jueves, 20 de abril de 2023

Taxus III

En nombre actual del tejo en francés, ese if que ya leíamos en el siglo XIV en Gastón Febo, proviene de la forma ivo, correspondiente galo, si no me equivoco, del celta eburo.  De la amplia difusión de ese término, frente a taxus, da cuenta una glosa muy interesante, aunque no he podido averiguar su localización o su fecha (Meillet, de quien la tomo, no precisa más): taxus arbor quam vulgus iuum vocat "tejo, árbol que la gente llama ivo".

Esa voz ivo (o iuum o ivum) da nueva dimensión al prestigio del tejo, pues se conserva no sólo en el if galo, sino en el nombre francófono de Yves, cuyo femenino es Yvonne; en Italia este nombre adopta la forma Ivo (o por lo menos así se llama en Roma al bretón Yves de Tréguier, santo patrón de San Ivo alla Sapienza).  En castellano, el antropónimo derivado del tejo sería Ivón e Ivona, pero no conozco a nadie con esa gracia.

Todas estas formas provienen, al parecer, del antiguo germánico ihwa (con I larga), que explicaría la actual forma alemana Eibe (o Eibenbaum) y la inglesa yew (o yewtree).  Se me ha ocurrido buscar el origen del término yeoman, que se aplicó también a los arqueros ingleses, y veo que nadie está muy seguro de su origen, aunque propenden a hacerlo venir de young man; aprovechando esa vacilación general, echaré mi cuarto a espadas y propondré como étimo yew man "hombre del tejo", en la casi total seguridad de que no empeorará mi concepto ante las lectoras de este blog, y, lo más importante, que esta propuesta no me llevará al estaribel.

En cuanto al nombre específico del tejo, baccata, esto es, provista (puesto que femenino, como la mayoría de árboles) de baccae o bayas, proviene de una observación ya formulada por Plinio en 16 50: taxus minime virens gracilisque et tristis ac dira, nullo suco, ex omnibus sola baccifera "el tejo, apenas verde, mezquino, triste, funesto, carente de savia, el único con bayas de todos ellos"; el nullo suco habrá que interpretarlo, creo yo, por comparación con las otras coníferas, dotadas todas ellas de resinas aromáticas; y a diferencia, también, de todas éstas (ex omnibus sola), el tejo es baccifera, lleva bayas: o sea, baccata.

Confieso que me acabo de enterar de que el tejo es una conífera, debido quizá (aderecemos nuestra ignorancia) a deformación de filólogo, ya que conífera significa "que lleva piñas" ("piña" se dice κῶνος /kóo-nos/ en griego).  El adjetivo conifera (con O larga, como corresponde a la ómega original) lo emplea ya Virgilio, y alterna con su sinónimo conigera, usado por Catulo de Verona.

Ya que estamos en confesión, estaba yo muy contento de haber puesto en relación el taxus (como árbol que da excelente madera para el arco) con el griego τόξον /tó-xon/ "arco", y con el adjetivo toxicus "venenoso" (étimo de nuestro doblete castellano tóxico y tósigo: de ahí el significado original del atosigar, bien usado por Petisco, "envenenar").  Pues bien, mi gozo en un pozo, al leer la Historia natural 16 51: después de mencionar el cuento de que perecen quienes duermen bajo tejo (cuento difundido por Dioscórides en 4 79), Plinio añade: sunt qui et taxica hinc appellata dicant venena quae nunc toxica dicimus, quibus sagittae tingantur "hay quien dice que de aquí se llaman táxicos los venenos, que ahora llamamos tóxicos, con que se imbuyen las flechas".  Menos mal que, tratándose de latín, no podría haberlo dicho un chino hace seis mil años.

Por último, en el pasaje citado afirma Plinio que toda la fuerza mortífera del tejo desaparece hincando en él un clavo de bronce: si in ipsam arborem clavus aereus adigatur.  No hagan la prueba en casa.

                                                                 o - O - o

Hay en mi pueblo una rotonda pionera (muy anterior a la fiebre rotondífera que ha llenado de points ronds nuestros arrabales) que recibe el apropiado nombre de el circuito.  En su centro hay un jardinillo con un arbolito solitario, popularmente conocido como el pino.  El nombre, esta vez, es muy inadecuado: se trata de un Taxus baccata.

viernes, 7 de abril de 2023

Taxus II


 El 19 de septiembre de 1991 los montañeros Erika y Helmut Simon vieron asomar lo que parecía un cadáver de entre los hielos del Hauslabjoch, en la frontera tirolesa entre Italia y Austria, no lejos del refugio de Similaun.  Pronto se supo que se trataba, en efecto, de un antiguo cadáver y, esto era lo más extraordinario, que estaba momificado y conservaba enteros, si bien en cecina, todos sus órganos.  Mientras un equipo científico se consagraba al estudio del hallazgo, la prensa se divertía de lo lindo bautizando al muerto, que fue mummia de Similaun para los italianos, Hibernatus para los galos, Otzi para los austríacos, Frozen Fritzi para los estadounidenses...  Unos meses después se publicaban los primeros resultados del estudio, por los que supimos que el difunto había sido víctima de un asesinato datable cinco mil años atrás, que vestía el traje de pieles más antiguo de Europa (aunque esto lo discute la ciencia moscovita), y que su arco estaba fabricado en madera de tejo.

Y parece que la madera de tejo persistió en ser elegida para los arcos de elevada calidad.  El célebre longbow inglés, que dominó los campos de batalla europeos durante el siglo XIV, era de tejo, aunque ahora no logro recordar de dónde me he sacado esta idea.  El general Fuller, por lo que veo, sostiene que eran de olmo, pero sospecho que yerran o el general o el traductor de sus Decisive battles; y el canciller Ayala, que sufrió a los frecheros ingleses en Nájera, nada dice sobre la madera de quienes le apresaron.  Me complace, en cambio, encontrar que Gaston Fébus, señor del Bearne, contemporáneo de Ayala y de Crécy, en su livre de la chasse describe con detalle l'arc de main que on apèle anglois ou turquois con las siguientes palabras: l'arc doit estre de if ou de boix et doit avoir de long, de l'une ousche où la corde se met, jusques à l'autre, vingt poigniés... la corde doit estre de soye...  Así pues, sin duda el arco inglés "ha de ser de tejo (if) o de boj".

Pero volvamos a la filología.  A primera vista, pues, la herencia onomástica del tejo en la península ibérica proviene toda, con la excepción del vascuence, del taxus latino: por ejemplo en gallego, donde resulta en teixo, y abundan en apellidos y topónimos tanto el árbol cuanto su bosque (si lo es, a saber, teixera, teixeira, teixeiro o teixido).  Como todo el mundo sabe y el dicho advierte,

                            a San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo,

de modo que de nuevo encontramos al tejo (teixido, en este caso) mano a mano con los muertos; y adviértase, por lo que luego se dirá, que este Teixido está en el Finisterre, hogar de celtas y cornamusas.

No de otro modo ocurre con el teix y la teixera catalanes (de los que Font Quer proyevó algunos ejemplos).  Y también en Italia ha dejado huella el taxus: aparte de los no pocos topónimos, ¿no dio el tasso apellido al mayor de los poetas italianos del siglo XVI, quitando al Ariosto?

En cuanto a la excepción vascuence, parece que en ese idioma el tejo se llama agin, hagin, o hagintze, y que de ahí provienen muchos apellidos y topónimos, empezando por Aguinaga ("conjunto de tejos", esto es, "tejeda"), y quizá terminando en Abendaño o en Acín.

Ahora bien, la dimensión simbólica del tejo en la vieja Europa sólo se percibe si abandonamos el taxus latino y nos adentramos en el nombre dado a este árbol por los celtas, que fue, al decir de los sabios, eburo.  (Muchas veces se afirma que los celtas fueron un pueblo sin estado pero, dejando de lado el resbaloso concepto de pueblo, no debería olvidarse que el latín fue un dialecto celta: ¿acaso el imperio romano no fue ese "estado celta" que la nostalgia, apenas consolada por las gaitas, echa de menos?)

Éburo, éburo... ¿no le suena?  ¿No eran los eburones ésos cuyo jefe, Catuvolco, se suicidó con tejo?  No fue casualidad, pues...  Hubo eburones, y hubo eburovices (otro pueblo celta consagrado al tejo).  Árbol cuyo vigor simbólico se aprecia con sólo echar una ojeada a los nombres de ciudad que nos ha legado el mundo antiguo: Ebura, Eburo, Eburacum, Eburobriga, Eborobritum, Eburobrittium, Eburodunum, Eburomagus...  En todos ellos se celebra a nuestro Taxus baccata: Eburóbriga significaría "Castillo del Tejo", Eburoduno "Otero del Tejo", Eburómago "Feria del Tejo".

Perviven muchas de esas ciudades, y sus nombres: Eboracum o Eburacum es la actual York, y en la palabra York perdura la palabra Eboracum; así que, mira por dónde Nueva York, la capital de este mundo según la firme opinión de Rocky el barbero, lleva en su nombre al tejo celta.

Un Eburodunum es hoy Yverdon, la ciudad balnearia junto al lago de Neuchâtel (que recibió en tiempos el nombre de lacus Eburodunensis), y otro Eburodunum, no muy lejos del anterior, se llama hoy Embrun.  El moderno Évreux continúa el Mediolanum Eburovicum, capital de esos galos eburovices antes mencionados.  Y de igual modo el tejo está en la base de los nombres de Ivry, Ebersberg, Ebrach...

Hay quien añade a los anteriores los nombres de la italiana Ivrea y de la belga Ypres.  Si la voz Ypres o Iprés viniera de eburo, tendría en cierto modo doble parentesco con el tejo, pues en la batalla de Yprès, verano de 1917, el ejército alemán utilizó por vez primera el gas mostaza, que de la ciudad recibió el ominoso nombre de ypérite: la iperita, mortífero gas que remontaría su nombre al viejo veneno celta...  Pero probablemente Ivrea e Ypres se explican mejor a partir de epo-, equivalente celta del latino equus "caballo".

Évora, la ciudad portuguesa donde aún podemos ver en pie un hermoso peristilo romano, conserva casi idéntico su nombre original, alusivo al tejo, que encontramos escrito Ebura o Ebora o Aebura.  Y ese mismo Ebura se desperdigó por la península en varios lugares donde sufrió los consabidos cambios "castellanos" (E breve tónica da IÉ, la breve interior postónica se pierde) y resultó en Yebra: hoy apellido, y denominación también de varias localidades, entre ellas un pueblecito oscense en el valle del río Basa.

Basta por hoy.  Pongo arriba otra foto palentina de un tejo añoso, esta vez con fondo de jóvenes hayas.