lunes, 31 de julio de 2017

Tecnicismos e historia

Leo las cartas que Rousseau escribió a Mme. Delessert para la educación botánica de la hija (Rousseau: Cartas sobre botánica, Oviedo 2007); como didácticas que son, procuran evitar los tecnicismos.  He aquí lo que Rousseau escribe el 16 de julio de 1772:  "Podríamos hacer palabras más afrancesadas: pero me parece preferible manteneros siempre lo más cerca posible de los términos admitidos en botánica, a fin de que, sin necesidad de aprender latín ni griego, podáis sin embargo entender pasablemente el vocabulario de esta ciencia, pedantemente sacado de estas dos lenguas, como si, para conocer las plantas, hubiera que comenzar por ser un sabio gramático" (traducción de Calderón Quindós).

"Pedantemente sacado de estas dos lenguas"; me hace gracia la expresión; como si el latín y el griego hubieran sido la opción de médicos y botánicos, y no una condición histórica inevitable.  Aquí, como otras veces, las nociones históricas de Rousseau se muestran algo limitadas: el latín, en efecto, fue la lengua de la medicina (y la ciencia en general) desde la alta Edad Media (y el griego iba en el paquete).  Como si el polaco Copérnico o el inglés Newton hubieran elegido el latín para escribir de matemáticas y cosmología; podían haber escrito en sus lenguas, ciertamente; pero su obra habría tenido una difusión meramente local.

El latín era la lengua universitaria europea.  Toda la ciencia de Europa se escribió en latín hasta casi el siglo XIX.  Hacían falta ciertas convicciones o ciertos intereses particulares para escribir en lenguas vernáculas.  Fueron motivos políticos y polémicos los que hicieron a Galileo escribir en italiano I due massimi sistemi, a Descartes en francés Le discours de la méthode, o a Fuchs en alemán su New Kreüterbuch.

Pero dejemos a Fuchs (Taschen ha publicado una preciosa edición fotográfica, baratísima, de la obra de 1543) para otro día.

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