Desde
2010 tiene mucho éxito, en esta neolengua absurda que forjan
políticos malos y malos periodistas, la palabra “epicentro”:
significa lo mismo que “centro” (o eso creen ciertos medios) y
tiene la ventaja de acarrear dos sílabas más (en la neolengua, te
acercas al ideal cuanto más hablas y menos dices). Pero no,
señores: “epicentro” es un tecnicismo de sismólogo, y significa
algo más que “centro”. Hace unas semanas se oyó en la tele
esta frase absurda: “El epicentro de la tormenta se sitúa en
Manila”. ¿Ahora también las tormentas tienen epicentro? El
redactor, es claro, aludía al ojo del ciclón. ¿Por qué no dijo
“centro”, simplemente? Ah, pues por eso mismo: le parecía, sin
duda, demasiado simple. El terremoto de 2010, que tanto daño
produjo en Haití, también dejó secuelas en la neolengua española.
No
veo qué tiene de malo la palabra “centro”. Es clara, precisa y
breve (quizá por eso la desdeñan los epicentristas). Tiene, para
mí, el encanto añadido de ser un helenismo, esto es, una palabra
griega. En griego antiguo, κέντρον (se pronuncia /kéntron/)
designa un pincho, cosa hiriente: κέντρον es el aguijón de la avispa, κέντρον es la punta de la garrocha que aguija a la res (en latín, stimulus);
también, figuradamente, se llama κέντρον al estímulo o acicate para la acción. La palabra se aplica
asimismo a la punta del compás, al extremo puntiagudo que, para
trazar el círculo, se clava en el suelo o en el papiro: se comprende
cómo, a partir de ahí, la palabra adquirió el significado
geométrico hoy corriente (y ya documentado en los Elementa de Euclides).
¿Qué
tiene esto que ver con la botánica?, se preguntará alguno. Pues no
mucho, ya lo sé, pero he querido empezar por aquí estos apuntes
sobre lenguas clásicas y botánica para que no se pueda llamar a
engaño ningún posible lector; sépase, de buen comienzo, que el
autor es amigo de irse por las ramas. (No se dirá que es costumbre
poco botánica.)
He
comenzado esta reflexión sobre κέντρον porque hace poco caí en la cuenta de que esta palabra que tanto me
agrada participa también en la nomenclatura lineana; pues, si no me
equivoco, contribuye a nombrar un género de las valerianáceas: el
Centranthus. Centranthus está formado, casi seguro, de la voz griega ἄνθος /ánzos/ “flor”, y κέντρον “aguijón”, aludiendo esta voz ahora, creo yo, al espolón que
caracteriza a este género frente a otros como Valeriana. Centranthus significaría, así, “flor del espolón”.
Que
no se enteren en el telediario, que empezarán a llamarlo
Epicentranthus.
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