lunes, 24 de febrero de 2020

Diminutivos latinos II

Repaso, pues, algunos diminutivos del léxico botánico (dejando para otro momento los nombres de géneros); tomo sólo unos pocos, los primeros que me salen al paso: hay muchos más, alguno ya mencionado (carpelo, por ejemplo).

Acus "aguja" tiene dos diminutivos: acucula (étimo de aguja) y acicula, que ya para Marcelo Empírico significa "acícula de pino".  Dicho sea de paso, la raíz de acus también lo es de, entre otras, aculeus "aguijón" (acúleo en castellano) y acuminatus "puntiagudo" (no rara en nombres específicos).

De calyx "copa" sale el diminutivo calículo, como de caput "cabeza" sale capítulo (capitulum, literalmente "cabecita") o de cauda "cola" sale caudícula (literalmente "colita").

De cornu "cuerno" viene cornículo: no me consta en botánica, pero sí al menos en la forma corniculatus "con cuernecillos", del Glaucium corniculatum.  (Por cierto que entre los hongos está el cornezuelo, fabricante de LSD: también cornezuelo es diminutivo de cuerno, y doblete, en cierto modo, de cornículo.)

De spica "espiga" el diminutivo es espícula (spicula "espiguilla").

Para las flores simples que integran las compuestas usamos el término flósculo (flosculus es diminutivo de flos, sustantivo masculino en latín, al contrario que flor, su resultado castellano).

El sentido primitivo de folículo es "fuellecito" (follis "fuelle"), de funículo es "cuerdecilla" (funis "soga"), de núcula es "nuececita" (nux "nuez" o "núcleo").

En cuanto a la palabra panícula (su sinónimo panoja presupone la variante vulgar panucula o, con síncopa ya antigua, panucla), se la supone diminutivo de panus "espiga del mijo" según unos, "mazorca de hilo" según otros, y nada tendría que ver con panículo (la lámina grasa que tenemos bajo la piel) que dependería de pannus "paño".  Pero ambas etimologías son para mí oscuras.

Diminutivo de pes "pie" es pediculus, de donde nuestra voz pedículo.  Puesto que la proyección del propio cuerpo es una de las más vivas fuentes de metáfora, no es de extrañar que ideas como "cabeza" y "pie" están muy presentes en la imagen que nos formamos del mundo; y he aquí que los diminutivos de "pie" abundan en botánica: además de pedículo y el ha poco aludido podio, tenemos también pecíolo (petiolus), pedúnculo, pedicelo y, diminutivos de diminutivo, podíolo y peciólulo (que es el pecíolo de un folíolo, éste diminutivo de folium).

Quiero aclarar que pediculus "piececito" tiene E breve, y no debe confundirse con pediculus "piojo", que tiene E larga y es diminutivo de pedis "piojo", tambien con E larga (la propia palabra castellana piojo deriva de una variante vulgar del diminutivo: peduculus).  De este pediculus "piojo" saca su nombre el género Pedicularis: le viene, según unos (la wikipedia inglesa, por ejemplo), de que la ingesta de Pedicularis causa la infestación del ganado con piojos, y según otros (Font Quer entre ellos) de que la planta produce un antídoto de esa plaga.

De siliqua (acentuado /sí-li-cua/, al menos en latín) sale el diminutivo silícula.

Y de tuber "bulto" o "trufa" viene el diminutivo tuberculum (el sentido etimológico de tubérculo es "bultito", "hinchazón", palabra emparentada con tumor, túmulo &c).

Pero paso ya a los géneros botánicos que son, o al menos parecen, diminutivos.  Será en otra página.

miércoles, 19 de febrero de 2020

Diminutivos latinos

Ya que he repasado algunos diminutivos griegos, por no cojear me meto con los latinos.  También por encima y en breve.

Menciono un par de los más vetustos, poco evidentes como tales diminutivos.  Se admite en general que arbustum "arbusto" lo es de arbor (sin relación alguna con arbutus, en mi opinión).  Y bellus "lindo" es un viejo diminutivo de bonus que muestra hasta qué punto la confusión entre bondad y belleza, que por hábito atribuimos a los griegos, es general (en español hemos creado, en exacto paralelo, bonito, que no es, una vez más, sino diminutivo de bueno).

En bellus comparece ya el sufijo -lo-, el más productivo para la expresión diminutiva en latín, con frecuentes alargamientos o combinaciones, en particular -colo- (terminación en -culus) y los muchos -ellus e -illus que, en origen resultado fonético (como en bellus), se han extendido luego como sufijos propios.

Muchos diminutivos latinos han pasado al castellano, ya por la vía oral (esto es, acumulando a lo largo de siglos las pequeñas alteraciones que luego se describen como "leyes de evolución fonética"), ya por la vía letrada, como préstamos tomados directamente del latín (escrito).  Tomemos como ejemplo articulus "miembrecillo", que por vía vulgar da en castellano artejo, frente al latinismo artículo, usado en gramática: artejo y artículo son un doblete, esto es, un par de palabras de origen idéntico.

Sabido es que las lenguas romances están llenas de diminutivos latinos; entre otras cosas, por simplicidad para el hablante de latín como lengua extranjera (los diminutivos suelen ser, en cualquier idioma, formas regulares).  De ahí que oreja no venga del latín auris sino de auricula "orejita" (francés oreille), ni aguja de acus sino de acucula "agujita" (en cambio el italiano ago continúa acus); hay mil ejemplos.

Pero, además de las voces patrimoniales, la lengua contiene muchos latinismos que son diminutivos, y estos abundan en particular en las jergas científicas: así globus provee el diminutivo glóbulo (globulus, literalmente "globito"), canna da cánula (cannula "cañita"), glans da glándula (glandula "amígdala", pero literalmente "bellotita"), testis da testículo (testiculus, literalmente "testiguillo").

Una exacta descripción exige a veces echar mano a la vez del diminutivo latino y del griego, véase el ejemplo de ocelo (ocellus, diminutivo de oculus "ojo") frente a omatidio (diminutivo de ὄμμα "ojo"): aunque ambos significan, en origen, exactamente lo mismo: "ojito".  Y, como hemos mencionado bacterio como diminutivo griego, cumple recordar que tiene un equivalente en latín, ya que bacillum es el diminutivo de baculum "bastón" (todo queda en casa, porque los bacilos, tengo entendido, son una forma de bacterios o bacterias).

Para introducción, mucho me he alargado.  Ya me lo temía.  Continuaré en otra.

sábado, 15 de febrero de 2020

La amante de la primavera



Durante el paseo, uno de estos días cálidos de febrero, reconozco a mis pies el brillo familiar de millones de florecillas blancas: son Erophila verna.  ¡Y pensar que hace cuatro o cinco años no había ni oído hablar de esta planta, tan abundante!  La conocí cuando di en perseguir Hornungia petraea: entonces me arrodillaba a menudo y sacaba sin pereza mi reluciente lupa, algo abandonada ahora.  Estas plantas chiquitillas exigen humillar la cerviz, aproximar el hocico al suelo: el premio son joyas como la violeta de Kitaibel, las delicadas eufrasias, la erófila o amante del buen tiempo.

Se comprende que pueda pasar desapercibido un vegetal tan minúsculo, que se apresura a brotar y completar su ciclo en pocos días, como si la vida le fuera en pasar inadvertido para la mayoría de los mortales: así florece, sobre suelos escasos y pobres que otras plantas rechazan, apenas cuatro gotas y un poco de luz y calor se lo permiten: con premura, pues, fabrica su semilla, único estadio algo duradero de este ser fugaz, y desaparece.

Sin embargo, pese a su fugacidad y tamaño diminuto, es capaz de adornar, con la abundancia de sus insignificantes rosetas, con la blancura de sus pétalos, las gravas más áridas, las sendas más arenosas, las más secas arcillas, que por unos días, o tal vez sólo por unas horas, se revisten del fino plumón de estas plantitas.

Como creo haber comentado en estas páginas, tiene más nombres botánicos de los que yo hubiera creído posibles para una sola planta, no digamos para una hierbecilla mínima como ésta.  No voy a volver a contarlos, pero en la Wikipedia castellana figuraban más de cien.  Quizá la abundancia de sinónimos le venga de la pluralidad de hallazgos (de la planta, digo, como nueva: en Flora Ibérica se describe como polimorfa, lo que abunda en la idea).

En cualquier caso, uno esperaría diminutivos en sus diversos bautizos (ahora que estoy entretenido con esas formas gramaticales).  Lo cierto es que en 1753, si no me falla la información, Lineo la llamó, secamente, Draba verna.  De Candolle, luego, identificó varias especies, pues veo que bajo su autoridad corren varios nombres: Erophila vulgaris, E americana, E muscosa.  El único que recurrió al diminutivo, me parece, fue Bubani, enternecido sin duda por su modestia y pequeñez: Drabella verna.  Drabella es, sin duda, diminutivo de Draba.

Ahora bien, ¿de dónde ese nombre, Draba?  No encuentro esa voz en latín clásico, aunque sí está δράβη /drá-bee/ en el griego de Dioscórides.  Nadie parece saber a qué planta exactamente se refiere el médico griego.

domingo, 2 de febrero de 2020

Diminutivos griegos II

El otro gran grupo de diminutivos griegos se forma con el sufijo -ιον /-i-on/.  De éstos ya hemos visto geranion "grullita" o pelargonion "cigüeñita".  Este sufijo (y sus diversos alargamientos, sobre todo -ίδιον /í-di-on/) tuvo éxito compitiendo con -ίσκος en la formación de diminutivos.  En nuestra lengua se conserva, por ejemplo en palabras tan comunes como demonio (δαιμώνιον /dai-moó-ni-on/ "duendecillo" es el diminutivo de δαίμων "genio") o podio (πόδιον /pó-di-on/ "piececito", de πούς /puús/ "pie"; el latín podium es origen de los mil topónimos tipo Puy, Puey, Pueyo &c; y a su vez podiolum, diminutivo del diminutivo, da Pujol y toda su parentela).

No pocas voces de la biología general son diminutivos.  Pongamos por caso ofidio, sinónimo de culebra, cuyo significado etimológico es "culebrilla": porque ὀφίδιον /o-fí-di-on/ es diminutivo de ὄφις "culebra" (étimo de Ophioglossum, voz que no encuentro ni en latín ni en griego clásicos, donde ὀφιογλώσσον significaría "lengua de serpiente", como compuesto de ὄφις y de γλώσσα /gloós-sa/ "lengua").

Otro término zoológico que me hace gracia es "culito": ¿quién habría llamado así, sin perder su crédito científico, al extremo abdomen de un insecto?  Ahora bien, lo dices en griego, pigidio, y tu prestigio no merma, antes al contrario; pero pigidio no deja de ser diminutivo de πυγή /py-geé/ "nalga", como las que exhibe aquella Venus que los académicos llaman (siempre en griego, por supuesto) Calipigia ("de bello culo").  Por lo demás, la anatomía de los insectos está llena de diminutivos.

Vayamos ya a la botánica.  El nombre de un gran sector de ella contiene un diminutivo, pues ἀγγεῖον /an-géi-on/ "vasito" lo es de ἄγγος /án-gos/ "vaso" (angiosperma, esporangio).  También lo es ascidio (ἀσκίδιον /as-kí-di-on/, de ἀσκός "odre": los ascomicetes son "hongos odres").  Y qué decir de bacterio (esta es la forma correcta, en mi opinión y en la de los traductores del manual de Strasburger): el nombre latino con que se bautizó a esos bichitos longilíneos fue justamente bacterium (βακτήριον /bac-teé-ri-on/ "bastoncillo" es diminutivo de βακτηρία "bastón"): los españoles hemos tomado el plural neutro, bacteria, por un singular femenino (como hacen a diario miles de estudiantes de latín en todo el mundo, y ya lo hacían muchos latiniparlantes en tiempos de Séneca y de Marco Aurelio).

Más diminutivos botánicos.  βασίδιον /ba-sí-di-on/ lo es de βάσις "base", y étimo de los basidiomicetes.  En cistidio tenemos el griego κυστίδιον /kys-tí-di-on/ "vejiguilla" (de κύστις "vejiga" causa de nuestras cistitis).  La palabra filodio tiene su interés: es un diminutivo griego creado en latín, pues se documenta phyllodium en latín científico, pero no (que yo sepa, al menos) el griego φυλλόδιον /fyl-ló-di-on/ que sería el diminutivo de φύλλον "hoja" (Dioscórides para "hojita" dice φυλλάριον /fyl-lá-ri-on/).

Déjenme añadir tres más: oídio es ὠΐδιον /oo-í-di-on/ "huevecito" (de ᾠόν /oo-ón/ "huevo", que está, por ejemplo, en ooteca).  Y el zumo de la adormidera, el opio, es ὄπιον /ó-pi-on/ "zumito" (de ὀπός "zumo", la palabra con que Teofrasto designa la savia).  Acabo con pixidio, nombre de ciertos frutos capsulares como el del beleño, que continúa πυξίδιον "cajita de boj", diminutivo de πυξίς (derivado a su vez del nombre del boj en griego, πύξος /pýk-sos/, pariente sin duda de buxus).

Añadiré los nombres de algunos géneros botánicos que son en origen diminutivos.  Empiezo por Absinthium: ἀψίνθιον /ap-sín-zi-on/ es diminutivo de ἄψινθον /áp-sin-zon/ (de igual significado).  También Echium: ἔχιον /é-ji-on/ "viborilla" designó ya en griego, al parecer, al Echium rubrum (y es diminutivo de ἔχις "víbora").  Al igual que Eryngium ἠρύγγιον /ee-rýn-gi-on/ lo es de ἤρυγγος (misma planta).

Hieracium ἱεράκιον /hi-e-rá-ki-on/ significaría literalmente "halconcillo" (o, si prefieren, "falconete": fue nombre, dicen, de la Pilosella officinarum --también ésta con nombre diminutivo: pilosella "pelosilla"): es diminutivo de ἱέραξ "halcón" (de nuevo un ornitónimo en el origen de un nombre de planta).

Termino con Lepidium: "escamita" significa λεπίδιον /le-pí-di-on/, derivado de λεπίς "escama".  Pteridium, por último, es latinización de πτερίδιον /pte-rí-di-on/ "helecho", diminutivo de πτερίς "helecho" también.