Hace poco, en Fuente del Arco, ante el auditorio donde nuestro amigo Fernando de Frutos describió con amenidad cómo el Cypripedium calceolus embellece un rincón de Sallent de Gállego, me llamó la atención una plantita que brotaba valiente de entre los baldosines de la acera: así tuve el honor de ser presentado a ese modesto ser de la imagen, la Campanula erinus, que me saludó con sus delicados tallitos erizados de tiernas espinillas y, no sé bien por qué, me dejó enamorado.
¿Qué es lo que hace que, entre varias mujeres hermosas, sólo esa de aspecto poco estimulante, más bien delicado y tristón, despierte tu ternura? (Donde digo mujeres, ponga usted varones, o botijos, o lo que más le pluguiere.) En fin, que he caído en las redes que me tendió la Campanula erinus, y ahora voy por ahí suspirando, tratando de encontrarla por todas partes, de momento sin éxito: me han dicho que sí, que crece por mi pueblo, pero aún no he dado con su hábitat, que son (según la elegante metáfora de mi asesor ignotis herbis) los "suelos esqueléticos".
Claro es que, siguiendo mis vicios particulares, lo primero que consideré es el parecido entre el nombre específico de esta campanilla y el genérico de otra planta, también diminuta, aunque menos discreta y más descocadamente bella, el Erinus alpinus. ¿Qué es en latín erinus, me preguntaba yo, o, más probablemente, en griego?
Acerté con el griego: ἔρινος /é-rii-nos/ se documenta en Dioscórides y, abreviemos, se ignora de qué planta exacta escribe el médico anazarbeno. En su libro IV, afirma que los romanos llaman a esta planta ocimum aquaticum, que crece junto a fuentes y ríos, con hojas semejantes a las de la albahaca, y que su tallo y hojas están llenas de licor. Plinio Segundo (libro XXIII, dedicado a vides y frutales) completa la información de Dioscórides: el erinus /e-ríi-nus/ (en latín el acento recae sobre la I larga) crece hasta un palmo, ocimi similitudine (a semejanza de la albahaca), tiene flor blanca, semilla pequeña y negra; al arrancar un ramo, mana copiosa leche dulce; esta planta es utilísima (concluye Plinio) para combatir el dolor de oídos, mezclada con algo de nitro; y sus hojas rechazan los venenos.
Con estos datos, ¿se hace Vd. idea cabal de qué planta se trata? En ellos se basan quienes definen ἔρινος como "una especie de basílico".
En mi opinión no valen nada las etimologías que circulan por la red construidas sobre la mera semejanza entre el nombre de nuestra planta y las voces ἐρίνεος /e-rií-ne-os/ "lanoso" (derivado de ἔριον "lana", voz que ya ha pasado por aquí, a propósito del Eriophorum) y ἐρινάς /e-rii-nás/ "higuera salvaje" o ἐρινόν /é-rii-nón/ "higo borde".
Puesto que ha leído Vd. hasta aquí, estará resignada a oír mis desvergonzadas opiniones (fruto de universal ignorancia) y no le importará que añada una más: creo que la palabra ἔρινος, por ignorancia del significado, estaba disponible como significante, y simple y llanamente algún botánico se aprovechó de esta circunstancia para endilgárselo a un vegetal de modestas proporciones y, probablemente, carente de amistades que pudieran salir en su defensa y afear la conducta del botánico en cuestión.
En realidad, es de sospechar que a la Campanula erinus le pudo aplicar su nombre específico alguien que creyó que ἔρινος podía significar "lanoso" (¿no le dan sus pelillos cierta apariencia lanosa?). Es una mera suposición, pero razonable. Ahora bien, ¿qué rasgo de la Campanula erinus explica la comunidad de nombre con el Erinus alpinus? Si Vd. lo conoce, y quiere ilustrarnos, le doy las más expresivas gracias anticipadas por su colaboración.
Antes de despedirme, quiero felicitar a las asociaciones que cada año (y ya van diez) organizan en Fuente del Arco unas Jornadas Orquilarqueñas, y un paseo botánico, a la busca de orquídeas primaverales. Creo que se trata del ayuntamiento de Fuente del Arco, Adenex y el colectivo Taxus. Cada año incorporan al epígrafe de una calle, en esa localidad extremeña, los azulejos de una nueva orquídea, creados por una artista local. ¡Enhorabuena!
A la hora de ilustrar estas páginas (y la presente lo está más de lo acostumbrado) elegí la foto de arriba, que no es la mejor que tengo de la campánula, pero corresponde al amoroso encuentro, allá en Fuente del Arco. Mientras tanto, el amigo Daniel me envía la última foto, que mucho me agrada, y tiene además el encanto de haber sido tomada en la fortaleza templaria de Ponferrada, la Pons ferrata o "puente herrada" por la que el medievo atravesaba el bajo Sil.