Ese título tan ñoño (o así me lo parece: y aún peor el subtítulo: "una historia de árboles, ciencia y amor") me hubiera disuadido por completo de abrir este librito, si no fuera porque lo encontré en el anaquel de botánica de la biblioteca de Zaragoza, que a menudo reviso en el inútil afán de corregir mi enciclopédica ignorancia. "¡Un libro nuevo (pensé, plagiando a Plinio): algo tendrá de bueno!" Y lo tomé prestado.
Ahora acabo de leerlo y creo que puedo asegurar que es casi cualquier cosa menos un libro de botánica. Es cierto que contiene informaciones en torno esa ciencia, aunque no muchas. Mejor le iría un título como: "Mi carrera como científica" o incluso "La amistad de dos perros verdes". Hope Jahren, la autora, americana, tuvo el acierto de titularla Lab girl, y los amigos de Paidós el desacierto de elegir un título blandenge digno de las convencionales biografías sentimentales que sobre Sissí o María Cristina nos infieren los novelistas históricos.
Jahren, una neurótica hiperactiva con tendencia a la depresión, es una extraordinaria narradora, literalmente extraordinaria, esto es, justo lo opuesto a convencional; y casi todo en este libro se sale de lo común, empezando por la autora y la extraña amistad que mantiene con ese raro espécimen que es su eterno ayudante, cruce de armenio y escandinava, a quien el libro en realidad está dedicado.
En el libro de Jahren, una bióloga y geobotánica de prestigio, aprendemos sobre su infancia difícil, sus primeros pasos como investigadora, sus éxitos científicos, las dificultades de una mujer en universidades más bien masculinas (a lo poco que sobre eso apunta no le falta el humor: "todas las mañanas de diez a diez y media gozaba del privilegio de entreoír, a través del fino tabique que separaba mi despacho de la sala de descanso, debates sobre mi orientación sexual y mis probables traumas infantiles"), la dureza de un embarazo privada de ansiolíticos...
Jahren, además de científica, ha leído mucho y asimilado mucho de la buena literatura. Recomiendo la lectura. Entresaco aquí tres párrafos de contenido botánico.
En el primero, tras aludir a la conquista de la tierra firme por la vida vegetal, añade: "Tres mil millones de años de evolución sólo han producido una forma de vida capaz de invertir este proceso y hacer de la Tierra un lugar considerablemente menos verde. La urbanización está descolonizando las superficies concienzudamente colonizadas por las plantas hace cuatrocientos millones de años, devolviéndolas a su estado original de tierra áspera y baldía..."
Otra página: "En esta época... en que el ser humano reina... las plantas más fuertes se están haciendo más fuertes aún... Las trepadoras no pueden apoderarse de un bosque sano: necesitan que haya alguna perturbación, algún desajuste... Los suburbios y las grietas de nuestras ciudades solamente soportan un tipo de planta: la maleza, algo que crece rápido y se reproduce con furia... Los humanos están creando con sus actividades un mundo en el que sólo puede existir la mala hierba, y luego dicen estar sorprendidos y hasta indignados por encontrar tanta a su alrededor."
No es muy alentador. Y aún menos lo son estas frases del epílogo: "Nuestro mundo se está desmoronando en silencio. La civilización humana ha reducido las plantas (una forma de vida de 400 millones de años) a tres cosas: alimento, medicina y madera. En nuestra implacable y cada vez más intensa obsesión por obtener más volumen, potencia y variedad de esas tres cosas, hemos devastado los sistemas ecológicos vegetales hasta un extremo que millones de años de desastres naturales no pudieron alcanzar."
No hay comentarios:
Publicar un comentario