jueves, 9 de noviembre de 2017

De la letra K

El otro día, en amable sobremesa, el amigo Guido (que sabe más latín que yo) me preguntó si en latín clásico se usaba la letra K.  Como perrito al que lanzan la pelota, babeando de felicidad me precipité a una copiosa explicación sobre la letra K.

No (respondí), en latín clásico la K se emplea para muy escasos y tasados usos: para abreviar kalendae (las calendas, nombre que tenía el día 1 del mes, y de donde viene nuestra palabra "calendario"), en Kaeso o Cesón (un nombre de persona algo rarito) y poco más.

Como en latín el sonido de la K lo representaba la C (letra que en latín clásico siempre se pronuncia /k/), para transcribir la kappa griega se emplea siempre esa letra C, como hemos visto en Centranthus /ken-trán-tus/ (de κέντρον /kén-tron/ "aguijón") o como se ve, por ejemplo, en Parthenocissus /par-te-no-kís-sus/ ("parra virgen", de κίσσος /kís-sos/ "hiedra").

Sólo siglos más tarde, cuando ya la C latina empieza a alterar su pronunciación ante E e I, los autores se ven obligados a usar la K si quieren reflejar sin ambigüedad la pronunciación griega (por ejemplo, Isidoro de Sevilla en el siglo VII, o yo mismo ahora, cuando quiero indicar la pronunciación clásica de la C).  Algo así debió de llevar a De Candolle a llamar Kentrophyllum lanatum al que hoy se llama, creo, Carthamus lanatus: mantuvo la kappa de κέντρον en lo que con transcripción más ortodoxa debió ser Centrophyllum /ken-tro-fíl-lum/ (que significará "hoja de aguijón" o pinchuda).

De modo que si encontramos la letra K en nombres botánicos, lo más probable es que esa K se deba a que se ha tomado la ortografía de un nombre vernáculo, o bien la escritura original de un nombre o apellido, si se trata de un fitónimo honorario, esto es, del nombre de planta creado para honrar, por ejemplo, a un rey, a un mecenas o a otro botánico.

A estas alturas de la exposición, Guido (el único que quedaba despierto) observó que, en su opinión, ese era el caso de la Festuca eskia, donde el nombre específico estaba tomado de una palabra local, pirenaica.

Por mi parte, nada más llegar a casa me puse a buscar la K en nombres botánicos y la he encontrado, en efecto, en nombres específicos claramente honorarios, como lamarcki, willkommii, kleinii, rostkoviana, donde fácilmente se reconoce el apellido originario; menos fácilmente en otros casos, pero sospechable en géneros como Bilderdykia, Kickxia, Krascheninnikovia...

He buscado algunos, y encuentro, por ejemplo, que la Kickxia fue bautizada por Bartolomé Carlos Dumortier en 1827 en honor del botánico belga Juan Kickx (1775-1831).  Qué ortografía tan rara gastan estos belgas.

De nombres vernáculos, supongo yo, deben de estar tomados términos como Ginkgo (¿no suena como chino?), Kalanchoe, alkekengi, pero no amo tanto la letra K como para buscarlos todos.  De la Salsola kali me atrevo a apostar que ese kali es árabe y que de esa palabra viene la castellana "álcali".

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