Un hermano del convento pregunta por el origen de la palabra Picris y, oficioso y bien criado como soy, me apresuro a dedicar a este asunto unas pocas horas libres de que dispongo, y soltar lo poco que sé, buscar algo de lo mucho que no sé, y dejar ver, ay, qué remedio, lo muchísimo más que ignoro.
Aquel, para mí, es el nombre genérico de la Picris echioides, plantita que pulula por sí misma en los alrededores de mi pueblo, no en gran abundancia, pero la suficiente para dejar ver cada temporada las curiosas brácteas, erizadas de espinillas, que ciñen sus cabezuelas. Busco en la red, mientras escribo esto, y me entero de que Picris echioides es el basónimo (de Lineo, año 1753), y ahora wikipedia prefiere llamarla Helminthotheca echioides (L) Holub. 1973. No somos nada.
Ya que estamos, diré lo que podéis ver mejor en la wikipedia: el témino Helminthotheca se debe a Zinn, 1757, y encuentra justificación en el decorado vermiforme de las cipselas (explicación y foto en la wiki, s.v. helminthotheca): la voz procede del griego ἕλμινς (genitivo ἕλμινθος) /hél-mins hél-min-zos/ que significaba, si no me equivoco, "gusano" en general, y en particular "gusano intestinal" (tenemos esa voz en términos de biología como helmíntico, nematelminto, platelminto &c). Así, podríamos traducir Helminthotheca como "cajita con decoración vermiforme" (en alusión a las cipselas, palabra que, por cierto, significa originalmente "cajita").
Porque el segundo elemento de Helminthotheca lo conocemos bien por nuestras voces biblioteca, discoteca, ooteca &c: contiene la raíz -θη-, del verbo τίθημι /tí-zee-mi/ "poner", con la que el griego clásico formó θήκη /zeé-kee/ "cofre" "cajita", el lugar donde ponemos las llaves y los maravedís (y también el lugar donde, con suerte, acabarán por ponernos a todos: "ataúd", "tumba"). De esta misma raíz mi palabra favorita es ἀποθήκη /a-po-zeé-kee/ "armario", voz de curiosa fortuna en las lenguas modernas, porque... Qué caramba, voy a dedicarle un párrafo a la ἀποθήκη.
Para recordar cómo las consonantes sordas latinas (P, T, K) cuando van entre vocales se vuelven sonoras (B, D, G) hay un memorialín que dice: PeTaCa da BoDeGa; pero yo siempre he preferido sustituirlo por apoteca da bodega, porque es la pura verdad: la palabra greco-latina apotheca es nuestra castiza bodega (con la sonorización de las tres oclusivas sordas). Pero es que además da en italiano bottega, en francés boutique y, por supuesto, la franco-española botica, donde el tradicional boticario proporciona simples y medicinas: se cierra así el círculo y volvemos a la botánica (todavía hoy en Rusia las farmacias son nombradas con aquél término griego, convertido hoy en algo así como aptiéka). Todas esas palabras derivan, podríamos decirlo así, del verbo τίθημι, y son parientes próximos, por ende, de la Helminthotheca, alias Picris.
Ahora bien, ¿de dónde sale esa voz, Picris? Pues se encuentra ya en Teofrasto, en la misma forma exactamente (salvo el acento): πικρίς /pi-crís/. La cuestión ardua es, como de costumbre, aquilatar el sentido: ¿qué planta es la πικρίς del epígono de Aristóteles? En su edición de la Historia plantarum Amigues sostiene que se trata de una chicorée amère, precisamente la Crepis zacintha (L) Babcock (o Zacintha verrucosa Gaertner), una compuesta al parecer bastante común.
Por lo demás, pocas dudas caben de que el nombre πικρίς a su vez emparienta, o deriva, del adjetivo πικρός /pi-crós/ "amargo", de modo que la pícride (esta sería la forma castellana de Picris) llevaría en su propio nombre la nota de amargura.
Πικρίς falta en Dioscórides, creo, pero a cambio lo tenemos en la enciclopedia de Plinio, quien al clasificar las lechugas menciona una amara... quae picris nominatur... ipsa toto anno florens; nomen ei amaritudo imposuit "[lechuga] amarga... que se llama pícride y a su vez florece todo el año; su amargor le dio nombre" (Historia natural 21 105).
Encuentro en la farmacopea de Teodoro Prisciano (un médico del siglo IV de la era) una picra, medicina a base de áloe, que debió de ser muy amarga (del áloe sale el acíbar, y acíbar es otro nombre del áloe). Quizá se trate de la misma que la edad media conoció como hiera picra (aunque he visto por ahí que alguno atribuye este medicamento a Galeno): el llamarla hiera "sagrada" sugiere que se le atribuyeron propiedades poco menos que milagrosas, y lo mismo se deduce de la difusión del nombre por gran parte de Europa en las formas deturpadas jira pigra, hière picre, jirapliega (ésta última en España) y unas cuantas más.
En los nombres botánicos encuentro al menos un Urospermum picroides y una Reichardia picroides (ésta es quizá la ὑποχοιρίς que prestó su nombre a la Hypochoeris): en ambas el específico parece aludir a la semejanza con la Picris.
En cuando a echioides (sin duda, como picroides, con el sufijo -oide "con aspecto de", del que ya he escrito algo aquí, creo) sospecho que el parecido en este caso es con el Echium vulgare; ¿o con otro Echium? Pues no lo sé a ciencia cierta.
He aprovechado para buscar en la red el ácido pícrico, que me suena de no sé qué, y encuentro con sorpresa que ha sido base de muchos explosivos de uso militar, sobre todo desde fines del siglo XIX, y comercializado después como melinita. Imagino que así pícrico como picrato (nombre de sus sales) también habrán salido de la lengua griega; ahora bien, no he encontrado el porqué. ¿Son acaso de sabor amargo las sales de ácido pícrico, o éste mismo? ¿Estalló un plato de estas sales en las narices del investigador, amargándole la tarde? ¿La compleja investigación comportó gravísimas dificultades y llevó al pobre químico por la calle de la amargura? ¿O bien la creación del fulminante, además de ganarle una medalla, le proporcionó un buen capitalito, con el que comprar un pisito en la playa e inaugurarlo con vermú y amarguillos de Alfaro? Ars longa, ay, vita brevis.