Concluía el pasado viernes el XXVII curso de botánica pirenaica ("Flora y vegetación de los Pirineos") organizado por el Instituto Pirenaico de Ecología, con sede en Jaca, y tuve la suerte de sumarme a su postrera excursión, paseo extraordinario tanto por la belleza del lugar (las cimas del valle de Ordesa) como por la calidad y número de profesores, pues, además de Daniel Gómez, el coordinador, asistían en esta ocasión David Badía, Xavier Font, Gabriel Montserrat, Javier Peralta, Josep Maria Samsó; otros habrá que sepan tanto o más, pero no encontraréis compañía más agradable ni que dispense su ciencia con la misma sencillez generosa. Y como la botánica es asunto para almas nobles y cándidas, también el alumnado del curso era de lo más simpático y tratable.
Ya que pasé por asesor latinis litteris, me tocó responder a alguna pregunta sobre nombres de plantas. De algunas respuestas quedé particularmente insatisfecho, así que voy a tratar de darles aquí una forma, espero, mejor.
Para empezar, un joven preguntó por el origen del nombre Gentiana, y con titubeos lo di por fitónimo honorario, esto es, dedicado a cierto personaje. Ahora, armado de mis libracos, concreto la respuesta. En el libro XXV de la enciclopedia de Plinio se lee que la genciana fue descubierta por un rey de los ilirios llamado Gencio o Gentio: Gentianam invenit Gentius rex Illyriorum.
A diferencia del homérico Aquiles (a quien se dedica la aquilea) o del centauro Quirón (epónimo de la centáurea), Gencio es un personaje histórico, del que dan noticia fuentes griegas y romanas: en el siglo II aE Gencio fue rey de Iliria (más o menos igual a la antigua Yugoslavia). Por iniciativa de Roma, pactó con ésta alianza, pero luego la traicionó para apoyar a Perseo de Macedonia. El pretor Anicio Galo capturó a Gencio el año 168 aE en la ciudad de Escodra (Scodra, hoy Skutar o Scutari, en la actual Albania). Tito Livio, tras relatar cómo el pretor invitó a cenar al rey antes de ponerlo bajo custodia, enfatiza cuán barata fue su traición, vix gladiatorio accepto, decem talentis, ab rege rex, ut in eam fortunam recideret "un rey que recibe de otro diez talentos, propina impropia de un gladiador, para caer en tal infortunio" (xliv 31).
La genciana según Plinio nace por todas partes (ubique nascentem) pero es de gran porte en el Ilírico (Illyrico tamen praestantissimam), con hojas de fresno pero grandes como de lechuga (folio fraxini sed magnitudine lactucae), tallo tierno grueso como el pulgar, hueco y vacío (caule tenero, pollicis crassitudine, cavo et inani), con las hojas en verticilos (ex intervallis foliato), a veces de tres codos de altura (iii aliquando cubitorum: tres codos vienen a hacer un metro veinte), de raíz flexible, negruzca, inodora (radice lenta, subnigra, sine odore), abundantísima en los montes húmedos subalpinos (aquosis montibus subalpinis plurima). Se usa la raíz y el jugo (usus in radice et suco). La raíz es de naturaleza calorífica (radicis natura est excalfactoria), pero las embarazadas deben abstenerse de beberla (sed praegnantibus non bibenda).
Plinio describe aquí, en opinión común, la Gentiana lutea. Según otros, sin embargo, se trata de la Gentiana purpurea. Ignoro hasta qué punto influye en esta última hipótesis la ilustración que de la γεντιανή se ve en el Dioscórides de Viena (en la foto de arriba), que me atrevería a decir que no parece una genciana, aunque las flores, desde luego, pintan de color púrpura. Si tienes buen ojo podrás descifrar la primera línea del texto (δοκεῖ μὲν ὑπὸ πρὼτου εὑρῆσθαι Γέντιδος τοῦ ᾿Ιλλυριῶν βασιλέως) que repite la noticia de Plinio: "Gencio rey de los ilirios fue el primero en hallar la genciana". (Aquí lo llama Gentis o Géntide; en Eliano de Preneste el nombre del rey toma la forma Γένθιος.)
Plinio y Dioscórides fueron más o menos contemporáneos, y son los primeros en mencionar la genciana (que no figura en Teofrasto, o al menos no la encuentro en los índices de su Historia plantarum).
Gracias por tu mención al curso, Javier. Hacemos lo que podemos y siempre con alegría. En cuanto a genciana, muy interesante es conocer esa procedencia de "fitonimo honorario" y las aventuras de Gentio. La imagen de la planta no nos recuerda a ninguna especie europea del género pero vete a saber de qué se trata.
ResponderEliminarMientras leo tus meditadas reflexiones sobre el étimo latino de ciertos géneros botánicos, mi alma se llena de alborozo y al mismo se extremece. ¿Qué diablos hago yo escribiendo estupideces sin la menor pudicia? Después, reflexiono un poquito y caigo en la cuenta de que tal vez el camino que sigo es el correcto. ¡Sí, decididamente, la erudición no es el camino, no puede ser el camino mi querido Gil! Y la razón de esta afirmación se cae por su peso: no vivimos para aprender (¿qué sentido tendría vivir?), sino que aprendemos para ser felices o tal vez para demostrarnos a nosotros mismos que somos algo más felices que los demás.
ResponderEliminarMuchas gracias, profesor, por un blog tan lindo y lleno de sabiduría ¡y de prudencia!
Perdona por el anonimato, soy Julián Resquicio (o, más discretamente,. Fco. Manzano, ya sabes)
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Julián-Francisco. ¿Qué libertad nos queda más que elegir cómo equivocarnos? Y hablando de caminos, ya sabes, Romam qualibet itur.
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