Reflexiones en torno al latín como lengua de la botánica. Rem herbariam non perficiunt nomina, sed observationes, et descriptiones accuratae (Pietro Bubani).
lunes, 20 de noviembre de 2017
Primavera
En Ginebra, en el parque de los baluartes, vi un hermoso busto retrato, en bronce: el pedestal daba la fecha (1913), la firma del escultor (J. Pradier, ginebrino) y el nombre del retratado: Augustin Pyramus de Candolle (Ginebra, 4 de febrero de 1778, Ginebra, 9 de septiembre de 1841). Así que De Candolle también era ginebrino. El artista había adornado el pedestal con cuatro mozas, casualmente en pelota, en representación de las cuatro estaciones. Yo les hice una foto a cada una, pensando en este cuaderno...
Eso de que las estaciones sean cuatro está bien para Vivaldi y para nosotros, y no digamos para los de la tele, que deben de leer el BOE para saber cuándo empiezan: "Esta tarde a las 17,15 comienza oficialmente la primavera". ¡"Oficialmente"! ¡Caray! Quizá piensan que astrónomo es algo así como ministro... Pero, en fin, Cervantes contaba cinco estaciones, y cuanto más atrás vamos en el tiempo más impreciso es el concepto.
La que veis en la foto es ῎Εαρ /éar/, esto es, Primavera (está escrito arriba, en mayúsculas griegas: ῎ΕΑΡ). La palabra ἔαρ contrae en ἦρ /éer/ y se admite que ἦρ corresponde al latín ver /uéer/, cuyo significado propio, por lo que yo entiendo, no es exactamente "primavera", sino "buen tiempo"; al menos, nunca he encontrado un texto en que el sentido pueda equipararse al moderno de "primavera"; cierto que ver va detrás de hiems ("invierno"), pero eso no implica que dure tres meses (y menos que empiece a las cinco y cuarto).
En cualquier caso, todo el mundo admite que tanto ἦρ como ver significan "primavera", y desde luego ese es el significado que tiene en la nomenclatura botánica. El genitivo de ver es veris "de la primavera", y ese genitivo está tal cual en el nombre de la Primula veris (literalmente: "la primerita de la primavera"; otro día me dedicaré a los diminutivos, que es una de mis debilidades).
De ver sale el adjetivo vernus "primaveral", que es muy frecuente en fitónimos. Vernus es la forma masculina, por ejemplo en el Crocus vernus o el Lathyrus vernus; el femenino es verna, como en Erophila verna, Gentiana verna, Scilla verna o Veronica verna; vernum, por último, es el neutro (en latín hay muchas palabras neutras) como el Bulbocodium vernum. Todos ellos son (o al menos su nombre significa) "primaverales". Otra variante del adjetivo "primaveral" es vernalis, como en el Adonis vernalis.
Me resulta particularmente simpática la Erophila verna; la descubrí hace un par de años, que me dediqué a plantas minúsculas, y, modestísima como es, ahora la reconozco cuando aparece en febrero o marzo poniendo un delicado terciopelo blanquecino en ciertos caminos pedregosos; eso me pone contentísimo, y me he hecho muy amigo de la erófila.
¿Y qué significa Erophila? Pues "amiga de la primavera". El segundo elemento es el de pánfilo o cinéfilo (φίλος /fílos/ "amigo"); y el primero es ese ἦρ "primavera" que campea en el retrato de Candolle modelado por Pradier. Erophila, si no me equivoco (pues no encuentro esta palabra en textos clásicos), es un neologismo griego inventado directamente en latín (lo que es más frecuente de lo que parece: piénsese en el hidrógeno y el oxígeno de Lavoisier), supongo que en el siglo XVIII. Quien inventó el nombre era insistente, desde luego, porque Erófila verna viene a querer decir "primaveral amante de la primavera".
En época tardía del latino ver sale el adjetivo veranus y la expresión tempus veranum, de donde el "verano" castellano; y la primavera en ese latín es "el comienzo del ver", esto es, el primum ver; quizá "primavera" sea uno de los muchos casos en que un neutro plural latino da un femenino singular castellano.
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