Un alma caritativa me pregunta por el significado de feno- (fenotipo, fenología): y cojo por los pelos esta buena ocasión de repasar aquí una raíz, la del verbo griego φαίνω, cuya familia se extiende por todo el lenguaje científico, y aun por el corriente y moliente, y que no carece de importancia en particular en la botánica: de hecho, me ha sorprendido encontrar que en estas páginas ni siquiera había mencionado ese notable verbo.
En su forma activa, φαίνω /fái-noo/ significa "hacer visible" ("mostrar", "denunciar") y en su forma media (φαίνομαι) /fái-no-mai/ "hacerse visible" ("mostrarse", "aparecer"): de aquí parten las demás acepciones.
De las formas hoy usuales, de φαίνω derivadas, me gusta en particular fenómeno, que no es más que el participio de φαίνομαι (conservamos en español unos pocos participios medios griegos, como catecúmeno, energúmeno y fenómeno): en concreto φαινόμενον designa "lo que se muestra", lo aparente, lo que perciben los sentidos, por oposición al noúmeno, esto es, lo que percibe la razón y que viene a ser (el filósofo no lo dice, pero lo deja caer, con su habitual sutileza) lo verdadero, lo auténtico (como si el brillo de la luna o el morado de una Roemeria fueran tortas y pan pintado).
Es verdad que fenómeno es un término filosófico (no hay más que fijarse en la esdrújula para ver que es un cultismo: continúa el neutro phaenomenon), pero se volvió palabra casera. "¿Nos tomamos unas cañas?" "¡Fenómeno!" (Aunque en este uso me suena a siglo pasado, qué sé yo, quizás a Mihura o Jardiel Poncela.)
La raíz φαν-/φα- de φαίνω genera muchas y hermosas palabras, todas sobre la misma idea de "aparecer". Fantasma, por ejemplo, que no es más que un "aparecido", y ya se llamó así en griego: φάντασμα /fán-tas-ma/ "aparición" (el castellano clásico tendió a feminizarlo, por acabar en -a, como una pantasma, pronunciando a su aire la voz grecolatina phantasma).
Otra palabra de la misma raíz es φάσις /fá-sis/, que significa "apariencia" y en particular se aplicó (y aún se aplica, pues es nuestra voz fase) a las distintas apariencias de la luna.
Muy interesante es el adjetivo derivado φανός /fa-nós/ "claro", "brillante", que no nos ha llegado directamente, pero sí en compuestos: con el prefijo διά "a través de" tenemos διαφανής (que es nuestro diáfano "transparente"); y con el prefijo negativo, ἀφανής /a-fa-neés/ "invisible", que ha dejado rastro en la biología porque de ahí vienen los afanípteros, cuyas alas, claro está, son "invisibles" o, por mejor decir, "inapreciables" o "inaparentes". Por lo que veo en la red, afaníptero está en desuso en biología, y ahora llaman a las pulgas Siphonaptera: sin alas y con sifón (extractor, evidentemente).
Aunque sea en un aparte, quiero hacer notar que transparens tiene toda la pinta de ser un calco latino del griego διαφανής. Ahora bien, transparens no es palabra clásica, sino probablemente una creación medieval; yo me atrevo a sospechar que es voz escolástica, y de hecho, hasta donde se me alcanza, la primera documentación de la palabra en una lengua neolatina está en un paso, a comienzos del trescientos, de un poeta tan docto y escolástico como el florentino Dante Alighieri.
Vamos a dejarlo aquí de momento; lo que queda, para otro día.
Como no puedo echar ni un cuarto a espadas, me limito a decir que me ha resultado fascinante la explicación. Ardo en deseos de leer la segunda parte, pero la dejo para mañana ya que ahora voy a rumiar un poco lo leído para intentar que me quede poso.
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