miércoles, 22 de abril de 2020

De phyla, physalis, physarum y otros phys

Ahora que estamos de clausura todos los monjes, me pregunta el padre abad por unas cuantas palabritas que empiezan por phy.  Con ese pretexto escribo esta página, que bien puede usted ahorrarse.  Pero, claro, algo hay que hacer mientras la autoridad eclesiástica nos impida abandonar la celda.  Oiga, es que ni salir al huerto nos deja.  Bendito sea Noé.

Me gusta mucho la raíz phy.  ¡Qué maja que es, qué productiva!  Claro que no tuvo en origen esa forma, sino más bien bhuu en indoeuropeo (simplificando, ya me entiende; indoeuropeo es un idioma supuesto, supuestamente en uso hace unos treinta siglos, del que vendrían el ruso, el persa, el inglés, el castellano y algunas lenguas más).  El significado originario de bhuu (en principio, con U larga) parece ser "brotar", "crecer", "desarrollarse", pero en las diversas épocas y lenguas ha evolucionado hasta sentidos muy variados.

Por ejemplo, en latín se asoció a sum "ser", ese verbo blandengue (fuerte, según otros), y le dio el tema de perfecto, que aún usamos ahora: así que cuando diga usted "qué lindo fue", sepa que en ese fu de la palabra fue vive la vieja raíz bhuu "brotar".  Y así como fui, fuisti y el resto del perfecto, también el raro participio futurus tiene esa raíz.  Sí, señor: el futuro.  Lo que ahora es semilla y luego crecerá.  El futuro tiene raíz botánica.

Si le parece raro que el significado "brotar" se transforme en "ser", ¿qué me dice de la transformación de "estar sentado" en "ser"?  Pues bien, la palabra castellana ser proviene, y se demuestra fácil, del infinitivo latino sedere /se-dée-re/ que ante todo significó "estar sentado" (nuestra monja Egeria o Eteria abre camino; en la edad media aún se decía seer, acentuado en la segunda E).

El griego es el idioma que mejor ha conservado el sentido concreto, material, físico, de la raíz bhuu.  Pues "crecer", "brotar", "desarrollarse" quiere decir el verbo griego φύομαι /fý-o-mai/ (ya sabe, lea y como la U francesa o la Ü alemana).  Φύομαι es el verbo estrella de la botánica, como se verá enseguida.  En su forma activa (φύω /fý-oo/) significa "hacer crecer", "producir", y en las formas perfectivas ("haber nacido") su significado se acerca mucho a "ser" ("ser por nacimiento" o "ser por naturaleza").

De hecho, así llamaban los griegos a la naturaleza: φύσις /fý-sis/ (que podríamos traducir aproximadamente por "el nacimiento de las cosas" "el crecer" "el brotar": es un sustantivo en -sis como crisis, dosis, sintaxis y otros mencionados páginas atrás).  "Naturaleza" es un concepto creado sin duda por los presocráticos, que investigaron "sobre la naturaleza", περὶ φύσεως (a Tales de Mileto lo llamaron ὁ φυσικώτατος, como si dijéramos "el naturalísimo").

En efecto, del sustantivo φύσις proviene el adjetivo φυσικός /fy-si-kós/ que significó, claro es, "natural", "innato".  Estamos aún un poco lejos del sentido que ahora damos al helenismo "físico".  La evolución fue larga.  Pero aunque τὰ φυσικά se suele traducir por "la física", su contenido es mucho más abarcador, enciclopédico, como corresponde al de "historia natural": la θεωρία φυσική era el estudio de la naturaleza en sentido amplio.  Lo que hoy llamamos física, esto es, la física matemática nacida con Galileo, fue antaño una parte pequeña de la historia natural.

En la edad media, por ejemplo, llamaban físico al médico (y todavía en el siglo XVI).  Y no se olvide que "médico" equivalía a "botánico".  El físico era un entendido en hierbas, y el boticario, el experto en hacer remedios a partir de ellas (en la officina, de ahí officinalis), pero no siempre se distinguían: citemos a don Juan Manuel, que dice escribir El conde Lucanor "a la manera que hacen los físicos, que cuando quieren fazer alguna melizina... mezclan açúcar o miel..."  Esto es, dorar la píldora.

Los romanos tradujeron φύσις con la voz natura (derivada de nascor "nacer"), frecuente en la expresión "por naturaleza" o "de nacimiento" (correspondiente a φύσει).  Para dar a natura un sentido más amplio se añadía rerum: así en el poema de Lucrecio De rerum natura o "Sobre la naturaleza" (equivalente al περὶ φύσεως de los filósofos jonios).  De natura salen, claro está, nuestras palabras natural y naturaleza.

De φύομαι deriva el típico sustantivo en -ma, φῦμα "excrecencia", "tumor" (con U larga).  De ahí, por ejemplo, rinofima, palabra que sólo he oído una vez, para describir la curiosa nariz del viejo, en el famoso retrato que Ghirlandaio hizo de abuelo y nieto, ahora en el Louvre.

En φύσις la raíz bhu se presenta en otro grado: con U breve; un isótopo, por así decir.  De ese estado se derivan muchas otras formas.  Entre ellas φυσιολόγος /fi-si-o-ló-gos/ que, aunque es nuestra voz fisiólogo, en griego clásico significaba "naturalista" o, si se quiere, "filósofo natural".  (En φυσιολόγος se combinan φύσις "naturaleza", y λόγος "estudio" o "razón".)  Del mismo modo, la φυσιολογία no era entonces la ciencia del doctor Negrín, sino, más ampliamente, el estudio de la naturaleza, la biología.

También a partir de φύσις se forma la φυσιογνωμία /fy-si-o-gnoo-mí-a/ o fisionomía, arte de comprender la naturaleza o carácter de la persona a partir de su semblante.  Aquí nos alejamos de la botánica, igual que con términos más tardíos, por ejemplo, fisiocracia (voz formada, como nostalgia, con voces griegas, pero en época moderna); o fisioterapia, término que implica "tratamiento natural" (esto es, "cura sin medicamentos": θεραπεύειν /ze-ra-péu-ein/ "curar").

En el mismo estado que en φύσις "naturaleza", encontramos la raíz bhu (con U breve) en el adjetivo φυτός /fy-tós/ "natural", y en el sustantivo φυτόν /fy-tón/ "lo que brota", esto es, "brote", "planta", "vegetal".  Aquí ya podemos explayarnos, pues ¿cuántos términos de botánica no contienen φυτόν?  Por ser breve la Y, los compuestos que acaben en -fito serán esdrújulos: acariófito, antófito, aquirófito, bacilariófito, briófito, caméfito...  ¿Cuántas van?  Y sólo hemos llegado a la C.

No hace falta enumerar todos.  Con cuatro palotes de griego que se conozcan, es fácil deducir el sentido de cada término; por ejemplo, si ἐπί significa "sobre", es natural que epífito designe la planta que crece sobre otra; de κρυπτός "escondido" sale criptófito, la planta que se esconde.  ¿Que no se esconde?  Ahí está el fanerófito. de φανερός "visible".

Para terminar con las voces en -fito mencionaré un término que no es botánico, pero se le aproxima mucho.  Se trata de νεόφυτον /ne-ó-fy-ton/ "nuevo brote" "renuevo" "nueva planta", que hoy usamos en un campo semántico distinto al vegetal.  Con esta vieja voz griega, y la correspondiente latina, neophyton, muy usada en los primeros siglos de la era, señalábamos al nuevo brote, al capullo, por así decir, que se integra en una secta.

Ahora bien, φυτόν puede no ser el segundo, sino el primer elemento del compuesto.  También aquí abundan las voces: fitófago (comedor de plantas), fitografía (descripción de las plantas), fitología (cuasi sinónimo de botánica); incluso existe el término fitofítico, donde φυτόν redunda, para referirse, creo (por oposición a zoofítico), a las simbiosis entre plantas.

Por gusto particular, no olvidaré aquí la fitognomónica, o arte de averiguar las virtudes de las plantas a partir de su aspecto.  Si usted no conoce esa ciencia, no se preocupe, porque está muy desacreditada, aunque tiene todavía muchos cultivadores.  Su principal representante, que yo sepa, fue el italiano Juan Bautista della Porta, muy aficionado a la criptografía (en ese siglo de Alciato y Horapolo, donde en todo ser natural se adivinaba la escritura secreta de dios).  Ya había publicado Della Porta un tratado de criptografía, y su famosa Magia naturalis (que le dio no pocos problemas con la inquisición italiana), cuando editó en Nápoles su Phytognomonica (1583) de quien cito un par de frases para hacernos una idea:  "Las plantas maculosas que imitan la piel de los animales con pintas poseen sus mismas virtudes; por ejemplo... las plantas con escamas como las culebras tienen virtudes contra los reptiles"...  La naturaleza es un escondite: dios oculta los simples, pero da pistas.

Se compartan o no estas ideas, lo cierto es que muchos nombres de plantas derivan de sus virtudes o, al menos, de las que los fitognomónicos imaginaron a partir de las formas y colores del vegetal.  Las hojas de la hepática, por ejemplo, tienen forma de hígado (griego ἧπαρ ἥπατος /heé-pa-tos/), pero quizá carecen de la virtud depurativa que de esa semejanza se dedujo.  Las semillas del Echion vulgare parecen cabezuelas de viborilla (ἔχιον /é-ji-on/), pero yo no trataría de sanar una picadura de ese ofidio moliéndolas sobre la herida.

Basta por ahora.  Otro día más.

jueves, 2 de abril de 2020

Diminutivos latinos IV



Muchos nombres genéricos son diminutivos, o lo parecen.  Yo diría que lo son, si bien no conozco con certeza el punto de partida, Crucianella, Filaginella, Galatella, Gentianella, Nitella, Trigonella, Rhodiola...  Los enumero porque no encuentro ahora el humor para analizarlos en detalle, más allá de la apariencia (Galatea era ninfa de láctea belleza; Gentianella vendrá de Gentiana; trigonum es "triángulo", etc.).  Y luego faltarían los diminutivos de los nombres específicos, como rigidula "rigidita", truncatula "tronzadilla" y demás; cuento de nunca acabar.  Hay tal cantidad de material (para lo que pensaba al principio sobre este diminuto tema) que casi me arrepiento de haber comenzado.  Me quedaré, pues, con los últimos cinco o seis.

El nombre genérico del Dracunculus vulgaris Schott 1832, "dragoncillo vulgar" o dragontea es, claro, el diminutivo de la palabra latina draco "dragón"; ya en griego se llamó a esta planta δρακόντιον /dra-cón-ti-on/, diminutivo, a su vez, de δράκων "dragón".  Lineo lo llamó Arum dracunculus ("aro dragoncito") y otro luego prefirió la forma, más a la griega, Aron dracunculum.

Hablando de dragones, acabo de encontrar una breve pero muy gustosa noticia de Eduardo Barba sobre las plantas del gran tríptico madrileño del Bosco, con información sobre el drago canario o Dracaena draco.  El nombre científico del drago, que explica el amigo Eduardo, combina la palabra griega δράκαινα /drá-cai-na/ "dragona" o "hembra de dragón" (transcrita dracaena en latín) con la latina draco "dragón".  (Dracaena se castellaniza dracena, pues el diptongo AE impide la acentuación drácena que he leído en algún sitio, arrastrada quizá por dársena u otra palabra similar.)

Que gladíolo continúa la palabra latina gladiolus, diminutivo de gladius "espada", ya quedó dicho; faltó decir que gladiolus es a su vez un calco del griego, donde esta planta se denominó ξιφίον /xi-fí-on/ "espadita" (diminutivo de ξίφος "espada"): ya para Teofrasto y Dioscórides ξιφίον significa "gladíolo" o "gladiolo".

Globularia implica el diminutivo globulus (de globus), que conservamos en el latinismo glóbulo.  Sin duda el nombre debe de ser una descripción de la inflorescencia.

Lavandula también parece un diminutivo, pero ¿de qué?  Lavanda es en latín un mero participio de "lavar" sin sentido botánico, que yo sepa.  Sospecho que la acepción "espliego" la adquirió la voz italiana lavanda, que designó un agua de lavamanos aromatizada, y de ahí saltó a la planta que proporcionaba el perfume (el uso botánico se documenta por vez primera en italiano, si mis datos son buenos, en el siglo XVI, en los comentarios de Mattioli al libro de simples de Dioscórides Anazarbeo).  El diminutivo del género supongo que es cosa de Lineo; de momento no he encontrado mayor antigüedad.

Pimpinella también tiene pinta de diminutivo, pero su origen es incierto.  Todas las variantes de esta palabra (pimprenelle, pipernella, pimpernel &c) parecen derivar de la forma latina pipinella, documentada en un Antidotarium de tiempos de Carlomagno.  ¿De dónde proviene pipinella?  Ahí comienza el desconcierto: quién la relaciona con piper "pimienta" (por el aroma de la umbelífera), quién con pepo "sandía" (por la forma de sus frutos).  En resumen, poco seguro todo.

Voy a terminar con Ranunculus, nombre genérico que creo haber por fin desentrañado (para mi gusto, al menos).  Encontraba yo poco razonable considerarlo diminutivo del latín rana "rana", de donde se esperaría ranula "ranita": el latín llama ránula a una rana pequeña o simpática, y también a la ranilla del caballo, esa zona blanda bajo la pezuña (pars tenerrima in media ungula equorum en la definición de Vegecio) de tanta importancia (según mi amigo José Cebollada) para la buena marcha del animal porque contribuye a bombear la sangre equina.

Además (razonaba yo) el diminutivo, en cualquier caso, no sería ranunculus sino más bien ranucula: esta es precisamente la forma del latín tardío que los gramáticos suponen como étimo del francés grenouille.

Ah, pero fatigando diccionarios he aprendido que ya Hipócrates y Dioscórides llamaban al ranúnculo βατράχιον /ba-trá-ji-on/ o sea, "ranita".  Y βατράχιον es, una vez más, diminutivo de βάτραχος "rana".  De modo que al llamar "batracios" a los anuros nos servimos de un diminutivo léxico, como cuando llamamos "ofidios" a las serpientes.  El que ya en griego el ranúnculo fuera designado con un diminutivo léxico remueve mis dudas sobre la etimología de ranunculus y me doy: será, como dicen los que saben, diminutivo de rana.  (Para mejor confirmación, el griego βατράχιον designa también la ranilla del caballo.)

Hablando de ranas y ranitas, por cierto, el diminutivo francés rainette "ranita" (antes de que raine fuera desplazado por grenouille) lo hemos heredado en el nombre de nuestras manzanas reinetas, que nada tienen que ver con majestades y soberanas, sino con el parecido entre la piel rugosa de estos pomos y el de los sapillos del campo.

Y, ya que estamos metidos en ranúnculos y en diminutivos, encuentro que mi diccionario de francés traduce renoncule por "francesilla".  ¡Francesilla!  El buscador de la red me enseña que se trata de un ranúnculo cultivado, especie Ranunculus asiaticus, oriundo de la bisagra de Asia y Europa, a la que llaman también (qué mortificación) marimoñas.

A todo esto, ¿qué tienen que ver los ranúnculos con las ranas?  Ah, ahí difieren los doctos.  Unos se inclinan por la cuestión del hábitat: a las hierbas se las llamó así porque vivían como ranas, o donde las ranas.  Según otros, en cambio, el nombre viene del parecido entre las raíces del ranúnculo y el pie del anfibio.  Esto último ni lo sé, ni lo comprobaré, que no me gusta arrancar plantas.

[P.S. Añado, como la mejor ilustración de lo dicho sobre el hábitat del ranúnculo, esa hermosa imagen que Antonio Campo, botánico y fotógrafo, ha tenido la gentileza de enviarme, donde un batracio disfruta de la compañía del Ranunculus gouanii.]

[Nota de 2024:  De la lista del primer párrafo, retiro a la Parentucella, probable errata por Parentucellia, con la que ahora estoy más familiarizado.]