forma de sus frutillos, probablemente del griego <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">κλ</span>ι<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ί</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ς /</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">klii-nís</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "camita"</span>. He encontrado incluso un alga <b>Tetraedron</b>, que en su diccionario Font Quer escribe muy finamente <b>Tetraëdron</b>, pues ese AE no es diptongo: <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τέ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρα- /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">té-traa</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/ "cuatro" (la forma de </span>τέσσαρες como prefijo), <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="background-color: transparent;">ἕ<span style="color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: medium;">δρ</span></span></span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">α</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="background-color: transparent;"> </span><i style="background-color: transparent;">/hé-dra/</i><span style="background-color: transparent;"> "asiento"</span></span>.</p><p>¿Pertenece a este grupo la <b>Galeopsis tetrahit</b>? Algo me dice que no, pero no he logrado averiguar de dónde sale ese curioso nombre específico, proveniente quizá de algún habla local. En cuanto al genérico, leo en la red que <i>galeopsis</i> significa "parecido a un casco", y que viene de la palabra griega <i>gale</i> que significa "comadreja"; esto último es harto dudoso. Sí, es cierto que en griego se llama <span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">γαλῆ /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ga-lée</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/</span> a ese bichito, pero si <i>galeopsis</i> quiere decir lo apuntado arriba (para <i>opsis</i> se puede ver <i>Frutos</i> en octubre de 2019), habrá que partir no de esa palabra griega, sino del latín <i>galea</i> que, en efecto, significa "casco"; estaríamos ante otro híbrido grecolatino, como <i>tetraquetra</i>.</p><p>En mi opinión, tampoco el nombre griego del urogallo (<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ε</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">τ</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ρ</span><i style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"><span style="font-style: normal;">ά</span></i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ω</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">ν</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;"> /</span><i style="color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">te-trá-oon</i><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "Times New Roman", Times, FreeSerif, serif; font-size: 15.4px;">/</span>) tiene que ver con el número cuatro, ni tampoco su transcripción latina, que es ahora el género <b>Tetrao</b>, y origen de la familia tetraonida; yo descartaría también el nombre del sisón (<b>Tetrax tetrax</b>).</p><p>En latín la forma del cardinal "cuatro" también difiere exenta y en compuestos: aislada, se dice <i>quattuor,</i> mientras que en compuestos adopta la forma <i>quadr-</i>. Así, el griego <i>tetragonus</i> tiene el equivalente latino <i>quadrangulus,</i> y de ahí el <b>Hypericum quadrangulum</b> de Lineo (sinónimo de <b>H tetrapterum</b> arriba mencionado). También hay una <b>Passiflora quandrangularis</b>.</p><p>Cuatro hojas tiene, claro está, la <b>Paris quadrifolia</b>. Y Plumier bautizó en 1703 al cacahuete <b>Arachidna quadrifolia</b> (luego Lineo la llamaría <b>Arachis hypogaea</b>, nombre que aún está en vigor si no yerro). Lo de <i>hypogaea</i> ("bajo tierra") supongo que se refiere a la curiosa costumbre de sus flores, que se fecundan al aire, y luego se entierran, para madurar sus semillas en el suelo. Recuerdo haber discutido con un amigo sobre si los cacahuetes eran semillas o tubérculos: yo sostenía lo primero, porque, comedor habitual de <i>manises</i> (así llamábamos de niños al cacahuete, o <i>cacagüés</i>), recordaba bien sus dos cotilédones y el embrioncillo en medio; el amigo, agricultor, cultivó un par de años la planta y sabía de sobra que los cacahuetes se sacan de bajo tierra.</p><p>Baste de cuatro por hoy.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-50259252879980481912022-12-26T12:55:00.004+01:002024-01-17T07:52:53.522+01:00Los camellos académicos<p>¿Quién no tiene su gramo de locura, y aun su media libra bien pesada? El amigo P.A. me toma el pelo por mi manía antiacadémica, y quiero por una vez argumentar sobre el asunto y de paso, por qué no, <i>meterme</i> un poco con la Academia.</p><p>He conocido a no pocos que desdeñan lo académico, a menudo para ensalzar el aprendizaje silvestre, del que se hace timbre de gloria soltando desde el pedestal la frasecita: "Yo soy autodidacta". No veo qué mérito singular tenga el autodidactismo, o qué lacra la enseñanza más o menos regular; apostaría que hay el mismo porcentaje de sabios (bajo) y de cretinos (alto) en uno y otro campo, como, por desgracia, pasa siempre.</p><p>Nada tengo, pues, contra las academias en general. Pero sí he criticado a menudo a la Real de la Lengua, y a su diccionario, y por razones concretas, no por generalidades. Cuando comencé a servirme del DRAE, allá por el milenio pasado, en él se contenían cosas como esta: "Falangista: miembro de la Falange Española y de las JONS, movimiento fundado por José Antonio Primo de Rivera" (cito de memoria). Afectado entonces por el virus político, detestaba yo semejantes salidas de tono, pura propaganda.</p><p>Cierto que los tiempos han cambiado, y ahora la Academia es otra, y se pone al día con la red, y hace una labor encomiable en pro de un castellano panhispánico y todo eso.</p><p>Pero lo cierto es que su diccionario ha albergado muchas opiniones bárbaras (uso el pasado porque, como supondrá el lector, no soy fidelísimo seguidor de sus ediciones). Alguna vez he puesto como ejemplo la etimología que el DRAE daba de <i>tonto,</i> palabra que los académicos pretendían derivar de <i>attonitus,</i> tonta idea en que no habrían incurrido con un pequeño repaso de gramática histórica, ciencia al parecer cuidadosamente ignorada de los académicos de la Española. (Acabo de comprobar que esa etimología no aparece ya en el DRAE en red, que atribuye a <i>tonto</i> "origen expresivo".)</p><p>Y para búsquedas de palabras en uso, cuán a menudo fallaba el DRAE, donde iluminaba, por ejemplo, el diccionario de Seco o el de María Moliner, que a cierto besugo sueco tanto le gusta debelar. Una sola mujer, trabajando en condiciones difíciles, dio a luz un léxico que sacaba varias cabezas al excogitado por treinta caballeros académicos. Y es que en estas tierras a menudo el sillón académico no es un lugar de trabajo, sino una especie de prebenda y sinecura, como lo demostró ingresando en la docta casa aquel novelista de una novela, la más ilegible bazofia de la narrativa contemporánea.</p><p>Con todo, siempre me ha parecido aceptable lo que expresa el lema de la RAE: bien está limpiar, fijar y dar esplendor, es decir, desbrozar un camino al uso del idioma, estimar lo bueno y desechar lo mediocre y lo inútil: algo, claro está, discutible, y donde el crítico se la juega.</p><p>Pues bien, ahora van los académicos y deciden, por lo visto, que nada de limpiar y fijar, que ya no van a alquitarar el idioma y repulirlo, que nada de jugársela, sino aceptar cuanto el vulgo hablante por mayoría decida (vulgarísimo concepto de lo democrático). Hala, y ahí tienes en el DRAE de hoy el <i>glamur</i> y las <i>almóndigas.</i></p><p>Porque lo malo es que hoy no es el pueblo el que autoriza las voces: son los fabricantes de series y los publicistas de las cadenas televisivas: no, no son voces populares las que los académicos están dando por buenas, sino voces puestas al tablero por guionistas y distribuidores de ideología. Llega el <i>glamur</i> y se pierde, ay, la palabra castiza...</p><p>Y si de la voz popular se trata, hermanos de la <i>almóndiga,</i> ¿para cuándo <i>fraticida, metereólogo, dentrífico?</i></p><p>Pues bien, el otro día, hablando entre amigos sobre definiciones caprichosas, hice notar cómo era cada vez más extendida la absurda idea de que <i>camello</i> designaba sólo al animal de dos jorobas, y sólo <i>dromedario</i> al de una. Y ahí vino mi sorpresa, porque el amigo P. me informó de que eso precisamente era lo que sostenía el diccionario académico. Confieso aquí que me quedé atónito: hasta que lo comprobé por mí mismo no me lo podía creer.</p><p>¡Oh, señor, perdónalos, porque no saben lo que dicen!</p><p>O sea que cada vez que mis sobrinas vuelven de Canarias y me dicen que han montado en camello, ¿están hablando mal? ¿Debo tirarles paternalmente de las orejas, y corregirles la voz: no en camello habéis montado, queriditas, sino en dromedario? ¡Qué majadería!</p><p>Así pues, la voz <i>camello</i> ya era mal usada por los griegos, los pobres; pues κάμηλος ha de designar (así lo abonan los sapientísimos académicos) a los camellos de la Bactriana, con sus dos jorobas, y no a los que Aristóteles conoció de toda la vida, las simpáticas monturas de los comerciantes de la Cirenaica o de los hombres azules del Atlas.</p><p>¡Ay, amigo, los ugaríticos llamaron <i>gamel</i> o <i>gamal</i> a la tercera consonante de su alfabeto, y para ello fueron a buscar el nombre no a los camellitos que tenían en casa, recorriendo las llanadas de Mesopotamia, sino, como es lógico, a las bestias bijorobadas de la meseta centroasiática! ¡Qué lógica la suya!</p><p>Y usted, señora, que fuma Camel, ¡muy mal hecho! Usted debe fumar Dromel: el diccionario académico se lo recomienda; o al menos afea la conducta del que dibujó ese dromedario junto a la palmera y la pirámide.</p><p>Y lo peor son las consecuencias teológicas. ¡Ay, Espíritu Santo, que, por desconocer la superior autoridad de la Real Academia de la Lengua, has metido la pata y hecho pasar un κάμηλος por el ojo de la aguja, cuando lo que debiste pasar fue, el DRAE sea loado, un dromedario!</p><p><br /></p><p>Cuando comenzaron a usarse los diccionarios en red nació la moda de criticar esas enciclopedias de redacción colectiva, como wikipedia; por mi parte he defendido siempre que no contienen <i>más</i> equivocaciones de las que suelen contener las enciclopedias acreditadas (entre las que incluyo la Británica, tan venerada, y que alberga sus errores, como toda obra humana). Hablando de camellos, he aquí una muestra de virtud en la wikipedia castellana, en cuyo artículo "camello" se lee lo siguiente:</p><p>"La palabra <i>dromedario</i> es un cultismo que se utiliza específicamente para el camello arábigo, mientras <i>camello</i> es la palabra coloquial usada para las tres especies existentes del género <i>Camelus,</i> así como otras extintas. No obstante, en las definiciones de dromedario y de camello del DRAE se despoja al dromedario de la categoría de camello, haciendo notar el número de jorobas, un academicismo que choca con la biología, la etimología y el uso popular".</p><p>¡La sensatez misma! Académicos, aprendan, si aún están en edad.</p><p><br /></p><p>Leo ahora un comentario de Daniel, por el que me entero de la existencia de un género <b>Aphanes</b> que, claro está, corresponde con el adjetivo griego ἀφανής "inconspicuo", que mencioné en una página publicada el pasado mes de junio. Acabo de comprobar que <b>Aphanes</b> figura en mis papeles como variante del género <b>Alchemilla</b>; si no lo cité en esa página, pues, fue sin duda porque se me escapó: un error más.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-20961379514272248002022-11-29T19:42:00.004+01:002023-06-07T11:59:15.985+02:00El río: un viaje por los viajes<p>Más de una vez he disfrutado de la conversación de Gabriel Montserrat; pero el otro día, bajando del Pirineo tras un paseo botánico, habló con tal elocuencia de un ensayo titulado <i>El río,</i> su relato fue tan estimulante, tan ricas e interesantes las noticias, que me quedó clavado el deseo de hacerme con ese libro, que él no me podía prestar por tenerlo extraviado. No fue fácil encontrarlo por la red (no recordaba el nombre del autor) pues hay una buena porción de textos más o menos literarios con ese título tan simple, pero al final el propio Gabriel me lo envió: escrito por Wade Davis, la edición castellana de <i>El río</i> corre a cargo de Pretextos, una de las más exquisitas editoriales españolas, que la publicó en 2005 y acaba de reimprimirla en este año de gracia de 2022.</p><p>Ahora que he terminado su lectura me apetece reseñarla aquí, porque ante todo cuenta las aventuras equinocciales de botánicos que arriesgaron su integridad para conocer la flora de la pluvisilva americana. Creo, por tanto, que puede interesar a cualquier aficionado a la botánica, y a quien disfrute con las memorias de viajes.</p><p>No obstante, esos motivos están muy lejos de agotar la riqueza de este escrito, al que, si es que se le puede imputar algún defecto, tal vez sea el del propio exceso: el autor parece empeñado en traer de nuevo a la vida cada minuto del tiempo pasado, revivir cada instante de los que gozó en sus tareas botánicas en Amazonia. Escribir parece también, en Wade Davis, un acto de amor a las personas que conoció, sobre todo a dos de las que fue discípulo: el botánico y director del jardín botánico de Harvard Richard Evans Schultes, y Tim Plowman, alumno de Schultes como el propio Davis, y con quien éste compartió muchas de sus aventuras australes.</p><p>Encantador es el retrato de Schultes, un bostoniano políticamente muy conservador, pero conservador como ya quisiéramos que hubieran abundado en España, donde tan a menudo la política es fe religiosa. Schultes detestaba a los demócratas, sí, pero en más de una ocasión arrancó de los tribunales a consumidores de hachís argumentando con verdad la imposibilidad de determinar científicamente si la marihuana de que el encausado fuera portador correspondía con la concreta especie botánica prohibida por la ley. Un conservadurismo <i>liberal</i> que no se da por estos pagos.</p><p>Schultes comenzó su carrera académica estudiando la distribución, usos y efectos del peyote, ese hongo que resulta que no es un hongo, sino el cacto Lophóphora williamsii (λόφος /<i>ló-fos</i>/ significa "cresta", por eso al Parus cristatus lo llaman ahora, parece ser, Lophóphanes, esto es, "cresta conspicua"; Davis explica el porqué del nombre botánico), y acabó dedicando gran parte de su vida a los vegetales psicotrópicos. Schultes comprometió siempre, en su estudio, la experiencia personal, de manera que los probó todos, con resultados algo paradójicos: era incapaz de sufrir alucinaciones, y sólo veía colores.</p><p>Las publicaciones académicas de Schultes resultaron ser uno de los motores de la generación psicodélica, en la medida en que inspiraron a Timothy Leary, el promotor del uso de LSD como vehículo para acceder a un "estadio superior" de conciencia, y gurú de la generación <i>beat</i>. Por cierto que Schultes no estaba nada de acuerdo con la palabra <i>psychedelic</i> recién inventada por el psiquiatra Humphrey Osmund y, como conocedor del griego clásico, recomendaba la forma <i>psychodelic,</i> finalmente rechazada por Leary, según nos informa Davis en <i>El río,</i> con el argumento de que le sonaba peor.</p><p>En efecto, a partir de ψυχή /<i>psy-jeé</i>/ "alma" existe en griego clásico un buen grupo de palabras, todas ellas con ψυχο- como primer elemento; por ejemplo ψυχοστόλος, epíteto de Hermes como acompañante de las almas, o ψυχοστασία, palabra que designa el pesado de esas almas en el más allá y que ahora los manuales de arte cambian, no sé muy bien por qué, en <i>psicostasis</i> en lugar del más helénico <i>psicostasia</i> (en todo caso habría que acentuar <i>psicóstasis</i>). Pues bien, si combinamos ψυχή con el verbo δηλῶ "revelar", para obtener la idea de "revelar el alma", llegaríamos en buen griego a <i>psicodelia</i> y no a <i>psiquedelia.</i></p><p>Vamos, que Schultes tenía toda la razón. De su exquisita formación (qué tiempos aquéllos) dan indicio las lecturas con que aliviaba sus trabajos: junto a los textos botánicos, Schultes paseaba por el Amazonas con Ovidio, Virgilio, y en su bagaje siempre había hueco para su diccionario de latín.</p><p>Si Schultes fue el profesor venerado, Plowman fue el hermano mayor, esto es, guía y compañero al mismo tiempo: con él comenzó Davis, y continuó a menudo, sus aventuras sudamericanas. Plowman seguía los pasos del maestro y probó arriscadamente cuanto psicotrópico se le puso a tiro. Por no alargar esto demasiado, dejo de contar aquí alguna de las aventuras de Tim, ora divertidas, ora truculentas, que el lector encontrará en <i>El río</i>.</p><p>Los retratos de Schultes y Plowman no son los únicos de esta obra, que abunda en rápidos esbozos de los más variopintos personajes. Como ejemplo de esos retratos vertiginosos, he aquí el de un botánico español que fue compañero de Schultes: "José Cuatrecasas era un español alocado, veterano republicano de la guerra civil, que tenía en la vida dos pasiones acendradas fuera de la botánica: odiaba a los curas y detestaba gastar dinero, en ese orden" (p. 239). Otras veces, el retrato tiene ese aire absurdo que parece nacer del humor británico: "Richard Gill, hijo de un médico de Washington, se dio cuenta, a principios de la década de 1920, de que la medicina no le interesaba".</p><p>Claro es que junto a las aventuras de nuestros heroicos botánicos vamos aprendiendo no poco sobre los vegetales enteógenos, mescal, coca, yagé, y sus muchas variedades y múltiples combinaciones. Y como estos botánicos son etnobotánicos, Davis no deja de describir con delectación las fantasías cosmogónicas y cosmológicas del universo indígena, para mi gusto la parte más tediosa del libro, pues nunca le vi la gracia a que el mundo reposara sobre una tortuga, una tribu naciera de la oreja de un jaguar, o que una doncella se embarazase por una paloma.</p><p>En fin, incluso un resumen de los temas del libro sería en exceso largo, pues a Davis le interesa de todo: la sevicia de los españoles en América (a los que siempre imagina armados de la cruz y la espada, y vestidos de Felipe II o con sotana inquisitorial); los tanteos de botánicos y médicos para hallar las fuentes del curare y explorar sus utilidades quirúrgicas; la importancia estratégica del látex en la segunda guerra mundial; el enloquecido crecimiento económico y demográfico de Manaos, cabalgando la industria del caucho; la repugnante crueldad de que los caucheros hicieron gala con los indios a quienes obligaban a trabajar de siringueros; los desvelos, entre presuntuosos y luctuosos, de los misioneros evangelistas entre las tribus de la selva; el nacimiento de la Coca-Cola en una era donde la cocaína se consideró alegremente panacea de felicidad, y era recomendada (y consumida) con cándido entusiasmo por don Segismundo Freud, prestigioso galeno de la capital austrohúngara...</p><p>Lea, lea, que se entretendrá de lo lindo.</p><p>Uno le pondría algún pero a la traducción, hecha por Nicolás Suescún (sic, por el acento), debido a unos cuantos anglicismos que afean sus páginas; pero demos por buenos algunos americanismos algo extravagantes (<i>escogencia</i>, por ejemplo, por <i>selección</i>; <i>precipitud</i> por <i>precipitación</i>) a cambio de otros briosos y expresivos. Y a la postre el texto (que no es nada fácil, con tanto término técnico y tanta orografía y tanta tribu desconocida para los indígenas de Europa) se lee perfectamente y con gusto en esta traducción.</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-508961284722089197.post-86234422561630217212022-10-19T20:00:00.007+02:002022-10-22T08:28:40.637+02:00Haya<p> Hace unos días improvisé sobre el término <i>haya,</i> y tras señalar que la palabra φηγός /<i>fee-gós</i>/ (correspondiente al latín <i>fagus</i> "haya") significa en Grecia "roble", formulé la idea de que la voz indoeuropea subyacente a ambos términos (el latino y el griego) pudiera significar "árbol maderable" en general. La idea es defendible, desde luego, sobre todo teniendo en cuenta que las designaciones precientíficas de los vegetales suelen mirar más a su utilidad para el humano que a su especificidad biológica.</p><p>Ahora bien, repaso en casa los datos de que dispongo, y encuentro generalmente aceptado que la raíz indoeuropea *bhago- designaba al haya, y que fue la <i>carencia de hayas</i> en Grecia (Chantraine) la que determinó el cambio de uso de la palabra (sólo en el ámbito griego, entiendo) y su colonización por el significado "roble". Los mapas de distribución del haya que encuentro en la red muestran que no falta en Grecia, aunque está ausente del Peloponeso, del Ática y, en general, de la mayoría de las costas típicamente ocupadas por las tribus helénicas; imagino que esos mapas reflejan la situación actual; de la existente hace treinta siglos nada sé.</p><p>Me han parecido oportunas estas consideraciones: sospecho que tiendo a exagerar la idea (en sí misma correcta, creo yo) de que las palabras viven su vida con relativa independencia de sus correlatos. Un claro ejemplo lo da la voz ὀξύα /<i>o-xý-aa</i>/ que significó "fresno", y de hecho en ὀξύα subyace la raíz indoeuropea que dio en latín <i>ornus,</i> en celta <i>onna</i> y en moderno alemán <i>Esche;</i> pero en Grecia pasó a <i>ocupar el vacío</i> dejado por φηγός y acabó por significar "haya".</p><p>Sin duda la lectriz avispada percibirá ciertas contradicciones en lo arriba argumentado; yo no insistiré en ellas, adepto al principio de no arrojar piedras sobre el propio tejado.</p><p>Dejo, pues, el nombre griego del haya, del que tengo pocas noticias, y voy al nombre latino que define en botánica el género y aun la familia toda de las fagáceas y el orden de fagales: <i>fagus</i> (con A larga) es, en efecto, el nombre latino de este árbol, con razón bautizado <i>sylvatica</i> (recuérdese que en latín los árboles tienden a ser femeninos) por su hábito de crear bosque; ese bosque se llama en latín <i>fagetum</i>; y el fruto, que no carece de importancia económica, <i>fagum</i> (en latín los frutos tienden al género neutro; en Grecia el hayuco se llamó simplemente βάλανος "bellota", y también μυροβάλανον).</p><p>En el mapa vemos que el haya se adensa conforme subimos al norte, con lo que es de creer que el pueblo celta (pueblo, y sus lenguas, los más extendidos por Europa hace dos mil años) conoció bien el haya. Y lo cierto es que <i>fagus</i> y φηγός tienen correspondencia en el celta <i>bagos</i> (siempre con A larga): todas esas voces responden al indoeuropeo *bhago-.</p><p>Y como el dialecto germánico no es más que una rama del indoeuropeo, no extraña encontrar esa misma raíz en germánico en la forma <i>bok,</i> sobreviviente hoy en el inglés <i>beech</i> y en el alemán <i>Buche</i> "haya". <i>Buche</i> recuerda a la palabra <i>Buch</i> "libro", y no es casualidad: son hermanas gemelas, así como en inglés <i>book</i> lo es de <i>beech,</i> pues el haya juega un papel más importante en la cultura centroeuropea que en la mediterránea. (También en la toponimia: el nombre del haya está, por ejemplo, en la antigua capital de los nervios, la moderna Bavai --del celta <i>Bagacum</i>--; y <i>Buchenwald,</i> uno de los nombres de la infamia, en realidad sólo significa "hayedo".)</p><p>Todos estos datos apoyan, sin duda, la idea de que en indoeuropeo <i>*bhago</i>- no designó un árbol cualquiera, sino en concreto el haya.</p><p>En Francia <i>fagus</i> evolucionó a <i>faou</i> y <i>fou</i> (de donde viene al parecer la voz <i>fouet,</i> origen a su vez del <i>fuet</i> catalán y, asimismo, pásmese, del nombre de la <i>fouine,</i> porque el animal, dicen, habita con preferencia el hayedo). Sin embargo, <i>faou</i> y <i>fou</i> se perdieron en la noche de los tiempos, sustituidas por el fráncico <i>*haistr</i> (el fráncico es el germánico de los francos, digamos): <i>*haistr</i> se documenta en latín medieval como <i>hestrum,</i> y de ahí <i>hêtre,</i> la denominación actual del haya en francés. Sin embargo, el adjetivo latino <i>fagina</i> continúa en el actual nombre francés del hayuco, <i>faîne</i>.</p><p>¿Y en el ámbito castellano, qué daría <i>fagus</i>? Veamos: pérdida de oclusión inicial, pérdida de sonora intervocálica, la habitual apertura de la U breve en O... así que <i>hao</i> y de ahí, la esperable diptongación en <i>hau</i> y, contraído el diptongo como suele, <i>ho</i>. Esto no es puramente teórico: <i>ho</i> está documentado como nombre del haya en fueros medievales y en el canciller Ayala. La forma moderna <i>hobe,</i> aún usada, al menos hace unos años, en el norte de Castilla (de Logroño a Santander; yo no la he oído), la explica Corominas como un compromiso entre ese singular <i>ho</i> y el plural <i>*habos</i> que vendría de <i>fagos</i> (plural).</p><p>Entonces, ¿de donde sale <i>haya</i>? Pues no del sustantivo <i>fagus,</i> sino del adjetivo correspondiente, que debió de tener las formas <i>fageus, faginus</i> y <i>fagineus</i>. No es raro que a un árbol lo designe en romance no el sustantivo latino, sino el adjetivo que calificaba a su madera, esto es, el valor del árbol para el tosco mono desnudo. Así que <i>haya</i> viene de la braquilogía <i>(materia) fagea;</i> esto se repite en el <i>faia</i> portugués y el <i>faja</i> catalán. En cambio la forma catalana <i>faig</i> parece continuar un neutro, quizá <i>(lignum) fageum,</i> lo mismo que el italiano <i>faggio</i> (con geminación de G corriente en toscano para el grupo <i>-gj-</i>, como en <i>reggia</i> o <i>spiaggia</i>).</p><p>Con todo, el castellano viejo y las hablas pirenaicas han conservado <i>fau</i> como nombre del haya (en Aragón también <i>fabo,</i> con el mismo tratamiento de la G visto arriba, y el fruto <i>fabuco</i> y <i>faveta</i>). Yo sospecho que los topónimos (y apellidos) Fau o Faus (y quizá Fabero) continúan la voz <i>fagus;</i> Fago, localidad pirenaica, parece un caso aún más evidente (sea como sea, muy verosímil; por lo demás, la toponimia está llena de fitónimos). En cuanto a <i>fagetum</i> "hayedo", es étimo de las localidades Haedo (resultado esperable de <i>fagetum</i>, con su variante gráfica Ahedo) y Haedillo. (<i>Hayal</i> y <i>hayedo</i> son formas secundarias, claro es, derivados tardíos de la forma hoy común, <i>haya</i>.)</p><p>Antes de dar de mano a esto, señalo el interesante caso del vascuence, donde el haya se llama <i>bago</i> y <i>pago,</i> muy probables préstamos del latín <i>fagus.</i> (Me pregunto si alguna podría venir directamente del celta.) Con el sufijo colectivo, tenemos <i>pagoaga</i> "hayedo", del que <i>pagaza</i> se da por sinónimo. Unas y otras formas son origen de no pocos apellidos y topónimos (Pagotxueta, Pagasarri, Pagobakar, Pagazaurtundua &c).</p>Gil Tormeshttp://www.blogger.com/profile/18436004859888766625noreply@blogger.com1