jueves, 6 de julio de 2023

Hojas de borde espinoso

 Una simpática señora pregunta, con acento dulcemente platense, por el significado de la palabra aquifolium, que con el Ilex o acebo comparte una especie decorativa encontrada en mi pueblo, la Mahonia aquifolium.  Mira por dónde me entero así del nombre de esos arbustos del parque, a los que ya había echado yo el ojo aunque sin gran interés por conocerlos mejor (he conseguido restringir mi racismo a solamente las plantas ornamentales, en especial a las muy invasoras como la Cortaderia de la pampa o la Phytolacca americana).

Mientras improviso la respuesta, que creo conocer (al fin y al cabo las hojas del acebo son pinchosas, como las de la mahonia), un sordo malestar empieza a aquejarme: ¿no estaré metiendo la pata al atribuir a ese aqui- el significado de "pinchoso"?  En efecto, aqui- sólo puede significar "agua", como he hecho constar aquí en relación con la voz aquilegia "cangilón" o "recoge-aguas".

Ya en casa, comido aún por la duda, acudo al amparo de los diccionarios, refugio seguro para ganapanes de la filología como yo.  Y lo que aprendo me confirma en mi sospecha: aquifolium es una forma poco defendible de la más adecuada voz *acuifolium o acrifolium, donde aparece correctamente reflejada la idea de agudeza propia de la raíz *ak-, que indica "punta", "sumidad".

Esa raíz es muy productiva, y provee innumerables voces.  El latín tiene los sustantivos acus "aguja" y acies "frente de batalla", y los adjetivos acutus "puntiagudo" y acer acris acre "agudo", "picante" o "amargo".  La aplicación al sentido del gusto lo encontramos también en acidus "ácido" y en acetum "vinagre".  En el ámbito botánico la raíz la hallamos en acúleo, latín aculeus "espina", y en el adjetivo aculeatus.

En griego, por su parte, la punta de la ciudad recibe el nombre de acrópolis, y el de acróbata quien camina por las puntas; la misma raíz *ak- está en ἄκανθα /á-kan-za/ "espina" (étimo, como ya dijimos, del Acanthus mollis); y con vocalismo distinto aparece en ὀξύς /ok-sýs/ "puntiagudo": así que la especie de majuelo a la que Dioscórides llama ὀξυκανθα, así como los epítetos oxyacantha u oxyacanthoides que encontramos en un Crataegus y cierto gorgojo, son un poquillo redundantes.  También parece ser que explica ciertos topónimos orientales, allá donde llegaron los "pueblos del mar", por ejemplo el nombre del puerto fenicio de Akko o Akkon, que los cruzados cristianaron con la pía gracia de San Juan de Acre. 

Aclaremos que el acer "agudo" tiene A larga, mientras que el acer "arce" tiene A breve; esto no impediría establecer una relación entre ambos términos, pero no hay etimólogo serio que lo haga.   El nombre del arce en latín tiene un origen tan oscuro como el de la mayoría de nombres de árbol.

Así pues, nada justifica ese apéndice labial que representa la U en aquifolium.  Pero, por más que protestemos y condenemos las voces aquifolia y aquifolium, ambas están documentadas en textos clásicos; y en Plinio, según los diccionarios, designan al acebo.  Para Meillet aquifolium se explica a partir de *acu-folium.  Puede ser.

Ahora bien, la voz castellana acebo (y las galaicoportuguesas de acibo, azevo y azevinho) reposan, como señala Corominas, no sobre aquifolium (de donde se esperaría un castellano *agüebojo o algo similar) sino sobre una forma *acifolium, sin esa molesta U, probablemente incorrecta.

En cuanto a agrifolio, sinónimo de acebo, deriva de acrifolium, y caben pocas dudas de que ésta es una corrección tardía, en las que se basan el aragonés crébol y el catalán grèvol.

Cuestión distinta es por qué el botánico atribuyó al acebo el género Ilex, cuando el latín ilex designaba a la encina.  Bubani se queja de Lineo por cambiar el género Aquifolium en Ilex (Aquifolium in Ilicem, en el prólogo de su flora pirenaica).

De hecho, la voz castellana encina proviene (como ocurre a menudo en el caso de los árboles) del nombre de la madera de roble, esto es, del adjetivo ilicina (sobreentiéndase materia "madera": este es el origen, asimismo, del nombre de Lecina, el pueblo oscense caracterizado por un hermoso ejemplar de Quercus ilex).

Si me preguntan mi opinión, yo diría que la juntura ilex aquifolia (que se encuentra en la Naturalis historia de Plinio, 16 32: parvae aquifoliae ilicis "de la pequeña encina de hojas pinchudas") no designa el acebo, ni mucho menos, sino nuestra coscoja o Quercus coccifera.

Pero Alá es más sabio.

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