Comienzo este cuaderno por agradecimiento a los amigos botánicos. Jubilado de profesor de lenguas clásicas, he recaído en viejas aficiones, entre ellas identificar plantas y disfrutar florecillas. Conocí con esto algunos profesionales del arte herbaria, y descubrí que son gente encantadora, con quienes se pasan los ratos más agradables: uno se encuentra, por mucho que herborizando seas un marmolillo, de lo más a gusto entre estos sabios pacíficos y poco exigentes (con los demás, digo).
Habiendo confesado ser latinista, hube de dar respuesta, mal que bien, a algunas preguntas sobre el origen de ciertas palabras, sobre la pronunciación de los binomios, sobre la acentuación de ésta o aquella voz... Se me ocurrió, entonces, que quizá podría corresponder a la amabilidad de los botánicos preparando un pequeño manual que resolviera las más frecuentes dudas. Me puse a ello, pero enseguida me di cuenta del volumen enorme de trabajo que ello comportaba, para hacer algo medianamente decente, y me achiqué: un emérito está para cuidarse, y no para engolfarse en la bibliografía.
Así que este diario es el sucedáneo de empresas de más empeño. Acostumbrado a averiguar intimidades de las palabras, reflejaré en estas líneas los relajados esfuerzos que para mí mismo hago en relación con las palabras de la tribu herbívora, en la esperanza de que sean útiles o agradables a algún indígena.
Por lo demás, una larga vida sin tiempo para casi nada me ha familiarizado, y aun encariñado, con las formas breves. Escribiré entradas tan limitadas (ahora me refiero al espacio; de lo demás se encarga mi naturaleza) que ni yo me aburra escribiéndolas ni el lector descifrándolas.
Hola, pues aquí te has ganado un lector. Yo estoy al revés que tú, supongo: este año voy a opositar para tener plaza de latín en algún instituto en España, o sea que estoy comenzando la docencia. Me gusta casi todo lo que tiene que ver con el latín, pero la ciencia especialmente, porque en realidad me gustó mucho a partir de bachillerato pero nunca acabé teniendo tiempo para estudiarla. Me gustan las entradas cortas que haces y la verdad es que me rio bastante con la ironía que destilas. Además, escribes muy bien pero sin ser muy denso, eso no es fácil. En fin, lo dejo ya yo también. Te descubrí por el comentario que le hiciste a la chica de Quodiversuabis. Quería hacer una pregunta que me he estado haciendo tiempo y que no encuentro: ¿hay alguna fuente en la que se pueda leer todas las palabras o compuestos latinos que se utilizan en la taxonomía de plantas y otros seres vivos? Algo así como un vademecum que utilizaría un botánico para descifrar el nombre latino. Me imagino que algo así debe de existir, aunque que yo sepa todos mis amigos de ciencias se saben los nombres de memoria sin tener ni pajolera de qué quieren decir. Ya me dices, un saludo!
ResponderEliminarGracias, amigo. "Todas las palabras... en la taxonomía de plantas y otros seres vivos". No pides poco tú. Dudo que haya nada parecido. Para la flora de mi entorno me guío por un par de manuales a los que doy mi confianza (a ciegas, porque, ¿qué criterio puede tener un ignorante?), pero aun así sólo registran las plantas "superiores": ¿qué de los hongos, líquenes, musgos, y luego aves, escarabajos, mariposas, hormigas...? Sólo de enumerar nos aburriríamos, no hablemos ya de la variedad dentro de cada uno de esos grupos. En mi opinión, internet es ahora una ayuda sin parangón en la historia anterior. Yo he llegado a identificar una especie tecleando una breve definición en Google. Y Wikipedia (o las wikipedias) me parece bastante de fiar por lo que hace a las plantas. Para etimologías, creo que se pueden encontrar también en Flora Ibérica, que está en la red.
ResponderEliminar