Aparte de su valor botánico, la palabra latina festuca se emplea en latín en el sentido general de "pajita", "brizna de paja" o "tallo de paja". Como nombre de planta, parece referirse a alguna gramínea (según diccionarios, a la Avena fatua o a la Festuca ovina). También, por antífrasis, designa un martinete o pisón para clavar puntales o aplanar el suelo. Pero ahora quiero referirme a dos usos simbólicos que, probablemente, no serán del conocimiento general de los botánicos.
Por un lado, en la antigua Roma la festuca se empleaba en la ceremonia de la vindicta in libertatem, forma solemne de emancipación simbolizada por el golpe que el lictor o el propietario propinaba al esclavo, en presencia del pretor, con una festuca: esa festuca, que acabó llamándose vindicta, lo hacía ciudadano y era símbolo, pues, de la libertad.
En ese empleo la propia festuca sustituía a su vez a la lanza, el viejo emblema de la propiedad quiritaria, del que conservamos aún el término subasta (por la que venta se hacía sub hasta, esto es, "junto a la lanza" enfáticamente clavada en el suelo).
Trasparece ese significado de nuestra festuca cuando el soldado fanfarrón de Plauto, en la comedia Miles gloriosus, se interesa por la condición legal de cierta posible amante:
Quid ea? Ingenua an festuca facta e serva liberast?
"¿Ella qué: es nacida libre o de esclava hecha libre por la festuca?" Dos siglos más tarde Persio, en su sátira quinta, alude a la festuca cuando describe, en términos de filosofía estoica, la verdadera libertad, que radica en la liberación de los deseos,
non in festuca, lictor quam iactat ineptus.
"y no en la festuca que en vano blande el lictor".
Además de los poetas, el propio Espíritu Santo usa simbólicamente de esta gramínea. Pues del mismo Cristo es el apóstrofe que nos comunica Lucas, capítulo 6, versículo 41: Quid autem vides festucam in oculo fratris tui, trabem autem quae in oculo tuo est non consideras? Esto es: "¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano, y no examinas la viga que llevas en el tuyo?" El original está en griego, pero aquí nos interesa la versión de Jerónimo, a quien supongo no menos inspirado por el Espíritu. Por cierto que muchos llaman "refrán" a esto de ver la paja en el ojo ajeno. ¿Qué refrán? ¡Palabra de dios!
En su Elogio de la planta dice Hallé, si la memoria no me falla, que una Festuca puede vivir mil años. Por un error de razonamiento muy común, la longevidad nos hace pensar no en pajuelas sino en árboles, gigantescos a poder ser. Ahora bien, si atina Hallé, quizá la misma hierbecilla que vio a los triúnviros cruzar los Alpes para fundar Narbona pudo ser pisada por el caballo de Ecio en los amenes del imperio, medio milenio después.
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