Con la palabra plátano acude a la mente, creo yo, antes la fruta que el árbol cuya corteza dibuja esas graciosas geografías de la imagen (tomada en el monasterio de Veruela el año 2008). Sin embargo, es el árbol quien tiene prioridad de derechos sobre la palabra, que ya lo designaba en la antigua Grecia, cuando aún las bananas no habían hecho su aparición por el viejo mundo.
La voz no existe precisamente en Homero, que llamaba al árbol πλατάνιστος /pla-tá-nis-tos/; pero sí en el ático clásico, en cuya filosofía desempeña la planta un honroso papel: en el diálogo platónico, Sócrates propone al joven Fedro tumbarse en la hierba a orillas del Iliso, concretamente a la sombra de un plátano: "¿Ves aquel altísimo plátano?", le dice (ἐκείνην τὴν ὑψηλοτάτην πλάτανον para ser exactos: "aquella altísima plátano", pues también este árbol es femenino en griego): "Allá hay sombra y aire fresco, y hierba para tenderse". Ay, Sócrates, si te pilla san Benito.
Quieren algunos que la voz πλάτανος /plá-ta-nos/ provenga del adjetivo πλατύς /pla-týs/ "llano": Chantraine la juzga etimología popular, pero Corominas la da por buena, hasta el punto de incluir la voz plátano en la entrada chato, como emparentada con plato, plata y otras más. (Yo no me pronuncio, pero recuerdo que, cuando el calor te aplana, estás aplatanado.)
En lo que sí parece haber acuerdo es en que la especie botánica a la que aluden Homero, Platón y todos los griegos antiguos sea el Platanus orientalis, arbolillo que se distribuye entre Grecia y Afganistán; mientras que la especie ahora común en nuestras plazas es el (o la) Platanus acerifolia, un híbrido entre aquél y la especie americana Platanus occidentalis, gran árbol de las orillas del Misisipí. Según Hallé, la hibridación tuvo lugar en algún jardín botánico inglés, quizá el oxoniense del siglo XVI, y produjo una especie más vital, más resistente a parásitos y con plena capacidad de reproducirse. Ese Platanus acerifolia de Hallé debe de ser (esto es suposición mía) el que otros llaman Platanus hispanica o Platanus hybrida.
Un género curioso, Platanus: es a la vez familia o, dicho de otro modo, la familia de Platanaceae tiene un único género, Platanus. Solitario el género, pero no el árbol: con frecuencia el plátano se halla en grupos, y eso ya en Grecia, pues el bosquecillo de plátanos se llamaba πλατανιστοῦς y πλατανών. Así que la imagen que dan hoy las plazas de las pequeñas ciudades castellanas, sombreadas de plátanos, ya debía de ser familiar en el mundo antiguo. Marcial, el poeta nacido en Bílbilis, alude a un añoso plátano cordobés (ix 61) que según la tradición había sido plantado por el propio Julio César:
aedibus in mediis totos amplexa penates
stat platanus densis Caesariana comis,
hospitis invicti posuit quam dextera felix,
coepit et ex illa crescere virga manu.
"En medio de la casa", dice Marcial, "y cubriendo toda su intimidad, se eleva el plátano de César, de espesa copa, que plantó la fecunda mano del huésped invicto, y de aquella mano tomó su vigor el retoño". Si la tradición recogida por Marcial no mentía, aquel plátano sería añoso: tendría una edad más o menos de siglo y medio.
Refuerzan esa imagen familiar, doméstica, del plátano en las villas y aldeas españoles los muchísimos topónimos hispánicos derivados de la voz plátano: Padreiro, Padrenda, Prádanos, Padroso (antes Pradanoso), que yo supongo alusivos al que con justicia llamamos "plátano de paseo", y no al exótico banano.
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