jueves, 17 de octubre de 2019

Y frutos IV


Acabo.  Y adorno este final con el fruto (o lo que sea) de braquíquito o Brachychiton populnea, arbolillo exótico, llamado también "árbol botella", muy frecuente en las poblaciones del sur y del oeste peninsular, que no conseguía identificar, y lo hizo por mí el amable D., parcialmente responsable de que esto escriba.

Por fuerza, la Arabis stenocarpa tendrá el fruto estrecho o encogido, ya que eso significa στενός /ste-nós/, díganlo si no los que padecen estenosis, que en el milenio pasado eran sobre todo pacientes del corazón (el Dr. Barnard nos familiarizó con las válvulas cardíacas) y ahora, por lo que veo en la red, son más bien los doloridos de ciática y otros pinzamientos.

¿Cómo será el fruto del Trifolium isthmocarpum Brot.?  Sólo esto puedo decir: que el griego ἰσθμός /isz-mós/ vale "cuello", "garganta" y también, claro está, "istmo".

Queda un par de epítetos que indican el color.  Según uno, el fruto es verde: en la Cambre tataria (la planta de pan tatar), su sinónimo C chlorocarpa indica el color verde, que en griego es χλωρός /jloo-rós/.  Este adjetivo no sólo da nombre al mortífero gas cloro, sino también al "verde de las hojas", la "hojiverde" o chlorophylla.

El otro epíteto indica, más que el color, el brillo.  "Brillante" se dice en griego λαμπρός /lam-prós/, aunque quizá lo traduciría mejor el término escoscao que tanta gracia nos hacía oír en boca de un pariente de Sadaba (sic).  De modo que así, escoscaos o brillantes, deben de ser los frutos del Juncus lamprocarpus y de la Pilosella hypeurya ssp lamprocarpa.

En la Medicago leiocarpa el fruto probablemente aparece "pulido", que es el significado principal de λείος /léi-os/ un adjetivo cuya raíz es la misma que la del latín levis (ojo, /lée-vis/ con E larga; pues hay otro /le-vis/ con E breve que significa "ligero" y da nuestro catalán lleu y nuestro castellano leve).

El adjetivo griego δασύς /da-sýs/ significa "espeso", "piloso" (es voz emparentada con δάσος "espesura", "bosque", que permite llamar dasonomía a la silvicultura); así que imagino que la Vicia dasycarpa tiene espesa pelambre en su fruto.

Encuentro el epíteto lasiocarpa en un abeto canadiense (Abies l), en un bananito decorativo (Musella l), en un chopo chino (Populus l), en un titímalo antillano (Euphorbia l).  Tenemos aquí, junto a καρπός, el adjetivo griego λάσιος /lá-si-os/ "denso" "piloso" (significado muy próximo al de δασύς); en Homero alude en particular a la pelambre del pecho varonil, como indicio de hombría (cf. "hombre de pelo en pecho").  Así que hemos de pensar que los frutos del abeto, del bananito, del chopo chino y de la euforbia caribeña son "peludos" o "lanudos".

Por aliviar la pesadez, vamos con una fábula, con el mito de Erictonio.  Resulta que la diosa Atenea (la virgen hija de Zeus, guerrera y, como es sabido, protectora de Atenas) visitó en cierta ocasión a su medio hermano Hefesto (el poco agraciado dios del fuego, para más inri cojo, Vulcanus en latín, de donde nuestro volcán), en su calidad de experto fabricante de armas.  Pero Hefesto prestó más atención a las torneadas formas de su medio hermana que al pedido laboral, y por toda respuesta se lanzó sobre la muchacha con amoroso jadeo.

¡Buena era Minervita para esas bromas!  La diosa virgen (παρθένος en griego: de ahí que su templo se llame Partenón, "Virginón" como si dijéramos o, si preferís, Notre Dame de Atenas) rechazó con eficacia al galán, si bien no pudo impedir que cayera sobre su muslo el líquido seminal del ansioso herrero (campeón y santo patrono, así, de la eiaculatio praecox), con gran asco de la diosa que, disgustada, se limpió rápidamente con un copo de lana que tiró al suelo.

¡Ay, amigas, lo que es la fertilidad divina!  Del copo y el suelo nació un chaval, al que Atenea prohijó y llamó, naturalmente, Erictonio.  ¿"Naturalmente"?, preguntará usted.  Veamos: "lana" se dice en griego ἔριον /é-ri-on/, y la palabra χθών /jzoón/ significa "suelo", "tierra": por eso a los dioses de la tierra se les llama ctónicos y a los nacidos del propio suelo les dicen autóctonos.  ¿Qué mejor nombre, pues, para el nacido de la lana y de la tierra, que el de Erictonio?  Nombre en verdad alto y significativo, que yo he recomendado más de una vez, con poco éxito.  Erictonio, digámoslo de paso, tuvo como nieto a Erecteo (el del Erectión, ya que de templos hemos hablado), aunque los expertos en mitos lo consideran un mero doblete del abuelo.

Lana, por tanto, debe de tener el fruto de la Valerianella eriocarpa, para haber recibido ese bautismo botánico.

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