¿Por qué los diccionarios definen tan vagamente los nombres de las plantas? ¿No han oído hablar de Lineo?
Buscaba el otro día el significado de almorta y me encontré con esto en el de la RAE: "planta anual de la familia de las Papilionáceas, con tallo herbáceo y ramoso, hojas lanceoladas con pedúnculo..."; y así durante cinco mortales líneas, que rematan de esta manera: "florece por junio y es indígena de España". No sabe uno si está en un diccionario de la lengua o en una enciclopedia. Mejor lo hace María Moliner, que, sobre una breve definición, acostumbra dar un nombre lineano, y con sólo ver Lathyrus sativus estás al cabo de la calle.
En las cartas de Rousseau salía el genepí (sic): tras buscarlo sin éxito en castellano, fui al francés, y bajo la voz génépi encontré esto: "plante sauvage des hautes montagnes (composées)". Estamos buenos. Menos mal que luego, por puro azar, oí a José Vicente F. explicar que el génépi era un género próximo, o quizá una variedad (no entendí bien) de Artemisia absynthium. (En las Confesiones cuenta Rousseau que Anet, criado y amante de Mme. de Warens, murió de una pleuresía contraída mientras cosechaba génépi, planta indicadísima... contra la pleuresía. Puesto que Anet parece significar "eneldo", de no saber que el personaje existió realmente, todo podría pasar por una broma pesada del fantasioso Jean-Jacques.)
Claro es que, en los ejemplos que acabo de proponer, se trata de especies muy concretas. En una grandísima proporción de casos, los nombres vernáculos, objeto de definición, no aluden a una especie botánica, sino a un grupo incierto de plantas, identificadas sobre todo por su utilidad inmediata (caso de la maraballa gallega, que al parecer admite esta acepción estupefaciente: "toda hierba que se coge con el fin de dársela a los cerdos"). Se comprende, así, la resistencia de los lexicógrafos a precisar la especie aludida por algunos fitónimos, y por qué se limitan a indicar ciertos rasgos imprecisos: "planta olorosa que se cría espontáneamente en los ribazos", "enredadera de flores blancas", etcétera.
Una planta, o, mejor dicho, una palabra me tiene perplejo: el lirio. ¿Qué es un lirio? Es el arquetipo de las liliáceas, desde luego, lo que quiere decir que los botánicos tienen claro lo que es el Lilium; pero para los hablantes de castellano la cosa, encuentro yo, no es tan simple. Por mi parte, siempre he oído llamar lirios a los iris y, por el contrario, en casa a los Lilia candida siempre los hemos llamado "azucenas", y nunca "lirios". (Azucena es palabra de raigambre arábiga, al parecer de un hebreo sussanna que proporciona el nombre a muchas chicas: sí, Susana significa, dicen, "azucena".)
Pero veo que esto se alarga demasiado. Lo dejo para otra entrada.
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