domingo, 16 de marzo de 2025

De escudos, escudillos y escudillas II

 Y pasamos al griego.  Comienzo por la voz ἀσπίς /as-pís/ "escudo" (acusativo ἀσπίδα): en Homero nombraba sobre todo el escudo redondo, pero su significación tendió a ampliarse hacia la idea general de escudo.  La palabra griega, castellanizada en áspide, entra en el diccionario de botánica de Font Quer descrita como "intumescencia escutiforme subexínica" (desopilante definición: oigo reír a mi padre con una de sus citas preferidas: "pi menus erre, ¿te enteras?").  Precede, en el mismo diccionario, la voz aspidado, que significa, claro es, "provisto de áspides".

A todas luces, el género Aspidistra contiene ἀσπίς, aunque el segundo formante parece harto oscuro.  Por suerte, la wiki inglesa s.v., lo explica: para nombrar a este vegetal, que tan a menudo amuebla interiores, John Ker Gawler, en 1822, combinó la palabra griega con el nombre del género próximo Tupistra, descrito por él mismo unos años antes.

Aspidistraceae según el diccionario de Font Quer es sinónimo de Liliaceae.  Me ha sorprendido.  Busco en internet y salta la voz Asparagaceae, con luengo catálogo de sinónimos.  Antes de sufrir un derrame, abandono la cuestión, que me supera.  Ahora las aspidistras oscilan, al parecer, movidas por el viento de la onomástica científica, entre Ruscaceae y Asparagaceae.  Allá se las compongan.

Abandono un momento el terreno de la botánica para anotar otro motivo de sorpresa en esta breve investigación (la ignorancia, en el fondo, es una suerte).  Resulta que la voz áspid, que nunca pensé aludiera una especie concreta, no sólo designa específicamente, a juicio de la wiki, a la cobra de Egipto o Naja haje; es que además lo hacía ya en griego, pues la misma voz ἀσπίς "escudo" designa al áspid y al arma defensiva.  Así que áspide y áspid tienen el mismo étimo; he aquí un doblete inesperado.  La culebra (lo señala Bailly) se nombra escudo por metáfora formal: por cómo el animal, amenazante, despliega el cuello.

La infantería ligera usaba un pequeño escudo redondo llamado πέλτη /pél-tee/: de ahí viene llamar peltastas a esos soldados.  La voz griega, castellanizada en pelta, designa cierto apotecio plano de los líquenes.  Y provee el adjetivo peltado que describe específicamente la hoja de limbo circular con centro en la inserción del pecíolo, exactamente como la del Tropaeolum majus.

Encuentro que estas páginas contienen ya en imagen una hoja de Tropaeolum, pero nunca me he ocupado del nombre genérico, pese a ser uno de esos diminutivos que tanto me gustan.  En efecto, como señala la wiki, Tropaeolum es el diminutivo de la voz griega τροπαον /tro-pái-on/ "trofeo".  Trofeo, en origen, es el montón de escudos, cascos y armas de la hueste derrotada, erigido por el vencedor para festejo y memoria de su éxito.  En τροπαον tenemos un derivado del verbo τρπω /tré-poo/, uno de cuyos sentidos es "poner en fuga": como las palabras muestran, bien sabía el antiguo griego (más ducho en combates que el moderno) que la victoria radicaba en desordenar las filas enemigas y ponerlas en fuga.

Ya entrados en batalla, "trofeo" en latín clásico es tropaeum /tro-páe-um/, un viejo préstamo del griego (la αι se transcribe AE).  Eso daría en castellano tropeo, y si decimos trofeo se debe a que en algún momento les dio a los finolis por pronunciar aspirada esa P: trophaeum se documenta en época tardía.  Veo en la wikipedia que Trophaeum y el despectivo Trophaeastrum han sido sinónimos del lineano Tropaeolum.  Parece que las hojas y flores de la capuchina recordaron a los pacíficos herboristas bélico amontonamiento de cascos y escudos.

Si usted quiere sonar clásico, pronuncie /tro-páe-o-lum/: ya sé que AE no es en castellano diptongo; si le cuesta mucho diga /tro-pé-o-lum/.  Pero, por favor, no acentúe en la O, que es breve y no se ha metido con nadie.  Eso, insisto, si quiere usted sonar clásico.

Vuelvo a la πέλτη.  En el diccionario de Font Quer se encuentran voces botánicas derivadas: peltatífido, peltiforme, peltigeráceas, peltinerve, peltinervio.  Y dentro de peltigeráceas, claro está, se menciona el género Peltigera (/pel-tí-ge-ra/, porque la E es breve), líquenes cuyo nombre significa "portaescudos" (del verbo gero, gérere "llevar").

No he encontrado en botánica restos de ὅπλον /hó-plon/ (el escudo del hoplita), aunque adorna los nombres científicos de unos cuantos animales, coleantes o extintos, por ejemplo el Hoplopteryx, definido por Agassiz en 1839.

sábado, 15 de marzo de 2025

De escudos, escudillos y escudillas

 ¿Qué sé yo de escudos?  Poca cosa.  Que la parma era pequeña y redonda, grande y oblongo el scutum.  Y que la pólvora los dejó en desuso, como bien notó el caballero de la Mancha.  (Por cierto que el primer pasaje hilarante del Quijote es la reparación de la rodela.)  Ahora una pregunta sobre clypeata, específico de una Fibigia, me lleva a una pequeña búsqueda y a dar con voces que agavillar en esta paginita.  Dispuesto, pues, a hablar de escudos, sin saber apenas nada de ellos.  ¡Qué papelón el de filólogo!  El amigo de las palabras mete cuchara en todos los guisos, sin pajolera idea de ninguno; menos mal que viene a ser, si Johnson tenía razón, a harmless drudge.

Empecemos por parma, pues.  Mal comienzo.  Nada encuentro en botánica con esta voz.

Sí hay rastro, en cambio, del clipeus, escudo similar a la parma.  Con la peculiaridad de que los fitólogos escriben clypeus, con una Y abusiva, una Y hipercorrecta, dado que no es voz griega (su origen es desconocido, quizá etrusco).

Del género Clypeola /kli-pé-o-la/ ya tuve ocasión de escribir, a propósito de diminutivos: viendo la imagen de la plantita, pocas dudas caben de que el nombre genérico se debe al diseño circular de las silicuas; en la misma página de ese enlace se puede leer su nombre vulgar, según Colmeiro: "yerba rodela".

El adjetivo clipeatus (/kli-pe-á-tus/, en botánica escrito clypeatus) podemos traducirlo por "dotado de escudo redondo".  Y con él, además de la Fibigia clypeata y del Alyssum clypeatum, ya mencionados, encuentro ahora una Farsetia clypeata.  Habrá más.  (Desde luego sí en zoología, donde al pato cuchara se añaden varios escarabajos con escudo, e.g. el Dixus clypeatus.)

Grande y oblongo, pues (y étimo de la palabra castellana), el scutum: esta voz, de significado más genérico, ya tiene amplia cabida en nuestra nomenclatura.  Basta consultar, por ejemplo, el diccionario de Font Quer, donde hallamos escudado, escudete, escudiforme y una porción de voces más.  Escudado continúa el scutatus /scu-tá-tus/ latino, y éste figura en el Rumex scutatus, hierba amante de las gravas móviles: su hoja ostenta una elegante forma de escudo medieval.

He visto atribuir a scutum el nombre de la Biscutella, pero, como ya dejamos escrito, scutella no es diminutivo de scutum (larga la primera U) sino de scutra (con U breve).  Aunque sin duda hubo hibridación entre ambas voces, ya que la escudilla romance presupone la U larga de scutum (de haberse mantenido breve la U, hoy diríamos *escodilla en lugar de escudilla).

Por otra parte, los frutos de la Biscutella más que scutum habrían pedido clipeus o πέλτη (redondos).  Así, pues, en la Biscutella no hay dos escuditos sino dos platillos.  E igual étimo tendrán la Scutellaria (lo confirma la wiki francesa; aunque ahí leo en la ilustración Schildkraut, con lo que aumenta la confusión; pero dejemos esa vía) y el adjetivo scutellatus ("con escudilla", "con platillo"), entre ellos la Medicago scutellata y la Veronica scutellata.

Y de momento no se me ocurren más formas de escudo latinas en la nomenclatura vegetal.  Las formas griegas las dejo para otra entrada.

[Paseando esta mañana he recordado el dicho: quien tropieza y no cae adelanta tres pasos.  Hoy tropecé y caí, esto es, avancé tres pasos y, al girarme a ver la causa del enredo, hallé culpable a un turión de Rubus fruticosus, latente entre las hierbas: caí, así, en la cuenta de lo que significa enzarzarse. Qué hermosa palabra, turión; he añadido este párrafo sólo por el placer de usarla.  Un día como hoy, las idus de marzo, cayó también Julio, dictador vitalicio y sumo pontífice, bajo dagas conjuradas.]

domingo, 2 de marzo de 2025

Otra de cálamos y calamillos

 Luego de escribir, calamo currente, sobre cálamos, calamares y calamidades, me ha sobrevenido, en parte por azar y en parte por necesidad, una avalancha de información sobre calamus, y encuentro conveniente empezar nueva página, no para ser exhaustivo (que no me preocupa) sino por ordenar un tanto las novedades sobrevenidas y dar de paso la vara a mis lectores.

Compruebo una vez más cómo, apenas se presta atención a un objeto, uno se lo encuentra por todas partes.  Yo lo llamo "efecto eleagnus", pues por primera vez percibí con claridad este notable fenómeno al identificar como Elaeagnus angustifolia un arbustillo que gratamente me tocaba las narices: comencé entonces a topar con eleagnos en mi camino, muchos más de cuantos yo sospechara haber en el mundo.  (Otros lo llaman de otra manera, no recuerdo cuál, pero llámese comoquiera, el efecto aquel prueba que sólo vemos prestando atención, y que, ay, en general vamos cegatos para buena parte de nuestro entorno.)


En primer lugar, de la voz κλαμος pasé por alto su interés en la literatura botánica antigua.  Ya en los botánicos griegos κλαμος designa a varias plantas precisamente identificables, o al menos identificadas por nuestros filólogos, entre sí separadas con determinaciones varias.

Por ejemplo, la Bambusa arundinacea, según Amigues, tiene en Teofrasto el nombre de "cálamo de India" (ἰνδικός /in-di-kós/); el Acorus calamus ya recibía el nombre de "cálamo bien oliente" en Teofrasto; al Phragmites australis se alude como el "cálamo de cañizos" (πλοκιμός /plo-ki-mós/ "trenzable").

La Arundo donax, por su parte, recibía entre otros el nombre de "cálamo de flautas" (αλητικός /au-lee-ti-kós/) y "cálamo de Laconia"; y la Arundo plinii (que hace poco nos mostraba Manolo en una localidad cercana a Zaragoza) el de "cálamo de Creta".

En cuanto al "cálamo de envolver" (ελετας /ei-le-tí-as/) es identificado como la Ammophila arenaria ssp arundinacea.



En segundo lugar, de la terminología lineana se me había escapado una serie de binomios derivados de la voz κλαμος, y aplicados a la familia de los bambúes, cañas orientales ya conocidas por los griegos con ese nombre, por lo que nada tiene de extraño recurrir a κλαμος para bautizar a esas gigantescas poáceas.  El tamaño arbóreo explica la creación del género Dendrocalamus, donde "caña" se combina con "árbol" (δνδρον /dén-dron/).  Ese género tuvo otros nombres, entre los que interesan aquí Sinocalamus ("caña china") y Neosinocalamus ("nueva caña china").

Por cierto que la Bambusa bambos, antes de este nombre, recibió entre otros el de Arundarbor, ahora en desuso si no me equivoco, y que, como Dendrocalamus, reúne "caña" y "árbol", pero en latín (la caña latina es arundo o harundo).  Así que Dendrocalamus viene a ser arbolcaña, y Arundarbor cañárbol.

De paso recordaré que tanto Bambusa como bambos (junto con nuestra voz bambú y sus paralelos en las distintas lenguas europeas) provienen, al parecer, de la denominación malaya del bambú.  Por su origen, pues, bambú emparienta con gutapercha, orangután y pangolín, voces llegadas a nuestras tierras desde la península de Malaca.



En tercer y postrero lugar, quiero añadir aquí, por la curiosidad o el interés que puedan despertar, una porción de palabras castellanas provenientes, según acabo de enterarme, de calamus o κλαμος.

Para empezar, cómo no, un diminutivo de calamus, esto es, calamulus "cañita".  Resulta que calamulus es el étimo, reconocido por Corominas, de nuestra palabra carámbano, evolución bien admisible fonéticamente, y semánticamente verosímil por la costumbre infantil de chupar los carámbanos (llamados por ello también chupones) como se chupa la flauta o la caña de azúcar.

Tenemos a continuación el diminutivo del diminutivo, esto es, calamellus (como bacillus frente a baculus o pedicellus frente a pediculus), más fértil aún en resultados, ya en el campo musical, ya en el gastronómico.  Pues calamellus, por vía del portugués, no hace falta entrar en detalles, da caramelo; y de aquí pasa al francés caramel, al italiano caramella y demás idiomas; hablando de chupones, bien clara está la evolución semántica.

Y en lo musical calamellus "cañitita" nos regala la voz caramillo, algo desusada hoy, pero muy viva aún entre los pastores de la Mancha en tiempos de Alonso Quijano.  Y de Francia aún nos viene otro resultado musical; chalumeau.  Y más: calamellus influye en la palabra francesa de donde sale nuestra chirimía.

Buena cosecha, para κλαμος.  Pero ya vale; nos vamos con la música a otra parte.