En nombre actual del tejo en francés, ese if que ya leíamos en el siglo XIV en Gastón Febo, proviene de la forma ivo, correspondiente galo, si no me equivoco, del celta eburo. De la amplia difusión de ese término, frente a taxus, da cuenta una glosa muy interesante, aunque no he podido averiguar su localización o su fecha (Meillet, de quien la tomo, no precisa más): taxus arbor quam vulgus iuum vocat "tejo, árbol que la gente llama ivo".
Esa voz ivo (o iuum o ivum) da nueva dimensión al prestigio del tejo, pues se conserva no sólo en el if galo, sino en el nombre francófono de Yves, cuyo femenino es Yvonne; en Italia este nombre adopta la forma Ivo (o por lo menos así se llama en Roma al bretón Yves de Tréguier, santo patrón de San Ivo alla Sapienza). En castellano, el antropónimo derivado del tejo sería Ivón e Ivona, pero no conozco a nadie con esa gracia.
Todas estas formas provienen, al parecer, del antiguo germánico ihwa (con I larga), que explicaría la actual forma alemana Eibe (o Eibenbaum) y la inglesa yew (o yewtree). Se me ha ocurrido buscar el origen del término yeoman, que se aplicó también a los arqueros ingleses, y veo que nadie está muy seguro de su origen, aunque propenden a hacerlo venir de young man; aprovechando esa vacilación general, echaré mi cuarto a espadas y propondré como étimo yew man "hombre del tejo", en la casi total seguridad de que no empeorará mi concepto ante las lectoras de este blog, y, lo más importante, que esta propuesta no me llevará al estaribel.
En cuanto al nombre específico del tejo, baccata, esto es, provista (puesto que femenino, como la mayoría de árboles) de baccae o bayas, proviene de una observación ya formulada por Plinio en 16 50: taxus minime virens gracilisque et tristis ac dira, nullo suco, ex omnibus sola baccifera "el tejo, apenas verde, mezquino, triste, funesto, carente de savia, el único con bayas de todos ellos"; el nullo suco habrá que interpretarlo, creo yo, por comparación con las otras coníferas, dotadas todas ellas de resinas aromáticas; y a diferencia, también, de todas éstas (ex omnibus sola), el tejo es baccifera, lleva bayas: o sea, baccata.
Confieso que me acabo de enterar de que el tejo es una conífera, debido quizá (aderecemos nuestra ignorancia) a deformación de filólogo, ya que conífera significa "que lleva piñas" ("piña" se dice κῶνος /kóo-nos/ en griego). El adjetivo conifera (con O larga, como corresponde a la ómega original) lo emplea ya Virgilio, y alterna con su sinónimo conigera, usado por Catulo de Verona.
Ya que estamos en confesión, estaba yo muy contento de haber puesto en relación el taxus (como árbol que da excelente madera para el arco) con el griego τόξον /tó-xon/ "arco", y con el adjetivo toxicus "venenoso" (étimo de nuestro doblete castellano tóxico y tósigo: de ahí el significado original del atosigar, bien usado por Petisco, "envenenar"). Pues bien, mi gozo en un pozo, al leer la Historia natural 16 51: después de mencionar el cuento de que perecen quienes duermen bajo tejo (cuento difundido por Dioscórides en 4 79), Plinio añade: sunt qui et taxica hinc appellata dicant venena quae nunc toxica dicimus, quibus sagittae tingantur "hay quien dice que de aquí se llaman táxicos los venenos, que ahora llamamos tóxicos, con que se imbuyen las flechas". Menos mal que, tratándose de latín, no podría haberlo dicho un chino hace seis mil años.
Por último, en el pasaje citado afirma Plinio que toda la fuerza mortífera del tejo desaparece hincando en él un clavo de bronce: si in ipsam arborem clavus aereus adigatur. No hagan la prueba en casa.
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Hay en mi pueblo una rotonda pionera (muy anterior a la fiebre rotondífera que ha llenado de points ronds nuestros arrabales) que recibe el apropiado nombre de el circuito. En su centro hay un jardinillo con un arbolito solitario, popularmente conocido como el pino. El nombre, esta vez, es muy inadecuado: se trata de un Taxus baccata.