domingo, 7 de octubre de 2018

Madroño


Qué mejor comienzo que las palabras de Andrés de Laguna, médico de Carlos Quinto, donde el doctor describe el fruto del madroño:  "Es por de fuera todo muy sarpollido y lleno de ciertos granos, los cuales, cuando se mascan, exasperan el paladar y la lengua.  Del resto, parécese el madroño a muchas cortesanas de Roma, las cuales, en lo exterior, diréis que son unas ninfas... empero si las especuláis debajo de aquellas ropas, hallaréis que son un verdadero retrato del mal francés.  Dígolo porque este fruto, defuera, se muestra hermoso en extremo y, comido, hinche de ventosidad el estómago y da gran dolor de cabeza; lo cual fue causa de que los latinos diesen el nombre de unedo, amonestando que nadie comiese dél más que uno".  Magnífica página (se encuentra en el Dioscórides de Font Quer): la doy por toda La lozana andaluza.

Me preguntaba D.G. el otro día por el nombre botánico del madroño, y ahora estoy medio desesperado, no porque me falte información, sino porque tengo mucha, pero insignificante.  En ocasiones así me avergüenzo de hablar en estas páginas, como si supiera, de cosas que no sé.

Esto pasa con la palabra castellana madroño: no se sabe de dónde proviene, como ocurre con tantos nombres de arbustos y yerbas: agavanza (o agabanza, que en mi pueblo designa al tapaculos), álamo, aliaga, árgoma, escaramujo, meruéndano, y una larga serie.  La mayoría de estos nombres son, se dice, prerromanos, esto es, anteriores a la llegada del latín a la península y de origen, por tanto, vaya usted a saber si celta, ibero, o qué.  (En realidad, prerromano es a menudo un eufemismo de ni idea.)

En cuanto al nombre botánico, Arbutus unedo, confieso que pronunciaba arbútus unédo hasta que (no hace mucho) caí en la cuenta, leyendo los arbuteos fetos de Ovidio (Met. I 105), de que la U era breve: no se acentúa arbútus, pues, sino árbutus.  Y lo mismo pasa con unedo: únedo es la pronunciación buena.

El doctor Laguna sugiere que unedo viene de la expresión unum edo "uno solo me como".  La idea de Laguna es una etimología popular más, si bien sostenida ya por autores clásicos, entre los que destaco a Plinio el enciclopedista, que dice (15 98): pomum inhonorum ut cui nomen ex argumento unum tantum edendi "el fruto es desdeñable, como lo sugiere el nombre, del consejo de no comer más de uno".  Me gustaría razonar por qué esta etimología no es aceptable, pero antes quiero señalar que varias veces he comido hasta ocho o diez madroños (fruta tolerable sólo cuando está bien madura) sin conseguir experimentar ni la borrachera ni los otros síntomas que amenazan los manuales: debo de ser inmune.

[Hoy domingo, 7 de octubre, releo estas líneas antes de publicarlas, cuando la radio (que tengo la mala costumbre de encender por las mañanas) informa de un nuevo terremoto en Haití, triste cosa, con la siguiente frase que me he apresurado a copiar, porque no daba crédito a mis oídos: "el epicentro se ha sentido a quince kilómetros de profundidad".  Paladeen, paladeen esta estupidez emitida por la radio pública, y díganme si por paranoia sospecho de una conjura para deteriorar el castellano, en cuya vanguardia milita Radiotelevisión Española.  Y encima todo nublado.  Dejémoslo para otro rato.]

2 comentarios:

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  2. Otra planta entonces que hemos de cambiar la acentuación. A nadie se la había escuchado esdrujula. A mi siempre me ha dado dolor de cabeza la ingesta de sus frutos en escaso número. Y eso tras exasperarme, aunque no tanto como algunos tertulianos sabelotodo.

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