lunes, 25 de mayo de 2020

Serondo

Acabo de descubrir que en los últimos días (si interpreto bien los datos que aquí veo bajo el epígrafe de "estadísticas") ha crecido el breve pero respetadísimo número de lectrices y lectores de estas páginas... ¡en los Estados Unidos!  Sobre todo me hace mucha gracia (y perdonen la risa, que no es mala voluntad sino eutrapelia) ver pintado de verde fuerte, en medio del Pacífico (que pareciera indicio de copiosa lectura), el archipiélago que Cook bautizó en honor de lord Sandwich y ahora lleva el nombre, más indígena, de Hawai.

¿No es encantador este mundo en que vivimos, en que podemos ignorar tranquilamente las muertas de Tijuana o los muertitos, muertas, muertos de Gaza, y a la vez ser leídos por los antípodes?  Ojalá de todo esto salgan menos muertos, o, mejor aún, salgamos menos imbéciles: la estupidez es más mortífera que cualquier microbio.

Pero el descubrimiento que me ha entusiasmado, hasta el punto de consignarlo aquí, para escándalo de los amantes de la botánica (así aprenderéis cuán locos estamos los aficionados a la filología), ha sido el de la palabra que titula estos párrafos, hallazgo casual mientras hojeaba un ensayo... leído hace mucho tiempo: esto lo sé bien, debido al hábito, condenable pero a menudo útil, de anotar a lápiz el margen de las páginas.  Entonces esa palabra, como el alma, pasó sin ser notada...

Esto demuestra de paso (y una vez más) cómo puede uno no enterarse de lo que lee, y saltarse alegremente las cosas, hasta que un ameno azar permite que éstas coincidan por un momento con el interés, siempre fugitivo, del observador...

Pues eso me pasó esta mañana: la vista cayó sobre el sintagma "fruta seronda o inverniza", y quedé fascinado.  ¡Seronda!  (Ahora estaba mi alma dispuesta a recibir la inspiración.)  ¡Eso no puede ser más que el latín serotina!  Cielos.  Disfruté tanto como la primera vez que vi un gladiolo silvestre...

Corominas confirma la etimología, por lo demás evidente (basta aplicar un par de reglas fonéticas).  La sorpresa me la encontré al anotar mi descubrimiento: resulta que ya había oído esta palabra en la radio, a Joaquín Araujo, en la forma seruenda (que también acepta el DRAE): oído, y olvidado.

Existe en latín un adjetivo, serus sera serum en su enunciado escolar, que significa "tardío".  De él deriva regularmente el adverbio sero "tarde", y el sustantivo serum "la tarde" (probablemente braquilogía de serum diem), palabras que más o menos conserva el francés (soir, soirée) o el italiano (sera, serata).  De serus viene también el adjetivo serotinus (acentuado en la O, pues la I es breve) que alude a gente tardona (Séneca), o a frutos o a frutales tardanos (Plinio).

En castellano existe serótino, que es sin duda un latinismo, esto es, un préstamo del latín o, dicho de otro modo, una adaptación al castellano de la palabra latina, obra (lo más probable) de algún botánico ladino (esto es: conocedor del latín).

Pero frente al cultismo serótino existe el vulgarismo serondo, doblete del anterior.  "Vulgarismo" no alude al registro léxico, a que sea vulgar o rústico o poco fino el que usa la palabra; en historia de la lengua se llama "vulgar" o "vulgarismo" a la forma que ha sido usual en todo tiempo y lugar y, por ende, ha sufrido la transformación fonética que el tiempo o la pereza (ley universal) causa regularmente en las palabras.  Como he aludido a "un par de reglas fonéticas", puesto que mi fama no tiene ya nada que perder, y habida cuenta de que me apetece, me dispongo a explicarlas.  Sáltese lo que sigue, amiga botánica, que probablemente (también) le importe un pito.

Una T latina entre vocales tiene todas las bazas para convertirse en una D castellana.  Nata da nada, como vita da vida, o totum da todo (la primera T de totum no está entre vocales) o, en fin, latinum da ladino.  Así que de serotinu (la final sería ya borrosa en el latín tardío) es de esperar ºserodinu.

Pero es que, además, toda palabra esdrújula latina se convierte en una palabra llana castellana, por el sencillo procedimiento de perder la vocal breve de enmedio: calidum da caldo, como humerum da hombro o viridem da verde.  Si usted reconoce en calidum y en humerum las palabras "cálido" y "húmero", se debe a que éstas (como en general todas las esdrújulas de origen latino, serótino incluida) son cultismos, esto es, préstamos, esto es, meras adaptaciones al castellano de palabras latinas.

(Dicho sea de paso, los cultismos suelen conservar el sentido del original: "cálido" significa casi lo mismo que calidus, "húmero" casi lo mismo que humerus, y "serótino" lo mismo que serotinus.  Compare, sin embargo, "nada" con nata "nacida" --la culpa del cambio de significado la tienen expresiones como, imaginemos, "no se ve cosa nacida".)

De modo que en vez de ºserodinu tenemos ºserodnu.  ¿A que se pronuncia mal, esa DN de serodnu?  No hay problema, cambiamos el orden de las consonantes, y ya tenemos serondu o, lo que es lo mismo, el castellano serondo.

La forma diptongada seruendo es difícil de explicar, pues parece que la O de serotinus es larga; Corominas supone un cruce con otro término.  Es posible.  Tampoco es del todo imposible que una O larga diptongue, dígalo el huevo que viene de ovum, con una O larga como día sin pan.

Me he tomado la libertad de añadir estas notas de historia fonética por...  No deseo desvelar ahora por qué, pero créanme que tengo mis razones.

Para terminar, sospecho (aunque no estoy seguro) que serotinus en botánica significa aproximadamente "otoñal"; sería la misma idea que produce el catalán tardor.

(Pensé que serotonina quizá tuviera que ver con el adverbio sero "tarde", pero no: parece que viene de serum --con E breve-- "suero de la leche" en latín clásico, en lenguaje científico también "suero de la sangre".  Fue bautizada así porque constreñía los capilares, aumentando el tonus o presión sanguínea.)

sábado, 16 de mayo de 2020

Más de phys

En la página anterior acopié formas derivadas de la raíz indoeuropea que significa "brotar" (bhuu escribía yo, con notable falta de ética filológica).  De ahí el verbo griego φύομαι "brotar" y las palabras φῦμα (fima, rinofima, quilofima &c), φύσις (hipófisis, física, fisiología, &c), φυτόν (criptófito, fanerófito, gaméfito, &c, y por delante fitografía, fitognomonía &c).

De φυτόν "planta" surge a su vez una larga serie de términos en griego clásico, principalmente el verbo φυτεύω /fy-téu-oo/ "plantar", φυτεία /fy-téi-a/ "plantación", φυτουργός /fy-tuur-gós/ "jardinero" (fiturgo se forma con ἔργον "trabajo", igual que demiurgo, dramaturgo o taumaturgo).  De φυτεύω deriva a su vez otra porción de términos botánicos: φυτευτήριον /fy-teu-teé-ri-on/ "semillero", φύτευμα /fý-teu-ma/ "lo plantado", φύτευσις /fý-teu-sis/ "acto de plantar" &c (el contrato de enfiteusis autorizaba a plantar...).  Φύτευμα significa también "semillero", y asimismo designa, al parecer, la reseda cuyo nombre latino conserva el antiguo griego (Reseda phyteuma).

Es posible, creo, que de φυτόν derive el género Phytolacca. Me parece que es voz híbrida, medio griega (φυτόν) medio latina (lacca es en Apuleyo el nombre de una hierba, vete a saber cuál; en la red dicen que es el nombre de un colorante rojo, pero eso, sospecho, será en latín medieval, como traducción de la voz, persa si no me equivoco, que ha dado en castellano laca y lacre).

Otro término no muy botánico, pero usual en biología, derivado de bhuu, es φῦλον /fýy-lon/: esta voz griega significa "raza", "tribu", "especie" (en latín transcrito phylum, plural phyla).  Muchos términos griegos vienen de ahí, como ἄφυλος "sin tribu", ὁμόφυλος "de la misma especie", &c, pero se conserva en biología como categoría inferior a la de "reino".  De φῦλον viene filogenia, helenismo con que Darwin podría haber titulado su obra magna, puesto que significa "generación de las razas" u "origen de las especies".  No me resisto a consignar aquí la definición de filogenia que da el sabio jesuita Rufo Mendizábal: "evolución de las especies inferiores en superiores, según el transformismo erróneo".  Que quede claro.

También proviene de φῦλον alofilo ("de otra raza"), monofilético o monofilógeno ("rama con un solo antepasado común", a diferencia de polifilético, que viene a ser el ramal con varios candidatos a trasabuelo, cosa que al parecer disgusta a los filogenistas, erróneos o no; a los grupos polifiléticos  Tudge los llama "grupos informales").  Por último, sin agotar la familia, pero por puro gusto, mencionaré el nombre de la antigua Panfilia (Παμφυλία), región de Asia Menor llamada así por su población variada, "de todas las razas".

Por cierto que el arriba mencionado Mendizábal atribuye a φῦλον la palabra hemofilia con el significado de "sangre hereditaria"; en eso contradice la opinión general, para la que ahí no estaría φῦλον (que se escribiría con Y), sino la φιλία griega (con el sentido de "tendencia", especifica Corominas); ésta se escribe en latín con I, letra que encontramos en todo idioma que conserve la diferencia Y/I en sus transcripciones: haemophilia en inglés (hemophilia en Estados Unidos), hémophilie en francés, &c.

Es fácil equivocarse, en efecto; no todo lo que parece viene de la raíz que hemos llamado bhuu.  Por poner un ejemplo, palafito es palabra puramente latina y ahí no hay φυτόν que valga: ese -fito es pariente de Piedrafita y Piedrahíta, y viene del participio fictus "clavado" (concurrente con fixus, origen de nuestra palabra fijo); además, y suponiendo, aunque es mucho suponer, que estuviera bien acentuado, si viniera de φυτόν debería sonar *paláfito.  Conocer de dónde viene una palabra incluye (aunque no siempre se diga) tener alguna información sobre su historia, y no mera constatación de parecido sonoro.  Recuerdo la inquina con que un alumno me miraba (se había mencionado la palabra cinis cineris "ceniza") por rechazar su propuesta, a saber, que cinismo provenía de cinis.

Hasta aquí las formas derivadas de la raíz indoeuropea bhuu "brotar".

No contiene esa raíz, aunque lo parezca (y siempre en opinión de quienes más saben), la palabra φύλλον /fýl-lon/ "hoja", por más que empiece por phy- y sea muy botánica (¿qué más botánico que la hoja?).  Φύλλον, al parecer (los sabios no están del todo acordes en este punto), proviene más bien de la raíz bhel "hinchar", que también significa "florecer" (según otros, son raíces distintas).

Como a nosotros no nos va la vida en ello, admitamos que φύλλον es pariente de folium (esto pocos lo dudarán), y también de follis "fuelle" y sus derivados (desollar, folgar, hollejo &c), así como de φάλλος /fál-los/ "falo", hinchado y en evidente relación con el follaje.  También contiene la raíz "hinchar", con mucha probabilidad, el latín bulla "burbuja" (y de ahí también bola, bula, ebullición &c), el germánico ball (de donde vienen las balas y los balones) y el alemán Blatt "hoja".

De esa raíz "soplar" o "hinchar" vendrían en griego voces como φυσάω "soplar" y φῦσα /fýy-saa/ "soplo" "fuelle" "vejiga" &c (étimo probable del género Physospermum), φυσαλίς o φυσαλλίς /fy-sal-lís/, que significaría "burbuja" y "vejiga", y también designa cierta planta (coquelicot según algunos, Physalis alkekengi según otros, que Font Quer llama entre otras cosas "vejiga de perro").  Claro es que φυσητήρ /fy-see-teér/ "cachalote" (literalmente "soplador") pertenece a este grupo.  Y también φυλλῖτις /fyl-líi-tis/ "filítide", cierto helecho, que es el nombre de nuestro género Phyllitis.

Imagino que Phyllodoce deriva también de φύλλον "hoja".  En la red he visto que es nombre dado por Salisbury a un género de ericáceas, y por Lamarck a otro de poliquetos: así que yerbas y gusanos comparten el nombre de la ninfa Filódoce.  He buscado la historia de ésta, con la sorpresa de no encontrar ninguna.  Su nombre, que tanto me sonaba, imagino que por Garcilaso, no lo he encontrado en griego, y sólo me aparece en esos versos de las Geórgicas (iv, 336), donde borda junto a la madre del depresivo Aristeo:

                                  Eam circum Milesia vellera nymphae
                       carpebant, hyali saturo fucata colore,
                       Drymoque Xanthoque Ligeaque Phyllodoceque...


Como Filódoce falta de las listas que tengo a mano de nereidas (divinidades marinas hijas de Nereo y Dóride), he de pensar que Filódoce existe sólo en ese paso virgiliano y que de ahí la tomó alquilada Garcilaso para ponerla a tejer orillas del Tajo, en su tercera égloga, la historia del tracio Orfeo:

                        Filódoce (que así de aquellas era
                        llamada la mayor) con diestra mano
                        tenía figurada la ribera
                        de Estrimón, de una parte el verde llano
                        y de otra el monte, de aspereza fiera,
                        pisado o tarde o nunca de pie humano,
                        donde el Amor movió con tanta gracia
                        la dolorosa lengua del de Tracia.


Filódoce sería en griego Φυλλοδόκη y significaría más o manos "acogedora de hojas" (de φύλλον y δέχομαι).  Puesto que el gusano Phyllodoce es marino, al menos ahí se justifica el nombre de nereida; para la ericácea, no tengo ni idea.

Menciono, para terminar, otra de las palabras que me propuso el padre prior: physarum.  Nada he encontrado sobre la palabra.  En cambio, me he entretenido mucho oyendo las aventuras del Physarum polycephalum, del que he dado con un enlace encantador.

Me despido, hermana, de esta clausura aliviada, con el saludo monjil que, según me contaron el milenio pasado en la cartuja de Miraflores, intercambiaban los precitos al cruzarse por los ánditos claustrales:  "Hermano, morir habemus"; decía uno; y el otro respondía:  "Ya lo sabemus".  Todo, y en especial ese sabemus, es un latín tan falso como, probablemente, la anécdota misma.  Y sin embargo me sigue haciendo gracia.