jueves, 27 de enero de 2022

De perros

Hace muchos milenios que convivimos humanos y chuchos, no sin desacuerdos, no en perfecta armonía, pero en larga interdependencia basada en el interés mutuo.  Caben en ella lazos muy distintos, pero a menudo de gran intensidad afectiva, como los que unen a mi vecina L.A. con su gozquejuelo (siempre engalanado con telas escocesas) o los que conocí entre Felipe T. (lejano primo mío) y su lebrel de caza, al que con gran amargura sacrificó de un tiro.

Así que no es extraño que hayamos hasta subido perros a los cielos, donde al menos dos acompañan a Oríon, el cazador celeste: el Can Mayor (al que pertenece la estrella Sirio, la más brillante del firmamento), y el Can Menor, en cuyo corazón resplandece la estrella Procion.  (Los mesetarios, cómo no, solemos decir Orión y Proción, como ese muchacho que siempre escribía llegarón y dijerón.)  Pero el honor celeste es excepción en el trato dado por el humano al perro, cuyo nombre, como veremos, sirve más bien para desdén y escarnio.

'Perro' en griego se nombra κύων /ký-oon/, palabra bastante rarilla cuyo genitivo es κυνός /ky-nós/.  La forma κυνός explica la mayoría de derivados (cínico, cinocéfalo &c; cinamomo no está entre ellos), mientras que el nominativo κύων explica el nombre de la mencionada Procion, en latín Procyon /pró-ky-oon/.  Ya en griego προκύων significó, parece, 'perro delantero'.  En Homero κύων es, por cierto, la estrella Sirio (α Canis maioris), y parece ser que, si su diminutivo latino canicula "perrilla" designa hoy en castellano el bochorno veraniego, se debe a que el orto helíaco de Sirio coincidía en la antigüedad (según dicen) con el inicio del mes de agosto.

Κύνες "perros" y κυνικοί "perrunos" llamaron, con intención torva, a aquellos filósofos que, según era fama, cagaban y follaban en la vía pública, como los propios perros.  Yo sospecho que ningún cínico hizo tal cosa, pero así entendieron los necios la afirmación cínica de que lo natural no debería avergonzarnos (los cínicos venían a ser los jipis del mundo antiguo); no quiero extenderme en esto.

Cynosura "cola de la perra" identifica cierto lugar del Ática, cercano a Maratón.  Los griegos llamaron también Κυνόσουρα a la Osa menor.  En mis apuntes encuentro un género de gramíneas llamado Cynosurus /ky-no-súu-rus/, con su subtribu Cynosurinae (y también hay una mariposa a la que llaman Callicore cynosura).

Sin salir de las poáceas, el nombre del género Cynodon /ký-no-don/ significa "diente de perro", y también es perruno uno de los nombres españoles del C dactylon, "grama canina".  (Quizás habría sido más correcto llamarlo cynodus. pero se creó una voz en -on como en los Iguanodon, Mastodon y Toxodon, derivados todos ellos de ὀδούς ὀδόντος "diente"; κυνόδους, literalmente "diente de perro", en griego significa "colmillo", como nuestra voz canino, no menos perruna.)

Borraginácea o boraginácea, en cambio, es el Cynoglossum, cuyo nombre, "lengua de perro", lo hace pariente de los glotólogos y los poliglotas (que en castellano solemos llamar 'políglotas', esdrujulando la voz pese a la O bien gorda que ostenta el griego γλῶσσα "lengua").

Por último, un par de géneros con advocación canina, de los que ya he escrito algo aquí: Cynanchum y Cynomorium.  El veneno está entre las formas crueles inventadas para matar perros (sólo pensar en las zarazas me horroriza), y el Cynanchum acutum pareció adecuado para el canicidio, pues ἄγχω /án-joo/, el verbo que compone κύναγχον, significa "oprimir", "sofocar" (de su misma raíz tenemos en latín angor "inflamación de anginas", y a nadie le extrañará que esa raíz sea la de anginas y angustias).  En su libro IV Dioscórides dice (sigo la traducción de Laguna) que "amasadas con enjundia [grasa] las hojas de aquesta planta, y dadas a comer a los perros, a las panteras, a los lobos, y a los raposos, los matan, y súbito los derriengan".

Ya Dioscórides llama al matacán κύναγχον /ký-nan-jon/ o ἀπόκυνον /a-pó-ky-non/, ambas voces perrunas.  En su traducción, el doctor Laguna llama a esta planta Apocyno (no sabemos dónde pondría el segoviano el acento, pero lo correcto sería leer esdrújula: apócino, pues la Y de κυνός es breve), siguiendo el griego ἀπόκυνον, que podríamos traducir "alejaperros": de esta voz deriva también el nombre de familia Apocynaceae o apocináceas.  Por supuesto, en romance el C acutum se llama mataperros, matacán, ahogaperros, matacà, matagós &c.

En los nombres específicos encuentro una Aethusa cynapium (con forma castellana también perruna: "apio de perro", que supongo traduce cynapium, aunque ἄπιον en griego es más bien "pera" que "apio").  También hay una Asperula cynanchica (cuyo nombre deriva de cynanchum, no me preguntéis por qué), y encuentro una Thelygonum cynocrambe, una rubiácea que florece por estas fechas invernales y crece (al menos) en el sur de Italia, y cuyo nombre genérico proviene de θηλύς y γίγνομαι (¿"engendrahembras"?), mientras que el específico combina al perro con κράμβη /crám-bee/ "col" (¿"col de perro"?).  (Κυνοκράμβη está entre los nombres del matacán en el manual médico de Dioscórides.)

Aún me queda algo de cuerda (perruna); dejémoslo para otro rato.

Sirrio

El amigo M.B. acaba de construir un verdadero palacete para sus gallinas, y hace poco nos informaba por carta de haber recibido un magnífico sirrio desmenuzado, al que define como "barritas energéticas" para su huerto.  Jamás había oído esa palabra: sirrio.  Iba a preguntar a Manuel, pero ¿dónde quedaba mi prestigio de filólogo, ya escaso después de estas páginas?  Así que he tratado de hallar su significado por mis propios medios, y he dado así con una encantadora familia de palabras.

No me ha extrañado que sirrio faltara del diccionario académico (utilísimo siempre para saber lo que dice el diccionario académico), pero es que tampoco lo registra María Moliner, que con tanto primor recogiera el léxico usual de su tiempo y región.  Ahora bien, uno y otro sí traen, en cambio, sirria y sirle. y por este cabo he podido sacar un ovillo que donde mejor he visto desenredado es en el Diccionario Etimológico de Corominas y Pascual.

En este diccionario se puede leer, bajo la entrada sirle, sirria y chirle, la definición siguiente: "'excremento del ganado lanar y cabrío', en catalán xerri (serri, sirro), voz prerromana representada actualmente por el vasco zirri y su diminutivo txirri.  Primera documentación: sirria, 1621".

¡Admirable!  "Representada actualmente por el vasco zirri".  ¡Qué gracioso!  ¿Y no por el castellano chirle?  ¿No por el catalán xerri?  La frase entrecomillada es una prueba de que hasta el más sabio (y yo tengo por tal, quede bien claro, al simpático y ya difunto Joan Corominas) puede decir una solemne tontería.  Y la frase entrecomillada al comienzo de este párrafo lo es, tanto como la afirmación que corre como moneda corriente, y no suele ponerse en duda, de que el vasco es la más antigua de las lenguas peninsulares.

No, el vasco es tan antiguo como el castellano, el bable y el chino mandarin: todas los idiomas actuales tienen exactamente la misma edad.  Cada una de las lenguas (que están en constante mutación) es hija de su madre, y ésta de su abuela, y así hasta el primer balbuceo del primate.  Que no tengamos documentación de la madre y la abuela del vascuence no la convierte en más antigua que el valenciano y el portugués, ni es más joven el castellano o el catalán por el hecho de que conservemos una copiosa literatura latina.

Si usted, amable lectriz o lector, no me está comprendiendo, no se esfuerce; quizá no merece la pena.  Yo he tratado de explicarlo a gente con cierta formación, y en vano.  Uno de nuestros problemas es que cada vez hay menos filólogos que sepan algo de historia, y menos historiadores que tengan nociones de filología.  Pero, en resumen, afirmo que sirrio, xerri o chirle son representantes tan vivos y legítimos de una presunta voz prerromana (presunta nada más) como pueda ser el el vascuence zirri.  (Ya lo he dicho más de una vez, creo, "prerromano" no es ningún idioma: es sólo una braquilogía de "no tengo ni idea del origen y juraría que no es latino ni griego ni fenicio ni...".)

Pero volvamos al sirrio.  Las definiciones leídas, junto con la fotografía que acompañaba la carta de M.B., disipan cualquier duda sobre el significado excrementicio de sirrio: caca de ovejas.  Por cierto que la palabra se documenta por primera vez en el texto de un aragonés, Jaime Gil, en estas frases:  "También es mala la sirria del ganado para asiento de colmenas" y "es malo estar las nasas en sirriales de ganados".  (Corominas toma su cita de otro aragonés, el sabio zaragozano-tudelano Julio Cejador, un temible erudito poliglota convencido de que la vasca era la lengua madre de todas las demás.)

Recoge Corominas multitud de variantes, sirria y sirrio en Aragón, en la Litera serri, xèrria en Valencia y en el Maestrazgo eixerri, cirria en Santander...  Y, claro está, las formas extendidas sirle y chirle.

De todas las voces mencionadas, chirle es la única que para mí era familiar, y sólo en la forma aguachirle, a la que yo atribuía el significado (el corriente en casa) de "bebedizo aguado, insípido y flojo".  Hemos oído variantes de esta significación (por ejemplo, en Zaragoza a menudo suena aguachirri), aunque de lo leído recuerdo sobre todo el soneto con que Góngora zahiere a Lope de Vega y a sus seguidores, tachando su falta de nervio, su platitud.  Dice su primer cuarteto:

                                  Patos de la aguachirle castellana
                                  que de su rudo origen fácil riega
                                  y tal vez dulce inunda nuestra vega,
                                  con razón vega, por lo siempre llana...

Pero el aguachirle no es ahí, como yo pensaba, una bebida insípida.  El canónigo cordobés, según Corominas, "piensa en algo más inmundo que un vino sin gusto, en el cual no podrían nadar patos".  Ciertamente, a la luz de sirrio y de esta observación, y conocida la querencia escatológica del Góngora satírico, se ilumina, valga la antífrasis, el "rudo origen" al que alude el soneto.

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con el latín y la botánica?  Mucho, mucho.  Por de pronto, ¿cómo han de crecer bien las plantas, sin buena dosis de sirrio?  Y en segundo lugar, ¿no está todo esto escrito en latín?  Claro que sí: el castellano no es más que latín algo movido por el tiempo.  No nos dejemos engañar por las palabras, que no son más que eso, aire agitado, si bien inducen a forjar cosas, aun las inexistentes.  Ahí tienen a Camuñas, la Croquemitaine, el Entroido, la ómicron, la furona...  Uy, qué miedo.