domingo, 4 de febrero de 2024

De nominibus botanicis VII: fitónimos honoríficos

 Hora es ya de abordar la tercera de esas clases en que he repartido, provisionalmente, los nombres de plantas: los que llamo fitónimos honoríficos u honorarios.  Muy antigua es la asignación a plantas de nombres de personalidades, divinas o no.  (Y nótese que hablamos de nombres, no de plantas que la devoción dedique a un ser, como la encina a Zeus, el laurel a Apolo o la rosa a los monjes benitos.)  Encontramos muestras de aquello en fitónimos actuales que continúan voces grecorromanas.  Enumeraré unas pocas a título de ejemplo.

Entre los fitónimos que honran a dioses empezaré (por respeto al jefe) por el Dianthus, que califica al clavel como Διὸς ἄνθος o "flor de Zeus"; y pues ya escribí sobre ello no me repetiré aquí.  También de Júpiter, el correspondiente romano de Zeus, se honra el numen en nombres de vegetales: el Juglans o nogal es la "bellota (glans glandis) de Júpiter", pues el raro nombre del dios (Juppiter Jovis) tiene la raíz *di- "brillar", apenas adivinable aquí en la primera sílaba: ju- (las otras dos sílabas de Juppiter son del vocativo pater "padre").

Es tal la majestad de Júpiter que hasta su barba ha dado fitónimos: en efecto, la jusbarba o jovibarba, la "barba de Júpiter" o siempreviva, joubarbe para nuestros vecinos del norte, es interpretada en general como Sempervivum.  Sin embargo, no parece ese el sentido en la Naturalis historia 16 76, donde se alude a que la barba Iovis odia el agua, y en jardinería admite la poda: una nota en mi edición afirma que Plinio está hablando de la fabácea Anthyllis barba-jovis que, como se ve, conserva el apelativo.  (He visto usar la voz castellana jusbarba para traducir el francés joubarbe, referida a una barba Iovis interpretada en nota como Sempervivum globiferum, también llamado, creo, Jovibarba globifera; pero veo que el DRAE, siempre sorprendente, trae la palabra jusbarba como nombre --si he entendido bien-- del Ruscus aculeatus.)

Por la cuota femenina mencionemos a Afrodita, la diosa Κπρια /kú-pri-a/ o "chipriota", así llamada por haber nacido en o junto a Chipre o Κπρος /ký-pros/; y ahí tiene usted por qué el metal de Venus es el cobre o "(metal) de Chipre".  Pues bien, ensalza su divino calzado el Cypripedium o "planta de la Cipria", esto es, "planta de Afrodita".  Por mucho que se empeñe alguna página, πεδίον /pe-dí-on/ significa "llanura", y sólo de modo traslaticio "planta del pie".  No cabe pensar que el inventor del nombre genérico confundiera πεδίον con πέδιλον /pé-di-lon/ "calzado", o el latín pes con el griego πούς.  Donde está el "zapatito" es en el específico calceolus, diminutivo de calceus "calzado".

A la diosa Cipria los romanos la llamaban Venus --en origen nombre abstracto del "impulso" (venus venerissexual: de ahí el Adiantum capillus-veneris ("cabello de Venus"), la Scandix pecten-veneris ("peine de Venus"), la Legousia speculum-veneris ("espejo de Venus"), y por último (de momento) el Umbilicus erectus que antes fue Cotyledon umbilicus-veneris ("ombligo de Venus").

Además de los dioses, también los héroes o entes semidivinos dan nombre a diversos vegetales: Hércules (a quien los griegos llamaban Heracles) al Heracleum, Aquiles a la Achillea, el semipenco Quirón a la Centaurea y el Centaurium, de todos los cuales hemos escrito algo y por ende nos detenemos aquí.

Cabe citar aquí a la ninfa Dafne, amada en vano por Apolo, cuyo deseo burló convertida en árbol: el dios la adoptó como planta de su numen, y no la mencionamos aquí por eso, sino porque su nombre (Δφνη es el nombre griego de la muchacha, y δάφνη /dáf-nee/ es en griego el nombre del laurel) ha servido para un género de las timeleáceas (creo), entre las que se cuentan la Daphne laureola: ésta ostenta como específico el diminutivo de laurus "laurel" (claro está que la Laurus nobilis se quedó con el nombre latino del "laurel noble"); parece que ya Teofrasto y Dioscórides llamaban a esta planta δαφνοειδής ("semejante al laurel") y χαμαιδάφνη ("laurel humilde"), aunque me parece que no hay consenso en esto.  Pero basta de dioses y diosecillos.

Pasando de los dioses y los héroes a los simples mortales, incluso éstos han dado su nombre a yerbas.  Claro que no mortales cualesquiera, sino sólo los poderosos, o los médicos de los poderosos.  Así, por ejemplo, Eupatorium honra a Mitridate VI, rey del Ponto, de cuya inclinación por la botánica y las ponzoñas creo que hicimos mención.  Muchas páginas de la red atribuyen el género Artemisia a la diosa Artémide (esto es, la Diana latina, diosa de la noche y hermana de Apolo), pero yo me atengo a lo que escribió mi agüelo Plinio en el libro 25, párrafo 73 de su enciclopedia: que la planta se nombra así por la esposa, luego viuda, de Mausolo, célebre por el Mausoleo.

En cuanto a médicos, hay acuerdo en que el género Euphorbia honra a Euforbo, médico del cultísimo rey de Numidia Juba II; ambos, monarca y galeno, reciben honra en el nombre de la Euphorbia regis-jubae, especie que habita Canarias y el Magreb.  (En griego εφορβία significa "rico pasto"; regis Iubae es el genitivo, significa "del rey Juba".)  Y la Musa paradisiaca o platanero se ha atribuido al médico de Augusto, aunque no sin contradicción.

Y basta por ahora de antigüedades.  Vayamos a fitónimos de bautizo más reciente.