Con gran pereza, producto sin duda del cambio climático y del efecto dos mil, para cumplir con la paginita mensual, me embarco en un asunto surgido el otro día en Ordesa y del que algo sé (o eso sueño) y sobre el que puedo largar alegremente sin recurrir a papeleo. Se trata de la palabra botica, la forma algo anticuada de decir "farmacia".
El griego φαρμακεία /far-ma-kéi-a/ significaba principalmente "medicación", es decir la aplicación de un φάρμακον /fár-ma-con/, esto es, de un "simple", o de una combinación de simples. Para la palabra φάρμακον, relativamente aislada en griego (y que también se traduce "veneno"), es difícil hallar un étimo convincente, y que dé cuenta de su pariente φαρμακός, que designa al envenenador, al mago, y también al chivo expiatorio, es decir, a quien con su sangre paga las culpas de la ciudad y la exonera de venganza divina.
Así pues, farmacia oscila entre la terapéutica y la magia. En latín adoptaría la forma pharmacia, con I larga, lo que implica pronunciar /far-ma-kí-a/ (aún se acentúa así en italiano); en España, como es habitual, el hiato I-A diptonga, y se desplaza el acento, conservando la voz llana.
También hubo una ninfa Farmacia, numen de cierta fuente de Atenas; y junto a Mélita o Malta flota la isla Farmacusa que, a juzgar por el nombre, debe de ser rica en hierbas médicas. La zoología conoce un género de polilla Pharmacis: en griego significó "bruja".
Para nombrar la ocupación y la tienda del experto en medicamentos, triunfó en Europa una voz griega que en principio designaba el repositorio, el almacén, la despensa: ἀποθήκη /a-po-zeé-kee/, en latín apotheca. Deriva, como ya dijimos, del verbo τίθημι /tí-zee-mi/, cuyo radical -θη- significa "colocar", y está en la -te- de discoteca, ooteca y gliptoteca. Aún hoy la farmacia alemana ostenta el título de Apotheke y Moscú está lleno de Aptiékas.
Esa especialización de sentido no la ha sufrido apotheca en otros ámbitos, y ha conservado su valor genérico en el francés boutique, en el italiano bottega, o en el castellano bodega, derivadas de aquella. En esas voces se ha perdido la A inicial por confusión con el artículo, y en la bodega castellana tenemos un buen ejemplo de sonorización de las tres oclusivas sordas intervocálicas. Ahora bien, la voz botica sí ha restringido su significado, y nombra en particular el almacén de farmacia: boticario es prácticamente sinónimo de farmacéutico. Es probable que botica provenga del francés o del provenzal; en general se supone que su I refleja el itacismo del griego bizantino, aunque bien podría ser resultado fonético de la E larga de apotheca.
La palabra oficina evoca hoy una sala con escritorios y gente de manguitos y visera, en un caso de especialización de sentido similar al de botica, pero en otra dirección. Ahora bien, en latín officina /of-fi-kíi-na/ quería decir "taller", "obrador" en general (viene del verbo facere /fá-ke-re/ "hacer", "fabricar"), y es pariente de officium /of-fí-ki-um/ "servicio". En el ámbito original de la palabra, esto es, en la Roma de Escipión y de Salustio, la officina por antonomasia era la fragua, el taller de fabricación de armas y herramientas.
En el medievo la voz officina conoce una nueva especialización, y alude en particular al obrador de medicamentos: eso explica el adjetivo officinalis /of-fi-kii-náa-lis/ que adorna a numerosas especies vegetales: el adjetivo en ese caso significa precisamente "de farmacia", e indica que la hierba en cuestión es un simple para el farmacopola.
La forma officinalis sirve para palabras de género femenino (por ejemplo la Salvia officinalis o la Borago officinalis) y masculino (por ejemplo el Hyssopus officinalis o el Rosmarinus officinalis), mientras que las de género neutro usan la forma officinale (así el Polygonatum officinale o el Taraxacum officinale). Veo que también hay animales con diploma farmacéutico, al menos tengo por aquí una Cantharis officinalis desconocida en mis guías de insectos; y está la Sepia officinalis. Por supuesto, ciertos árboles de médica virtud han obtenido asimismo el título, como el estoraque o Styrax officinalis, expectorante y antiséptico, y la Cinchona officinalis o árbol de la quina, capaz de rebajar todas las fiebres, excepto la producida por el fanatismo político.
Además del adjetivo, he encontrado la palabra officina como nombre específico, en su forma de genitivo plural, officinarum "de las oficinas (de farmacia)", en unos cuantos géneros: Ceterach, Mandragora, Pilosella, Saccharum.