En su último correo, Y.F. insiste en su idea favorita, repitiendo, con su habitual humor, que cuanto aquí escribo lo invento, sacando alegremente del magín fuentes y documentos. No me atrevo a negarlo, pues ¿quién sabe cuánto de lo que uno ve, lee, piensa, escribe no es pura invención? Pero acabo de mantener una de esas curiosas discusiones sobre colores (mi oponente defendía cierta opinión que juzgo errónea sobre el significado de púrpura), pues se da la casualidad de que en mi ociosa lectura de estos días encuentro documentado tal error. Pues bien, cabalgaré de nuevo a deshacer tuertos, sean reales o fruto de mi sola imaginación.
En Personas decentes, novela de Leonardo Padura ambientada en la Cuba postfidelina, cierto personaje llamado Osmar viste indumentaria extravagante: en su primera aparición (página 85) ostenta "batón blanco", pendiente en la oreja, pelo teñido: aspecto que cierta literatura calificaría de equívoco, pese a su inequívoca significación. Unas páginas más allá "Osmar había cambiado el color de su atuendo. Del blanco había pasado a un violeta pálido" (página 133). Mario Conde, el detective de esta novelita policiaca, se encuentra con él, y, en palabras de Padura, "el purpúreo Osmar lo invitó a pasar al comedor del apartamento".
Conque es "purpúreo", ¿eh?, un "violeta pálido"... ¡Anda allá! He aquí lo que se me ocurrió comentar, para desgracia mía, pues ese fue el origen de la tonta discusión veraniega. Tonta, porque versaba sobre colores, que es asunto de lo más subjetivo que quepa imaginar. Pero, al mismo tiempo, y quizá precisamente por su carácter subjetivo, encuentro que sería interesantísimo alcanzar con palabras una definición inequívoca de color: pero es no menos difícil que interesante aquilatar el significado de los términos cromáticos.
Una palabra como púrpura se presta, claro está, a más confusiones de las ya ordinarias en la lengua. Pues se puede entender por tal, como mínimo, un molusco, una industria, un tinte, un color. Yo me vi precisado a definir claramente el sentido de mi protesta: no me quejaba porque el tinte púrpura, el extraído de las cañaíllas, no pudiera tomar tonos violetas pálidos (que están, naturalmente, entre los que puede adquirir un tejido con tal colorante, fácilmente degradable como todos los de origen biológico), sino que tal color se diera como significado legítimo (tal como pretendía mi contrincante) de la palabra castellana púrpura.
Por supuesto, mi protesta es tiempo perdido, porque hace tiempo que el castellano dejó de ser patrimonio de Castilla. Los significados cambian, y habría que precisar lugar y tiempo, lo que es poco menos que imposible. Por otra parte, un cubano como Padura estará sin duda más expuesto al poder avasallador del inglés que un paleto mesetario, quien puede, no obstante, atisbar por dónde van las cosas, sólo con consultar la lista de colores que provee la wikipedia hispánica: ahí comprueba (creo que ya lo señalé aqui) que púrpura se ha convertido en mera traducción (y por ende sinónimo) del inglés purple.
Sin embargo, la palabra púrpura ha designado en los últimos siglos, en castellano (esta es mi opinión), un color menos pálido y más rojo, y lo mismo cabe decir de los correspondientes francés e italiano, pourpre y pórpora. No se busque en diccionarios bilingües, porque los lexicógrafos, esclavos del significante más que del significado, de ordinario se prendan más de la forma de las palabras que de sus contenidos: difícilmente se hallará diccionario (o traductor) que dé para pourpre o porpora otra traducción que púrpura. Pero define, por ejemplo, Zingarelli: pórpora: colore vermiglio; y el Petit Robert: pourpre, coleur rouge vif (en uso literario: como uso courant admite que el sustantivo se refiere a un rouge foncé, tirant sur le violet).
Para el castellano encontré un curioso apoyo a mi doctrina casera sobre el púrpura en el Dioscórides del doctor Laguna: hablando de la simiente de la Paeonia officinalis (libro 3, página 364 de la edición de Amberes, 1555), escribe el médico segoviano que "antes que esté perfectamente madura es roxa; y ansí como se va madurando, se vuelve púrpura, quiero decir roxa escura". Es decir, un rojo denso, un rojo saturado, foncé.
Pero, en fin, son ganas de discutir. Pongo ahí la simiente aludida por el galeno de su santidad (supongo que será la misma), de una imagen tomada en Fóia, en el Algarbe, en agosto de 2019. Quién sabe si entre ese rojo y el negro no pasa por un auténtico purple.