El pasado día 12, en el curso de botánica pirenaica (que organizan AEET y el IPE de Jaca), me preguntaron qué significa laevigatus, adjetivo que especifica a una serie de plantas (Xavier Font contó en un momento no recuerdo bien si trece o catorce). Mi balbuciente respuesta fue errónea, pues me arrojé al campo de laevus "izquierdo"; y ahora pago mi atolondramiento (¡con lo fácil que hubiera sido callarse o decir no sé!) respondiendo aquí con más documentación y menos balbuceo.
Como no dispongo de tiempo para mitigar mi ignorancia botánica, mi respuesta de momento se refiere exclusivamente a la lengua latina. En efecto, encuentro en mis papeles una Biscutella laevigata, un Lathyrus laevigatus, un Trifolium laevigatum y, en fin, unas cuantas hierbas más con este nombre específico (también algún arbusto, como la Crataegus laevigata), pero para mi desgracia conozco poco estas plantas y soy incapaz de juzgar, por tanto, en qué medida el adjetivo mencionado describe o no sus caracteres. Dejo, pues, esta tarea al lector o lectriz con conocimientos botánicos, y aquí me limito a la cosa idiomática.
Hay en latín clásico dos levigatus: uno, con E larga, significa "pulido" o "liso"; el otro, con E breve, significa "aligerado" o "ligero". Puesto que la nomenclatura biológica ha optado por escribir AE en lugar de E, doy por supuesto que en esa nomenclatura está representado el primero, y no el segundo.
Por si no lo he escrito ya en estas páginas (al menos no lo encuentro), quiero aclarar que, sobre todo a partir del renacimiento, se generalizó el uso del dígrafo AE para indicar la cantidad larga de la E en el caso de palabras homófonas o donde la oposición larga / breve fuera significativa. Así, por ejemplo, Erasmo escribía nae para distinguir la afirmativa ne "desde luego" de su homófono ne "no"; y con la ortografía laevis evitaba confundir el adjetivo levis "pulido" (con E larga) y el adjetivo levis "ligero" (con E breve).
Ni que decir tiene que este recurso gráfico, AE por E (que la botánica ha conservado, con buen criterio por lo que a la claridad se refiere), era de gran interés práctico en una época en que el latín, recuperado su papel de lengua de intercambio comercial y científico, era objeto de enseñanza desde la niñez más tierna para los (pocos) muchachillos que gozaban de preceptor y educación.
¡Ojalá hubiera sido posible ese simple recurso con otras vocales! ¡Cuántos estudiantes han picado y picarán, por culpa de las largas y las breves! Si hasta el mismísimo fray Luis de León (que era un latinista formidable) cayó en esa trampa tendida por la lengua latina, al traducir el salis avarus de la oda II 18 por "avariento de sal": como escribió don Marcelino Menéndez Pelayo, en su Biblioteca de traductores españoles, "inadvertencia notable fue tomar la segunda persona del verbo salio [salis con I larga: "saltas"] por el genitivo de sal [salis con I breve: "de sal"]" (p. 310). Eso nos consuela a los marmolillos de este siglo: ¡si san Pablo cayó, y cayó fray Luis!
En suma, pues, el laevigatus de los binomios lineanos significa "pulido"; o en femenino laevigata "pulida"; y en neutro (género que no tenemos en castellano pero sí existe en latín), laevigatum.
Ahora encuentro un escarabajillo con el mismo apellido, la Ablattaria laevigata, y la traducción que proponen en la guía Delachaux de coleópteros (le silphe lisse) confirma el significado que propongo para laevigatus. Pero, como dije arriba, dejo a la prudencia de los lectores valorar esa cuestión.
Aprovecho la ocasión de celebrar el magnífico curso de "Flora y vegetación de los Pirineos: ecología, diversidad y conservación de la vegetación", que sostienen la Asociación Española de Ecología Terrestre y el Instituto Pirenaico de Ecología y está a punto de cumplir la treintena, puesto que este mes de julio ha alcanzado su vigésimo novena convocatoria. Aparte del excelente material humano, entre alumnos y profesores, que en él se reúne, ¡en qué maravillosos parajes transcurre!