sábado, 28 de octubre de 2023

Piedras II

Razón tiene Daniel sobre la palabra griega λίθος /lí-zos/ "piedra", más o menos equivalente de πτρος y más viva que esta última en la actual literatura científica.  De hecho, nuestra lengua o, mejor dicho, las lenguas europeas en general (que de continuo se han enriquecido a base de griego y latín) están llenas de términos como monolito (μόνος /mó-nos/ "único") o litosfera (σφαῖρα /sfái-raa/ "esfera"): la segunda sigue reducida a su ámbito originario de la geología, mientas que la primera, en cambio, ha saltado al uso común y se habla, por ejemplo, de una "fe monolítica" o un "apoyo monolítico".  La enseñanza pública ha vulgarizado términos como paleolítico o neolítico creados para designar períodos históricos (o prehistóricos).  Y para la técnica de grabado sobre piedra caliza (que Francia puso de moda en el siglo XIX) se creó el latinismo lithographie, en español litografía (γράφω /grá-foo/ "dibujar").  Baste con estos ejemplos.

Usa la botánica muchas voces derivadas de λίθος, y basta consultar el Diccionario de botánica de don Pío Font para pescar unas cuantas en su orden alfabético.  Por ejemplo, litófito (φυτόν /fy-tón/ "planta"), que describe al vegetal capaz de crecer sobre la roca viva (como musgos y líquenes).  Curiosamente, si invertimos los términos obtenemos fitolito, que designa el vegetal fósil, de igual modo que litofilo y litóxilo son aplicados a la hoja y a la madera, en ese orden, petrificadas o fósiles.

Me sorprende encontrar la palabra litíasis (con qué probidad acentúa don Pío) que para mí era el nombre que la patología daba a la formación de piedras (por ejemplo en el riñón): pero veo que también se forman piedras en los frutos (por ejemplo en las peras, por la picadura de un tal Calocoris fulvomaculatus, un hemíptero más esbelto y elegante --con las manchitas amarillas que su nombre anuncia-- que la mayoría de las chinches).  Con ello la litiasis entra de lleno en la botánica.

En cambio, nombres de género basados en λίθος he encontrado pocos.  Supongo que habrá más, pero me limito a los que tengo registrados en mis papeles.

El que mejor conozco es Lithospermum, hierba bastante común (por mi pueblo al menos abundan las especies arvense y officinalis, si no me equivoco).  En ese término, consagrado por Lineo a mediados del XVIII, la voz examinada se combina con σπέρμα /spér-ma/ "semilla" en un nombre descriptivo, alusivo a la dureza, verdaderamente pétrea, de la bolita germinal de esta boraginácea.

Boraginácea es también la Lithodora fruticosa Griseb 1846, una planta que abunda no menos por los secos tomillares de mi entorno, de los que a menudo, como esta pasada temporada, es, con sus abundantes embudos azules y violetas, la única ilustración floral destacada.  Este arbusto siempre lo recuerdo por el curioso nombre de "hierba de las siete sangrías", porque, vaya usted a saber por qué, me falla la memoria con el binomio botánico; espero que escribir esto me ayude en el futuro.

En mi opinión, en Lithodora se combina λίθος "piedra" con δόρα /dó-ra/ "pellejo" (de la misma raíz *der-/dor- que δέρμα /dér-ma/ "piel").  He visto en la red que el basiónimo es Lithospermum fruticosum L 1753, por lo que la voz lithodora la debió de crear Grisebach, supongo, para distinguir el género sin alejarse mucho de la forma original dada por Lineo, y describir a la vez la que parece característica de este arbusto: la rígida dureza de sus ramillas.

Por cierto que he leído en la red alguna explicación falsa, en mi opinión, del específico fruticosa, como si aludiera a los frutos; pero esa palabra, como creo haber escrito ya, no tiene nada que ver con el término latino para decir "fruto", sino con frutex "arbusto".  Fruticosus significa, pues, "arbustivo".

No conozco, pero parece que habita las costas españolas, el alga Lithophyllum incrustans, con la que no recuerdo qué trato he tenido.  Pero es hermosa, según se puede ver en una página de la red.  Ese lithophyllum es la forma latina del litofilo arriba mencionado, y deriva, claro es, de λίθος "piedra" y φύλλον "hoja".

Por mi parte ya tendría que viajar a África, a Namibia y por ahí, para encontrar otras derivados de λίθος, aunque a nuestros viveros llegan hace tiempo no pocos ejemplares de esas plantitas que por vivir disfrazadas de piedra reciben el adecuado nombre de "pinta de piedra" o Lithops (ὤψ /oóps/ "apariencia").  Según la wikipedia son de la familia de las aizoáceas.

No quiero abandonar esta página sin darme el gusto de mencionar, aunque caiga fuera ya de la botánica, a esa especie de fino mejillón llamado por la ciencia "comepiedras", esto es, Lithophaga lithophaga.  La litófaga excava galerías en la caliza disolviéndola con ácido, tal que se diría que come piedra.  En su nombre zoológico, al primer componente, λίθος "piedra", se une el conocido aoristo griego ἔφαγον /é-fa-gon/ "comí".

Mi primer encuentro con ese mejillón litófago ocurrió en un artículo de Jay Gould que (acabo de comprobarlo) ha desaparecido de mi biblioteca; pero tuve el capricho de apuntar lo que el traductor, Joandomènec Ros, indicaba en nota: que eran un manjar exquisito.  La wikipedia informa ahora de que la ecologista Europa tiene ya prohibido su consumo.  Pero en octubre de 1654 el cardenal Retz tuvo ocasión de probarlos en Mahón, Menorca, por gentileza de un tal Fernando Carrillo.  Más que el sabor de las litófagas, al cardenal debió de llamarle la atención el trabajoso procedimiento de extraerlas de la roca, pues es lo que describe con más demora en sus famosas memorias.  La wiki francesa nos informa de ello, y de que también figuran estos lamelibranquios exquisitos en la novela de Jules Verne L'île mystérieuse con el nombre de lithodomes.  Si la wiki lo dice...