lunes, 29 de abril de 2024

Stoechas


 Unas amigas extremeñas preguntan qué significa stoechas, voz compartida como específico por un Helichrysum y una Lavandula.  Di mi respuesta aproximada, y ahora la escribo con algún detalle.

Esa voz (pronunciada en latín, a la clásica, /stóe-kas/) es, como les dije a las amigas extremeñas, la transcripción del adjetivo griego στοιχάς /stoi-jás/ "alineado" o "en fila".  Ahora compruebo que στοιχάς no sólo es un adjetivo, sino también un sustantivo, ya usado por Dioscórides en el significado "cantueso" (o de "lavanda" en general, según los diccionarios).  Mi opinión es que el cantueso recibe su nombre griego, que significa "ordenado en filas", por la peculiar colocación de las flores en su espiguilla floral.

En la base de ese nombre griego del cantueso está la voz στοῖχος /stói-jos/ "hilera", de la que depende στοιχεον /stoi-jéi-on/ "alineado", que significa también "gnomon del reloj de sol", "letra" y "elemento" (de hecho στοιχεῖα /stoi-jéi-a/ "elementos", es el título griego con que es conocido el tratado de matemática quizá más influyente de la historia, los Elementa de Euclides).  Por lo demás, la misma raíz da la palabra "verso" en griego (στίχος), de la que tenemos muchos representantes en castellano (dístico, hemistiquio, braquistiquio, etc.).

En el libro tercero de su Materia médica, en el párrafo sobre el cantueso (στοιχάς) dice Dioscórides lo siguiente:  "Se cría en unas islas de la Galia, frente a Marsella, llamadas Estóicades, de donde ha tomado su nombre".  Alguna página de la red acepta esta opinión del médico griego y atribuyen la denominación helénica del cantueso a esas islas próximas a Tolón que, si yo no me equivoco, se llaman στοιχάδες /stoi-já-des/ (literalmente "alineadas"), en latín Stóechades (en francés de ahora, Hyères), precisamente por estar más o menos en fila, paralelas a la costa (a los griegos les gusta bautizar las islas por la figura de los archipiélagos, por ejemplo más o menos circular en las Cícladas, y en dispersión azarosa en las Espóradas).

En cuanto a que el cantueso reciba su nombre del de esas islas, como pretende Dioscórides, me permito dudarlo (sobre todo por lo insólito de tal derivación regresiva).  He buscado una opinión que respeto, la de Pierre Chantraine, y leo con simpatía (s.v. στείχω) su prudente observación sobre dicha etimología: explication acceptée par Strömberg; esto es, tampoco a Chantraine le convence y, con exquisita prudencia, le pasa el muerto al autor de Pflanzennamen.

Me ha hecho gracia ver que no faltan hipótesis para esta voz, sino que más bien se multiplican, como ocurre siempre que caminamos a oscuras.  En wikipedia afirman que el específico stoechas se ha aplicado al Helichrysum tomando el nombre griego de la lavanda, "por el parecido de sus hojas estrechas y de bordes enrollados hacia el envés".  En cierta edición del tratado dioscorideo se acepta con renuencia la etimología del botánico antiguo, puesto que se añade: "aunque quizá pueda justificarse su nombre por formar filas la planta" (curiosa actividad, para un vegetal).

En fin, amigas mías, elegid lo que más os convenza.  De momento no doy para más.

Del significado de Lavandula ya escribí aquí algo.

En cuanto a Helichrysum, he encontrado en la red varias etimologías que considero extravagantes.  Una de ellas afirma que el inicial heli- tiene parentesco con "hélice" o "enrollar"; otra la supone (con evidente desprecio de la épsilon) emparentada con "helios" o con el dios del sol (cuyo nombre griego comienza por una eta).

Opino que el primer elemento es el adjetivo ἕλειος /hé-lei-os/ "de pantano", y creo que lo confirma el hecho de que la palabra latina es transcripción del griego ελίχρυσος /he-lí-jryy-sos/ (añade por favor, piadosa lectriz, el espíritu áspero que no he conseguido poner sobre la épsilon inicial de esa palabra, ni sobre su variante ελειχρυσος /he-lei-ó-jryy-sos/) cuyo significado es, según la editora de Teofrasto, "Helichrysum orientale o stoechas".

Ese mismo adjetivo λειος se encuentra en la voz ἐλειοσέλινον /e-lei-o-sé-li-non/ (aquí el espíritu suave es original; y no me pregunten por qué) que designa el Apium graveolens, llamado en latín heleoselínum o helioselínum, y en botánica francesa ache des marais.

Dicho sea de paso, ache es la reprentación en francés de la voz Apium (típico neutro plural, apia, convertido en singular femenino, ache); ache se usa sólo en botánica, porque en la lengua común se ha visto desplazada por céleri.

Para hacerme perdonar tan farragosa página, y agradecer a nuestras amigas extremeñas la excelente acogida a la cuadrilla de extremaños, añado una fotito de cantueso con mariposilla.

miércoles, 10 de abril de 2024

Una fumaria recalcitrante

 Por razones que no vienen al caso preveo que en las próximas semanas me faltará tiempo para estas notas, así que publico aquí el resultado de mi última investigación.  Ya sé que investigación es un término demasiado grueso para estas páginas, pero ¿a quién no le gusta ennoblecer, aunque sólo sea de palabra, sus ocios y entretenimientos?

Es la cuestión que, como siempre que vuelve la primavera con sus flores, trato de recordar esos nombres varios meses en desuso y, con una memoria cada vez más claudicante, topo con géneros y especies resistentes al recuerdo, que repatean y dan coces como negándose a salir del rincón del cerebro, o quizá del bazo, adonde han ido a esconderse.  Acaso esa resistencia se deba a razones íntimas e inconfesables, como aquel aliquis de la Eneida que no conseguía recordar el amigo de Sigmund Freud; pero, muy poco inclinado a bucear en mi psicopatología, me limito a abrir un documento en el listófono (¡ah, la maravillosa tecnología!) donde voy asentando estos nombres recalcitrantes.

Pero visto el éxito con Phragmites (voz que resistió con bravura hasta que aprendí su etimología, y ahora acude presta en cuanto la convoco), me he propuesto hacer lo mismo con una fumaria, fácilmente reconocible como todas, aunque, al contrario de las otras, reacia a facilitarme su nombre genérico: la Fumaria capreolata.  Quizá si averiguo por qué se llama capreolata (pensaba yo) podré otra vez recordarla con más facilidad.  Y he aquí lo que he sacado en claro.

La primera sorpresa fue comprobar que en latín capreolus no es sólo el nombre del cabrito y del corzo (cuyo binomio lineano es Capreolus capreolus), sino que designa también, además de una azadilla, al zarcillo de la vid, el zarcillo por antonomasia.  A los otros nombres que tengo registrados para "zarcillo" (cirrus, cirrhus, viticula, clavicula) añado, pues, capreolus.  (También en castellano tenemos variedad de términos: zarcillo, cercillo, cirro, manecilla, pleguete, incluso pámpano.)

En resumidas cuentas, capreolatus ha de ser entendido como un cuasi participio con el sentido de "dotado de capreoli, esto es, de zarcillos", así que esta Fumaria ha sido llamada capreolata en reconocimiento de los zarcillos con que se eleva entre las hierbas circunstantes.  Claro está que, apenas llegué a esta conclusión, me faltó tiempo para salir al patio a examinar esa fumaria (cuyas semillas arrojé hace unos años, y desde entonces se reproduce ella solita): encontré un par de cabitos que podrían ser tomados por zarcillos (aunque no sujetaban nada), y comprobé que algunas hojuelas, éstas sí, contorsionadas como las hojas de la clemátide, se asían enérgicamente a las ramitas de una cercana hierbaluisa.

Por eso no me ha importado nada encontrar que Polunin afirma expresamente, en su descripción de esta fumaria, "sin zarcillos".  Al contrario, encuentro que la observación de Polunin está dirigida precisamente a deshacer el equívoco a que pudiera dar lugar el genérico, capreolata, confirmando así por vía indirecta, creo yo, el significado que propongo.

Capreolus "zarcillo" es, una vez más, un diminutivo, en este caso de caper o macho de la cabra (capra), y por tanto su significado propio es "cabrito" o "corcino".  Capreolus es el étimo del francés chevreuil y del italiano capriolo: ambos significan "corzo".  Y es de notar que frente al capriòlo (acentuado en la primera O), tenemos en italiano el cultismo capréolo (puesto que está acentuado en la E) que significa "zarcillo": yo sospecho que éste último puede estar tomado de la jerga botánica en latín.

Por otra parte, el femenino de la voz italiana, capriola, tomó en ese idioma el sentido de "voltereta", y como tal ha dado la voz castellana cabriola.  Las cabras, con su extraño mirar, sus alegres retozos e imprevisible comportamiento han dado lugar a serias dudas sobre su estabilidad mental; "estar como una cabra" y "hacer el cabra" son expresiones aún en boga, creo, y a su familia léxica pertenecen cabria, cabrio, cabrillear, chevron y muchas más.

También viticula (con la segunda I larga) es un diminutivo latino, en este caso de vitis "vid": no es de extrañar que viticula haya designado el zarcillo, quizá la forma más característica de la Vitis viniferaViticula resulta en castellano, siguiendo las reglas de evolución, en vedija; y en francés, esta vez con alguna dificultad fonética, en vrille, que significa "berbiquí" y también "zarzillo".  Y viticulum explica el italiano viticcio, que, junto con cirro y capreolo, es otro nombre del zarcillo en el idioma materno del amigo Bubani.