Se abren los chopos a la primavera, y traen un olor de infancia. Qué árbol modesto, el chopo, con qué escasa presunción adorna las riberas. Y qué humildes los trabajos en madera de chopo: no bargueños nobles, no pesados reposteros (que se confían al nogal, al roble), sino sillitas de anea en que las abuelas hilaban, en tiempos pasados, a la puerta de casa (en el milenio pasado: yo lo he visto).
Aunque también ha propiciado el chopo obras maestras. Alguna célebre tabla se pintó sobre chopo; intento en vano recordar cuál. Ahora sólo me viene a la memoria el templo de la Intercesión que los ortodoxos levantaron en Kizhi, o Kijí, en el lago Ónega, hecho únicamente de chopo y sin clavos (digo lo que me contaron; sólo he encontrado confirmación parcial en la wiki francesa, que especifica tremble, Populus tremula).
Con lo dicho, ya se ve la relativa ambigüedad de la palabra chopo: ciertamente a los mesetarios nos evoca ante todo el Populus nigra, pero no es aquélla una denominación inequívoca, pues no pocas veces la precisa un adjetivo: chopo negro. También he oído la expresión álamo negro, si bien la voz álamo tiende a significar en especial el Populus alba, llamado también álamo blanco y, en alguna ocasión, peralejo (en la guía de árboles de Incafo).
Al Populus nigra lo llaman en catalán poll, pollanc y pollancre. Al álamo, arbre blanc; éste es en gallego lamagueiro, y en vasco, creo, zumarra. Entre nosotros yo diría que al Populus tremula se lo llama temblón, y álamo temblón, y en algún lugar he oído tremolín; en catalán trèmol; en vasco he recogido lerchuna y zuzun (supuesto origen del apellido Zunzunegui, "chopera" en su sentido primitivo).
Ya que me estoy metiendo (con mi inconsciencia habitual) en terrenos de la romanidad, y aun más allá, quiero mencionar aquí la palabra chopa, oída a menudo en el valle del Ebro. Yo la creía simple variante de chopo, pero (al menos en algunos lugares del valle) designa precisamente los chopos mutilados cada cierto tiempo de sus ramas caudales, esto es, los chopos desmochados o trasmochos, frecuentes en los alrededores de los pueblos.
En resumidas cuentas, lo que quiero decir es que, en el habla familiar, principalmente la de los urbanitas que apenas distinguimos un pino de una lechuga, la voz chopo es ambigua y solemos llamar "chopos" a cualquiera de las populi hasta aquí citadas.
El griego clásico, si hemos de fiarnos del diccionario, parece distinguir entre λεύκη /léu-kee/ (Populus alba; literalmente "blanca"); αἴγειρος /ái-gei-ros/ (Populus nigra); y κερκίς /ker-kís/ (Populus tremula). Pero no son voces unívocas, ni mucho menos.
Κερκίς en particular tiene significados variadísimos, quizá el más antiguo "lanzadera" de telar, y además "tibia", "radio" (hablando de huesos) y un largo etcétera. Con κερκίς, en efecto, Teofrasto designa al temblón, pero también al árbol que se ha quedado con la palabra griega, el Cercis siliquastrum: las guías llaman a éste, quizá porque sus flores tienen el color de la novela rosa, "árbol del amor", y también "árbol de Judas", probable error de traducción de arbre de Judée (pues la especie viene del Mediterráneo oriental).
Tampoco en latín es inequívoca la denominación del chopo, pero además en ese idioma existe aún otra causa de equívoco más grave, sobre todo para quienes desconocen los elementos de la lengua de Roma (o sea, para el público en general, incluyendo, me permito apostarlo, a la ministra de educación y al conjunto de la población china).
¿Dónde está la ambigüedad de la palabra populus? Pues en el hecho de que hay dos palabras que se escriben igual, sin que nada tengan que ver la una con la otra. Más de una vez hemos señalado aquí la importancia de la cantidad vocálica en latín. Hay en latín dos malus, sin más relación entre sí que el parecido: ma-lus (con la A breve, y masculino, dicho sea de paso) es "malvado", mientras que maa-lus (con la A larga, y femenino para más señas) es "manzano". Se escriben igual, pero son palabras enteramente distintas.
Del mismo modo hay en latín dos populus que nada tienen que ver entre sí: pó-pu-lus (todas las vocales breves, y, qué casualidad, masculino) es "pueblo", mientras que póo-pu-lus (con la O larga, y femenino, como la mayoría de nombres de árbol en latín) es "chopo".
Ahora imagine usted a uno que se saltó la lección de las vocales, y que ve cómo "pueblo" y "chopo" se dicen igual (a su escaso entender) en latín: ¿qué brillantes ideas no pueden ocurrírsele? Así resulta que en varias páginas de internet se lee la absurda noción de que el chopo se llama populus en latín porque es muy abundante, muy popular y simpática al pueblo llano. Ay, señor.
Pero nos estamos alargando. Seguiremos otro rato.